Era el último día de las vacaciones de verano y yo solo quería quedarme en casa a dormir, sabía que al otro día iba a tener que empezar a ir al colegio y a trabajar.
—Vamos Sam, no podes estar todo el día tirada —me insistía Mateo—tenes que salir un poco, tenes catorce años.
Él era el hijo de un vecino el cual falleció hace unos años. No tenía otra familia así que lo adoptamos y ahora nos ayuda con el trabajo.
Él siempre me ayudaba en todo y estaba ahí para mi. Aunque me costó, después de varios años, le tome cariño y lo empecé a considerar un hermano.
—¡No quiero ir a esa estupida casa del terror! —me queje yo —tengo que descansar si mañana tenemos que estafar a esos chicos.
Al día siguiente teníamos que estafar a una familia entera, nosotros dos solos. Los padres tenían muchas empresas y habían despedido a mi padre y mi madre, así que ellos se querían vengar.
—Sam, por favor, después no vamos a tener tiempo de salir juntos...como hermanos —insistió Mateo.
—Está bien, pero ¿qué me pongo? —me queje yo.
Él sonrió victoriosamente.
—No sé, pero que sea rápido. Te espero afuera.
Gran ayuda.
Ahora tenía que levantarme de la cama, pensar que ponerme, peinarme, ay ¿por qué le había dicho que si?
Me levante y camine unos pasos hasta mi espejo, el cual estaba al lado de mi placar.
Suspire y empecé a sacar ropa.
Después de un rato pude elegir mi ropa; unos pantalones grises holgados, un top negro, una camisa abierta a cuadros y mis zapatillas.
—Por fin —se quejó Mateo cuando salí de la habitación.
Él tenía puestos unos jeans negros y una remera blanca.
Yo simplemente lo mire y seguí caminando hasta llegar a la sala. Ahí estaba mi mamá leyendo una revista y mi papá mirando la tele.
—¿A donde se van? — Preguntó mi padre mientras apagaba la tele.
—Vamos a una casa de "terror" —respondí yo.
—¿Sabían que no estamos ni cerca de halloween? —dijo mi madre sin sacar un ojo de la revista.
—Si sabía, pero era eso o que Mateo me moleste todo lo que resta del día.
—Bueno, que se diviertan, no vuelvan muy tarde —respondió mi padre con una sonrisa.
—No se olviden que mañana tenemos un nuevo trabajito —recordó mi madre dejando la revista en la mesita que había en frente del sillón.
—No —respondimos los dos a la vez.
Para ser sincera, era divertido ver cómo la gente se creía toda la historia que le inventábamos , como se preocupaban y como preguntaban.
Vivíamos de eso, así que no nos podíamos quejar.
—Bueno, va a ser mejor que nos vayamos —mencione un poco incómoda.
Mateo solo asintió con la cabeza y abrió la puerta.
Cuando salimos de la casa nos miramos y sonreímos. Empezamos a correr hasta el ascensor y apretamos el número cero.
Una vez que salimos del departamento empezamos a correr a toda velocidad, no queríamos hacer mucha fila.
Después de correr varias cuadras por fin llegamos, agotados pero llegamos.
Adelante nuestro había un gran grupo de chicos que rondaban los quince años.
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Después del verano
Teen Fiction¿Que pasaría si salía a divertirme por una noche con mi hermano? Después de todo estábamos entrando en la adolescencia, la mejor y la peor etapa. ¿Que pasaría si le doy la mano a un desconocido? Al final, no lo volvería a ver