𝕰𝖑 𝖒𝖚𝖓𝖉𝖔 𝖖𝖚𝖊 𝖓𝖆𝖉𝖎𝖊 𝖛𝖎𝖔 𝖑

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Mire mis manos, aun podía sentir la sangre escurriendo de ellas. Aunque las haya lavado aún están manchadas... Creí que el día en que mataría a alguien de mi propia especie seria solo en defensa propia, fui muy ingenuo en aquel entonces. No pensé que para sobrevivir tenías que pasar sobre los demás. 

No me di cuenta de que en este mundo, eres tú o los otros. Y claro fui muy cobarde como para ponerme frente a los demás y dar la cara. Solo me oculte y deje que todo sucediera.

Seguí sus órdenes para poder continuar. Como si una parte de la vida de ese vampiro fuese para mí, para alimentar mi alma y rejuvenecerla. Su vida a cambio de la mía. Era lo justo, de esa forma todos me lo habían enseñado: mi padre, los condes, Caspar, Farrel... Incluso el.

Rompí mi promesa. ¿Eso era lo que valía mi palabra?

Creo que le he fallado. No, no lo creo. Estoy en lo cierto. Yo Felix he roto mi promesa.

— A veces me pregunto la razón por la que mis padres asesinan a todos esos vampiros... Años en guerra con las demás especies para que ahora nosotros mismos nos estemos destruyendo.

Me dijo en aquel bosque, nuestro bosque. Un lugar seguro donde podíamos platicar sin temor alguno, ser nosotros mismos, nadie nos encontraba en aquel sin fin de árboles pues estaba completamente deshabitado. Tal vez había servido como territorio de guerra o algo así, pues no existía quien se atreviera a transitarlo... O bueno solo nosotros: monstruos de nuestra sociedad.

— Creo que no les queda otra opción —respondí— Supongo que hay que ponernos en su lugar, son muy allegados a el Conde y si fallaran en una de sus misiones les iría tan mal.

— Pero eso no les quita el título de asesinos... Y yo no quiero serlo, seria ir contra mi familia pero un riesgo mas no me hace daño. —sonrió mirándome— ¿Y tú Felix serias un asesino?

— Ya soy un asesino porque he matado humanos —le dije con una sonrisa.

El rio negando con la cabeza— Sabes perfectamente que no me refería a humanos... Quiero decir si ¿Tu matarías vampiros?

— No jamás planeo hacerlo. —declare.

— Me encargare de que nunca manches tus manos con sangre de vampiro. No tienes de que preocuparte, yo te cuidare.

— Seria muy lindo si lo cumplieras.

He aquí, me di cuenta de que las palabras nunca tendrán ningún valor. Solo te harán feliz por un pequeño lapso de tiempo pero después de nada te servirán. Simplemente serán recuerdos de falsas ilusiones. 

El me prometió que me cuidaría y lo único que hizo fue irse, ni siquiera se atrevió a despedirse. Fue un cobarde al igual que yo. El rompió su promesa al igual que yo. Lo veo muy justo... Pero entonces ¿Por qué me siento tan mal?

¿Por qué razón la culpa me carcome? me persigue la sensación de que estoy haciendo todo mal, pero no tendría porque sentir de esta manera. El que me lastimo fue el, ¿Por qué no puedo faltar a mi palabra sin que estos sentimientos me atormenten?

Lentamente me levante de mi asiento para ir a el pequeño balcón donde yace una rosa negra, en las mismas condiciones que siempre, congelada en el tiempo, permanece igual que el día en que fue cortada; tan linda, desprendiendo el dulce aroma de siempre. Y desearía que todo siguiera de la misma manera que cuando me la obsequio.

— Se supone que estaríamos celebrando Felix— dijo el vampiro situándose a mi lado, me lo pude imaginar sonriendo al ver la rosa en mis manos— Creí que sabias superar.

El origen de la LeyendaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora