Capítulo 4

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Esquivando gente medio borracha y bailando, me encuentro lugar para caminar en medio de la muchedumbre.

Pisé a algunos y empujé a otros, pero la verdad es que en este momento me importaba muy poco. Logré encontrar la puerta de entrada, primero que nada, respiré una bocanada de aire fresco. Rodeé la casa a zancadas y me posicioné debajo de la ventana que daba a la biblioteca y al punto en el que había visto a la persona dirigirse al bosque. No vi nada fuera de lugar. Las ramas de los árboles se movían a paso tranquilo con aullar del viento.

Justo cuando me iba a dar la vuelta, un grito sonó a lo lejos.

Mierda.

Corrí hacia donde lo había escuchado.

No tardé en correr unos metros cuando vi en el suelo marcas de que estuvieron arrastrando algo, un rastro.

Uno pasó más adelante, había trazos de sangre.

¡¿Qué carajos?!

Me detuve y me apoyé en un tronco, el aire se me había ido de repente.

Contuve la respiración un momento, tratando de percibir más ruidos.

Nada.

Silencio absoluto.

Hasta que a lo lejos escuché una rama rompiéndose.

No sé si han llegado a ver en las caricaturas antiguas, como los personajes animados cuando se asustaban, su alma daba un brinco fuera de su cuerpo y volvía a su lugar.

La cuestión es que, si eso fuera posible, definitivamente me pasó.

Di media vuelta y salí corriendo de nuevo.

Huir cual cobarde era una de las mejores ideas que se me había ocurrido cuando escuché movimiento.

De valiente no tenía mucho.

Miré hacia atrás sin detenerme aún, cuidando de que nadie o nada me persiguiera, hasta que casi me doy de bruces contra la pared de la casa.

Di un giro y volví a darle la vuelta a la casa con la respiración hecha un desastre, la puerta de la casa estaba abierta y se escuchaba la fuerte música.

Me alegré de ver a Chis saliendo de la puerta, aparentemente acalorado.

- ¡Kay! -me gritó cuando me vio, bajó las escalerillas y se acercó a mí- Pensé que te habías perdido... ¿Estás bien? Te ves pálido...

Agité la cabeza y eché un vistazo tras de mí, para volver a fijarme en Chis.

-Sí... Estoy bien...-dije en un susurro.

-Vamos, la fiesta se está poniendo buena.

Negué un poco hacia él.

-Quisiera regresar a casa, la verdad no me siento bien- la verdad tengo el estómago y los sentidos revueltos por lo que vi en el bosque.

Un destello de preocupación cambió su semblante.

-Oh, bien, entonces vamos-empezó a caminar en dirección a la calle.

-No, Chis, te la estás pasando bien, yo siempre te arruino la fiesta. Déjame las llaves que yo me regreso a casa. Si necesitas que te busque voy a por ti- le dije, después de todo tengo permiso de conducir.

-Pero si te sientes mal no voy a dejar que conduzcas así.

-Y tú ya debes llevar unas copas encima.

-Pero...

In Wald... Todos mientenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora