Almorzando un interrogatorio

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Ella despertó. Su mente aún conservaba el etéreo recuerdo del vívido sueño, pero no podía asimilar el hecho de que "El Diablo" y Remus eran la misma persona... Sus ojos miraban sin mirar hacia el cuaderno que había dejado sobre la mesa de luz, con el propósito de escribir allí el nombre del falsificador en cuanto despertara, pero ahora que sabía de quién se trataba, ya no deseaba hacerlo. Quería de alguna manera protegerlo: Hermione sabía que no era conveniente para él que alguien pudiera tener acceso a su identidad, quería protegerlo incluso de ella misma. Entonces dejó que los segundos pasaran, y que el recuerdo de la sonrisa encantadora que ella amaba se evaporara junto con el efecto de la poción. Todo lo que Hermione habia vivido en ese "sueño", toda la pasión derrochada en el onírico encuentro, solo quedó grabada en la memoria de su cuerpo y su alma...

Algo similar le ocurría a Remus. En cuanto él abrió sus ojos, se encontró con la oscuridad de siempre, pero algo había cambiado; conservaba en su memoria vaporosas imágenes... hermosas imágenes que había conseguido a pesar de su ceguera y que deseaba retener para siempre en su mente. Había vuelto a ver su rostro y la había tomado tanto como la deseaba, pero aún así el ardor de su pasión por ella no disminuía. A diferencia de la castaña, el licántropo sabía quién había sido su amante en sueños y su cuerpo no se había saciado de ella. Ahora la deseaba más que antes... la necesitaba más que antes...

A pesar de que él no quería dejarla marchar de su memoria, de todas maneras sus recuerdos fueron barridos de su mente, arrastrados por el inexorable paso de los segundos y el fin del efecto de la poción Hipnagógica. Todo lo que le quedó a Remus fué la sensación de sus caricias en su piel, sus besos y la calidez que ella le había dejado en el alma. Podía sentir con claridad que el remanente de ese sueño se había infiltrado en la vida real para ocasionarles a ambos un hermoso estrago en los cuerpos.

Y Remus no se equivocaba en su intuición:

La poción hipnagógica podía inducir a un sueño profundo a dos amantes que desearan un encuentro del que no quedaran pruebas, pero no era una poción perfecta en su constitución. Pues los amantes podían salvarse de mantener en sus mentes imágenes que los evidenciaran; pero eso no evitaba que sus cuerpos reaccionaran como si el más minúsculo roce hubiese sido real y que sus almas quedaran inevitablemente vinculadas. Solo bastaría una simple mirada o la más inocentes de las caricias para avivar las llamas de la hoguera que había ardido entre Remus y Hermione...

—— O ——

Él jamás llegaba tarde a trabajar, pero esa mañana de sábado, era la primera vez que lo hacía. Después de que saliera por la misma chimenea de siempre, Remus caminó con su bastón hacia las puertas de "La Hollinería" con rumbo fijo a las oficinas. y en su trayecto, una voz muy familiar llamó su atención:

—¡Hasta que por fin te has dignado a hacer tu aparición!

—¿Pansy? —dijo Remus con un toque de sorpresa —¿Estuviste aquí montando guardia hasta que yo llegué?

La morena chasqueó su lengua, se le acercó y sujetándolo del brazo, lo guió hacia la salida de la construcción que brindaba servicio de vía flú para los trabajadores de Krakenwell. Cuando estuvieron fuera, y Remus sintió el aire frío y salado golpearle el rostro, exhaló un suspiro sensiblero, como el de un adolescente enamorado y dijo con el mejor de los ánimos:

—Bella mañana, ¿no, Pansy?

—El cielo está encapotado de nubes grises, y está haciendo un frío que si te bajaras los pantalones para "regar" un arbusto (como a ti se te antoja hacer de vez en cuando) se te pelaría el culo y se te caerían tus vergüenzas. Pero si ese es tu concepto de "bella mañana", Lupin, pues entonces, sí, ¡bella mañana! ¡Oh, mi gran y responsable líder!

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