Capítulo 4

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Mirando al horizonte, Peter no puede evitar preguntarse qué había hecho para que el universo le odiara. No sólo todas las tiendas a las que acudió le dijeron que no le contratarían, sino que además casi le pillan en la cafetería. Después de que 'Iron Man' y 'Capitán América' fueran vistos bajo la mesa, se había desatado el infierno.

El castaño había insultado a los hombres que intentaban robar la tienda, lo que provocó que uno de ellos le diera un revés, lo que llevó a que los ladrones fueran combatidos y noqueados por el rubio. Todo el mundo rompió en aplausos ante la rápida victoria, exclamando que los Vengadores eran una bendición. Sabiendo que la policía no tardaría en llegar a la zona, Peter se escabulló por la puerta sin ser visto.

Ahora estaba sentado en un tejado intentando averiguar qué hacer. Podía ir a la policía, contarles cómo había sido secuestrado y experimentado. Pero incluso si de alguna manera le creyeran, eso lo convertiría en un objetivo demasiado grande. HYDRA sabía cómo buscarlo, y si de repente había una historia de un joven que escapaba de una vida de prisionero, saldrían de la nada y lo atraparían.

Con la forma en que todo iba, Peter se preguntó si debería dejar Nueva York e intentar en otro lugar.

"¿Disculpa?"

Al oír la voz inesperada, Peter mira hacia abajo y ve a una mujer mayor que le sonríe de forma tranquilizadora.

"No sé si te acuerdas de mí," dice, acomodándose un mechón de pelo canoso detrás de la oreja, "pero me salvaste la vida hace dos semanas y quería invitarte a cenar como agradecimiento..."

Entrecerrando los ojos, Peter trata de recordar quién era la mujer, cuando se le viene a la mente.

"Me acuerdo de ti," le dice Peter, "estabas hablando mal de esos matones."

Ruborizada por la vergüenza, May sonríe, "Bueno, nunca he sido buena para mantener la boca cerrada."

Levantando un dedo en señal de que necesita un segundo, Peter se levanta y se dirige a la escalera de incendios en el lado del edificio. Con los pies en el suelo, se dirige rápidamente a la parte delantera del edificio, donde May esperaba pacientemente, con las manos unidas delante de ella.

"Me llamo Peter," sonríe y extiende una mano, pero al ver sus manos manchadas de suciedad las mete rápidamente en sus bolsillos. "Lo siento, hace tiempo que no me lavo las manos."

"Soy May Parker, y puedes lavarte las manos en mi casa cuando vengas a cenar."

Abriendo la boca para negarse cortésmente, una punzada de miedo le pone los pelos de punta. Envolviendo un puño en la suave lana del suéter de May, la atrae hacia sus brazos segundos antes de que una ráfaga roja y brillante pasara volando por la abertura del callejón.

"¡¿Qué demonios ha sido eso?!" grita May, aferrándose a Peter.

"Agárrate," él gruñe antes de agarrarse a la pared y subir al tejado, evitando por poco otra explosión. La sensación de dolor se dispara de nuevo, y Peter consigue apartar a May de él segundos antes de que una ráfaga roja se abalance sobre él. Se siente como si el fuego le lamiera la piel y le abrasara las venas, lo que le provoca un grito de dolor.

Gimiendo, se sienta con una mueca de dolor que irradia desde su brazo izquierdo, donde recibió la peor parte de la explosión. Apretando los dientes, Peter se levanta y tropieza con May, que estaba tirada al otro lado del tejado.

"¿May? ¿Estás bien?" Le ayuda a incorporarse mientras ella se frota un moretón cada vez más oscuro en la frente.

"¿Estoy bien? Peter, ¡mira tu brazo!" grita May al ver la extremidad quemada.

TU PEQUEÑA MANO EN LA MÍADonde viven las historias. Descúbrelo ahora