Historia escrita por Revontulett, disfrútenla
No soy dueño de Dragon Ball, le pertenece a Akira Toriyama y otros, así como de cualquier otro elemento de cualquier otra obra, creación que aparezca, créditos a quien corresponda.
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Volvía a estar en el asiento trasero del automóvil, contemplando el lento fluir del tráfico por la ventanilla. Cientos de vehículos, miles de ellos, se interponían uno en el camino del otro, taponando cada uno de los carriles de la ancha carretera. En los asientos delanteros, sus padres discutían, tal y como lo recordaba.
Era el mismo sueño de siempre.
Una parte de ella, no obstante, se daba cuenta de que había algo que no encajaba. El día que los androides destruyeron Estrella Naranja, el sol había brillado en el impoluto cielo azul del mediodía. Ahora era de mañana, y el firmamento estaba cubierto por una gruesa capa de nubes de lluvia. Además, estaba el perturbador detalle de los edificios.
Frunció el ceño, vagamente consciente de que algo extraño ocurría allí.
A izquierda y derecha, la carretera estaba flanqueada por los armazones vacíos de enormes edificios en ruinas. Era como si la calle y todos los automóviles atascados en ella atravesaran el centro de una oscura ciudad fantasma. Todo le resultaba lejanamente familiar. Ni siquiera la sorprendió que la carretera concluyera abruptamente por delante de la hilera de autos, dando lugar a lo que parecía ser una vieja boca del metro. Solo cuando prestó atención a la discusión de sus padres fue que comprendió lo que sucedía.
Porque no eran sus padres.
No eran ellos.
Quienes discutían con las voces exactas de sus padres, utilizando las mismas palabras que recordaba, eran dos jóvenes de cabellos rubios, una chica y un muchacho. Ya los había visto antes. Sabía quiénes eran. Susurró sus nombres con voz infantil, la misma voz que había tenido de niña, por más que su cuerpo fuera el de la joven de veintidós años que sabía que estaba dormida, que aquello no era más que un sueño, un terrible y espantoso sueño; algo que no podía lastimarla...pero que aun así la lastimaba en lo más hondo de su ser.
—Erasa...Sharpner...—se escuchó murmurar, justo en el momento en que el vehículo estallaba en llamas, partido en dos mitades por una ardiente cortina de fuego.
No...no era así.
No era el auto lo que había estallado, no era su explosión lo que arrastraba vehículos, árboles y edificios por los aires. Era la columna de luz cegadora que emergía de la boca del metro, justo al final de la carretera. Aquella luz ardiente que arrasaba con todo a su paso, sacudiendo el suelo como un terremoto, fue lo que destruyó el automóvil de sus padres. La luz la envolvió, la atravesó de lado a lado. Sintió como cada centímetro de su cuerpo se desvanecía, se evaporaba. Sintió como la muerte la llenaba por dentro bajo la forma de un cegador resplandor amarillo. "No..."
— ¡NO!
Videl se incorporó bruscamente, golpeando el aire con sus puños. La manta que la cubría salió disparada hacia un costado. Por un momento no supo decir donde estaba. La resplandeciente luz que consumía el mundo había sido reemplazada de repente por una intensa oscuridad. Le llevó unos cuantos segundos acostumbrar sus ojos a la penumbra, alterada apenas por el brillo tenue de la luna y las estrellas. Alzó la vista hacia el cielo, confusa.
Noche cerrada.
Su mente, ya despierta, nuevamente consciente, le hizo recordar todo con una crudeza brutal. Sabía dónde estaba, y, lo que era aún peor, sabía por qué estaba allí. Echó un vistazo a los alrededores, notando como el frío aire nocturno la calaba poco a poco. Una densa muralla de árboles la rodeaba desde todas direcciones. Estaba en el claro circular de algún bosque al norte de la Capital del Oeste. A su derecha, por el rabillo del ojo, pudo notar un débil resplandor anaranjado. Las últimas brasas de una fogata ardían en el interior de un pequeño hoyo cavado en el suelo. "Para que el resplandor no se vea desde lejos", le había dicho Gohan mientras la encendía.
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Un futuro diferente
ActionEn otro futuro, en otro realidad, la lucha por sobrevivir llevaría sus caminos a cruzarse nuevamente. "Porque no importa el tiempo, el espacio, ni la muerte... Yo estaré ahí para ti al final...". No soy dueño de Dragon Ball, le pertenece a Akira Tor...