Poco a poco

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Historia escrita por Revontulett, disfrútenla

No soy dueño de Dragon Ball, le pertenece a Akira Toriyama y otros, así como de cualquier otro elemento de cualquier otra obra, creación que aparezca, créditos a quien corresponda.

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—El ki es la energía vital interna de todo ser vivo—decía Gohan, tranquilamente sentado sobre una gran roca—Tú has practicado artes marciales, sabes lo que es concentrarse para sacar la máxima fuerza, la máxima velocidad, el máximo potencial. Eso está bien. Pero no es suficiente. Debes ir un paso más allá, debes llevar esa concentración hacia tu interior. Aquí—se llevó la mano al centro del pecho—Una vez logres sentir ese flujo de energía naciendo desde el centro de tu cuerpo, podrás servirte de él, podrás sacarlo al exterior, podrás usarlo para ser más rápida y más fuerte de lo que eres físicamente capaz. Podrás usarlo para volar.

El sol comenzaba a ocultarse, transformando el horizonte boscoso en una línea púrpura. De pie en el pequeño claro, con los ojos cerrados tensamente, Videl escuchaba de fondo sus palabras. Una parte de ella creía entender lo que Gohan le estaba diciendo; una parte de ella creía haber sentido antes aquel misterioso flujo de poder en lo más profundo de su pecho. El resto de su ser, su parte más racional por así decirlo, no sabía muy bien que estaba haciendo.

Aquella escena venía repitiéndose todas las tardes desde hacía unos diez días. A petición de Videl, siempre un poco antes de que acamparan para pasar la noche, Gohan destinaba cerca de una hora para instruirla en el uso del ki. Ella quería volar. Lo deseaba con todas sus fuerzas desde que supo que era una habilidad que se podía aprender. A él no parecía molestarle. Era solo una pequeña pausa en su inexorable marcha hacia el oeste.

Durante los últimos diez días habían estado avanzado sin detenerse en esa dirección, a pie, siempre manteniéndose cerca de los bosques que bordeaban la línea costera. Videl no había preguntado por qué, pero no le hacía falta. Había una determinación extraña en los ojos de su compañero, la misma que tenía desde que despertó aquella noche, escapando de un misterioso sueño.

Ella no lo presionaba. Gohan tenía un objetivo, lo sabía. Y también sabía que él se lo explicaría cuando llegara el momento, tal y como había hecho antes. Confiaba en él. Le agradecía que, pese a tener esa nueva meta grabada a fuego en sus ojos, se tomara la molestia de satisfacer su capricho tarde tras tarde, pues Gohan había aceptado enseñarle a volar.

Y por supuesto le había advertido lo duro y difícil que sería.

En esos momentos, al igual que el día anterior, y el anterior a aquel también, Videl estaba de pie en el claro, con los brazos alzados en una típica pose de Karate. Se había abstraído del mundo, tal y como Gohan le había recomendado. No veía, no olfateaba, no oía, ni siquiera notaba la hierba bajo sus pies. Todo su ser estaba concentrado en la percepción de su interior, aquella negrura absoluta donde de tanto en tanto, muy de tanto en tanto, leves destellos de luz parecían cortar el vacío. ¿El ki? No estaba segura.

Comenzó a sudar intensamente, a temblar, aumentando cada vez más y más su concentración... De repente, los destellos en la negrura se hicieron más intensos. Creyó sentir algo en el aire que rodeaba a sus manos, una especie de ondulación, o de onda, como si alguien hubiera arrojado una piedra en un estanque invisible. La sensación desapareció enseguida, aunque había algo diferente... ¿Era impresión suya o estaba mucho más agotada que antes?

—Muy bien, Videl—la voz de Gohan volvió a sonarle muy lejana—Estás cerca.

¿Lo estaba? Apretó aún más los párpados, enfocándose hacia el interior, concentrándose más de lo que nunca se había concentrado en toda su vida.

Un futuro diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora