Historia escrita por Revontulett, disfrútenla
No soy dueño de Dragon Ball, le pertenece a Akira Toriyama y otros, así como de cualquier otro elemento de cualquier otra obra, creación que aparezca, créditos a quien corresponda.
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El pueblo se llamaba Villanueva, tal vez porque ya nadie recordaba cuál había sido su verdadero nombre antes de que los androides lo arrasaran. La ubicación en sí no tenía nada de extraordinaria. Era un pequeño asentamiento rural a pocos kilómetros de Estrella Naranja, uno entre los varios que florecían en torno a la ciudad. Mucha gente de los alrededores había decidido asentarse ahí en los últimos años, y a Gohan no le sorprendía. Villanueva estaba medio oculta entre los bosques que crecían en los campos orientales, mucho menos visible que las grandes ciudades que, poco a poco, comenzaban a reconstruirse.
Muchos aún temían vivir en las ciudades.
Gohan los entendía. El recuerdo de lo que Número 17 y 18 solían hacer con las grandes poblaciones aún era demasiado reciente. Demasiado terrible.
Los signos de la reconstrucción, sin embargo, eran tan evidentes allí como en las propias ciudades. Las casas habían sido levantadas con el concreto de los escombros y la madera del bosque. Las calles fueron despejadas, los enormes cráteres que las abrían tapados y emparejados. Los muertos enterrados. Las parcelas que rodeaban el asentamiento estaban llenas a rebosar de trigo, girasoles, maíz y otros cultivos, todo cosechado en prolijos rectángulos pardos y dorados.
Saltaba a la vista que los nuevos habitantes habían estado trabajando duro para restaurar el pueblo, para cultivar los campos y despejar los caminos. En la incipiente economía post-androides el agro empezaba a abastecer nuevamente a las ciudades, a ritmo lento y sacrificado, por supuesto, pero el progreso era visible.
Gohan avanzó a lo largo de la avenida principal, una ancha cinta de cemento resquebrajado que atravesaba el pueblo de punta a punta. En los últimos años había visto muchos lugares como aquel, con sus casas reconstruidas, sus campos sembrados y su gente trabajando día y noche por un futuro; un futuro que luego de siglos de oscuridad volvía a ser posible. Luego de los horrores que había presenciado a lo largo de su vida, para Gohan resultaba reconfortante ver como en todo el mundo la humanidad se ponía de pie nuevamente. La sola idea de que ese recuperado estatus de normalidad, de esperanza, se viera interrumpido era algo que le provocaba un profundo desosiego, una sensación de premonición, de cosa ya vivida. De amenaza.
Y eso era exactamente lo que estaba ocurriendo allí.
Algo inexplicable, algo terrible, había hecho trizas la normalidad en Villanueva.
El pueblo se encontraba total y absolutamente vacío.
Gohan siguió descendiendo por la avenida, mirando con desconfianza hacia los lados. Ya de por sí, imaginarse que toda una población pudiera esfumarse de la noche a la mañana resultaba escalofriante. Pero allí había algo más, un detalle que lo hacía todo mucho más perturbador. La gente en Villanueva había desaparecido...pero sus ropas no. Adonde quiera que mirara, ya fuera en las calles o en el interior de los edificios, podía ver camisas, pantalones, vestidos y zapatos esparcidos por el suelo; todos colocados como si las personas que las vestían se hubieran desintegrado de repente en el aire.
Gohan no podía ni siquiera tratar de imaginarse lo que había sucedido. Pero lo peor de todo (si uno podía plantearse algo peor luego de ver aquello) era que no se trataba de un incidente aislado. Si Gohan estaba en Villanueva era porque venía siguiendo una pista. Un rastro.
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Un futuro diferente
ActionEn otro futuro, en otro realidad, la lucha por sobrevivir llevaría sus caminos a cruzarse nuevamente. "Porque no importa el tiempo, el espacio, ni la muerte... Yo estaré ahí para ti al final...". No soy dueño de Dragon Ball, le pertenece a Akira Tor...