Capitulo 01

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Es una alegría volver a casa. Lleva tanto tiempo fuera que los pálidos troncos de los árboles le parecen casi extraños, en lugar de amigos conocidos y queridos. Camina por los amplios espacios entre ellos, vagando sin intención. ¿Cuánto tiempo lleva disfrutando del aura del bosque? ¿Minutos, días, años? La tierra está fresca bajo sus pies. Toca las cuerdas de su arpa blanca y plateada, y sus dedos giran con destreza para producir una melodía dulcemente inquietante. El espíritu del bosque sale a su encuentro, cantando a través de sus pies hasta que su canción brota de sus labios:

O Gil-galad i Edhelchír
dim linnar i thelegain:
Im Belegaer a Hithaeglir
Aran ardh vethed vain a lain.

Viejo y nuevo, conocido y desconocido. Hogar, pero no. Nunca ha estado aquí, salvo que lo haya hecho. Tal vez nunca ha estado en ningún otro lugar. La comprensión parpadea como la llama de una vela. Es más alto de lo que debería ser, su voz es más profunda y hermosa de lo que recuerda. Su vista es más aguda y clara que nunca, a pesar de no llevar gafas.

Gariel maegech Gil-galad,
Thôl palan-gennen, ann-vegil;
A giliath arnoediad
Tann thann dîn be genedril

Él es eterno, más viejo que la comprensión. Es lo más joven del bosque, y su madre viene a su encuentro.

Dan io-anann os si gwannant
A mas, ú-bedir ithronath;
An gîl dîn na-dúath di-dhant,
vi Mordor, ennas caeda gwath.

"Para", dice ella. Daro. Él no debería reconocer la palabra, y mucho menos entenderla. Pero la voz etérea y aterciopelada es una que conoce desde sus primeros días. La alegría se apodera de su corazón. Gira suavemente sobre sus talones para mirarla, sus dedos por fin se calman en las cuerdas del arpa.

Ella está de pie a unos pocos metros, una figura alta y elegante con un vestido plateado brillante, que brilla como una estrella caída contra la madera pálida. Su larga melena dorada y plateada se extiende en ondas sobre sus hombros, enhebrada con relucientes alambres y gemas que se entrelazan para formar una diadema en su frente. Unos ojos intensos y anormalmente azules le atraviesan. Una mente roza la suya, inquisitiva, querida, hogareña. Pero ella no lo reconoce. Todavía no ha llegado el momento.

"¿Quién eres tú?", pregunta ella.

Él le sonríe con simpatía, considerando la pregunta y las respuestas que podría dar. Se hace el silencio, incluso en la tierra bajo él. Una hoja dorada se desplaza hasta el suelo y se abalanza en un elegante arco hasta aterrizar a sus pies.

Qué tragedia, no saber. Qué tragedia, ser como él. Baja los ojos y sacude suavemente la cabeza.

"No lo sé", dice.

Respira con fuerza, el poder retrocede como la marea, y...

-y de repente es Harry James Potter quien parpadea hacia el techo del Ala Hospitalaria, despierto apenas unas horas después de la gloriosa derrota de Voldemort. Parpadea hacia el techo borroso, y el desconcierto se convierte en angustia.

Ni siquiera un día, piensa con cierta histeria, sentándose erguido y enterrando la cara entre las manos.

No es que estos sueños sean nuevos. Recuerda haber tenido extrañas... bueno, no quiere llamarlas exactamente visiones, teniendo en cuenta que nunca parecían comunicarle nada. Sólo vagas impresiones de canciones, personas y lugares de los que nunca había oído hablar, ni antes ni después.

Al principio de su infancia, había intentado contarle a su tía Petunia los extraños y hermosos lugares que no podía recordar. Ello le valió una fuerte bofetada, una orden de prescindir de sus "rarezas" y pasar un día encerrado en Privet Drive bajo un sol abrasador. El pequeño Harry se guardó prudentemente sus extraños sueños -junto con el resto de sus "rarezas"- para sí mismo después de aquello.

Lα ƈαɳƈιóɳ ԃҽʅ ԋҽɾαʅԃσDonde viven las historias. Descúbrelo ahora