Capítulo 8

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—Chiquilla, ¿sabes al menos dominar tu poder? Ese monstruo que casi te mata, ¿quién crees que lo creó? —enterró sus dedos en mi barbilla y acercó tanto su rostro al mío que pude sentir su aliento—. Exacto, yo. Y tú lo destruiste por error.

No podía ser cierto, si él era quien creó ese monstruo, eso quería decir que era como yo. Era uno de los de mi generación como dijo Margaret y eso no era bueno, se suponía que debíamos estar juntos, ¿no? Para evitar que aquellas personas nos asesinaran uno por uno.

Al parecer él no tenía ese plan, de lo contrario, no hubiera tratado de matarme con ese horrible monstruo, pero...¿con qué propósito?

Me parecía increíble que fuera la única persona como yo que encontrara y resultara ser una de las tantas personas que estaban buscándome.

"Tú no sabes nada."

Mis ojos destilaban furia. Sin duda esto no era como lo imaginé. El chico me retuvo con más fuerza mientras movía la mano que tenía en mi barbilla, la deslizó lentamente hasta la parte de atrás de mi cabeza y con un solo tirón, el pañuelo cayó al suelo. Traté de tomarlo para devolverlo a su lugar pero él fue más rápido y tomó mi mano libre apretando mi muñeca con fuerza, tanta que solté un quejido de dolor.

Su mirada recorrió mi rostro deteniéndose en mis labios, los contempló y luego sonrió con burla.

—Solo mírate. Fueron los humanos con los que estás, ¿no?

"No tienes idea de lo que estas diciendo."

Dije intentando zafarme lo que solo provocó que su agarre se afianzara más. Miré a mi alrededor en busca de alguien que no estuviera lo suficientemente borracho como para ayudarme, pero para mi mala suerte, nadie prestaba atención. Todos seguían agitandose al ritmo de la música.

—Rindete, ellos no te quieren. Si te matara ahora mismo estoy seguro que ni siquiera se darían cuenta.

"Te equivocas."

—¿Ah, sí? —ladeó la cabeza mientras entrecerraba los ojos— ¿Por qué iban a quererte?

Lo miré a los ojos sin responder, ¿a dónde quería llegar con esto?

—No has encontrado la razón ¿verdad?—apreté la mandíbula—. Nadie te quiere porque no hay nada especial en ti.

Escupió las palabras cargadas de desprecio. No pude responder, no porque no quisiera, sino porque empezaba a dudar, podía tener razón. No había nada especial en mí.

—¿Eva?

La voz de Oliver hizo que mis músculos se relajaran un poco. El chico soltó mis muñecas repentinamente y dio un paso atrás.

—Nos veremos pronto, querida.

Me dirigió una sonrisa frívola antes de marcharse a paso despreocupado.

(...)

Las calles de la ciudad estaban iluminadas por las farolas que proyectaban nuestra sombra por la acera. Caminábamos de regreso a casa. Observé la luna sobre nuestras cabezas, se veía hermosa con su resplandor mientras miles de estrellas se expandían por el oscuro cielo.

Guardé mis manos en los bolsillos de mi buzo cuando una ráfaga de viento me erizó la piel. La noche estaba fría. Oliver caminaba a mi lado mientras pateaba algunas piedritas que se cruzaba en el camino. Las calles no estaban tan solas ya que no era demasiado tarde.

Después de que ese extraño se fue la fiesta transcurrió normal. Solo eran personas aglomeradas por cada parte de la casa. En algún momento nos cruzamos con Cristal y Gael quienes se acercaron a saludar pero yo no les prestaba atención. Estaba perdida en mis pensamientos y tratando de recordar si ya había visto a aquel sujeto.

Silencio #1 No Fue Mentira [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora