Capítulo 10

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La lluvia se hizo presente y los aldeanos, presos del miedo solo regresaron a sus cabañas, preparaban todo lo esencial en caso de que una nueva batalla diera inicio.

Hubo un gran silencio, solo se escuchaba el impacto de las gotas contra el césped. aún dudaban que Naraku haya sido el causante de la muerte de su amiga; el odio, la tristeza y la duda se apoderaba rápidamente de ellos, se preguntaban ¿qué es lo que haría Naraku con el cuerpo? ¿qué maldita idea pasaba por su cabeza?

- ¡¿Tienen idea de dónde se esconde Naraku?! -

Su voz era más gruesa de lo normal pero con cada palabra se quebraba, volvió a desenvainar a Colmillo de Acero, sus garras crecían y sus ojos se enfocaban en la dirección donde el hombre se marchó

- ¡MALDITO HIJO DE PERRA, DEVUÉLVELA, DEVUÉLVELA... - Dió un gran salto - ¡DEVUÉLVELA! - agitó su espada y lanzó un ataque al aire, asesinó a un montón de aves que sólo buscaban refugio - ¡DEVUÉLVELAAA!!! - con ese último grito pareciera que se lastimó sus cuerdas vocales

- Ya fue suficiente - Miroku no pudo aguantarlo más y le lanzó un sello que provocó una dolorosa carga eléctrica para Inuyasha, éste ignoró el dolor y recibió el impacto de Hiraikotsu. Se dejó caer sin más y dejó un gran agujero en el  suelo, no intentó amortiguar el golpe - Aún no proceso bien lo que acaba de suceder pero eso no impide que piense antes de actuar Inuyasha. Si actúas precipitadamente sólo te lastimarás y no llegarás a nada -

Inuyasha no dijo nada los recuerdos de los momentos que pasó al lado de Aome, en especial uno por alguna razón no dejaban de invadirlo. Lluvia... También aquella vez, cuando empezaba a sentirse a gusto a su lado, frente a una fogata, la tuvo demasiado cerca, aunque parecía que se enfermaría ella actuaba de una forma muy linda; su calor, su aroma, la intimidad que sentía en ese momento... El latir de su corazón. La quería de nuevo, quería aclarar todo, explicar su actuar tan estúpido, quería sentirla cerca, quería... Sólo quería decirle todo lo que sentía

- Aome... Perdóname, lo siento... Regresa... - No se contuvo y empezó a llorar, cubriéndose con sus brazos sólo dejó salir lo que aún contenía en su interior

Kikyo bajó a ayudarlo a salir, Miroku, Sango y Shippo ingresaron a la cabaña de Kaede, era hora de empezar a sacar ideas para el paso siguiente que darían. Aún quedaba pendiente la perla de Shikon y ahora su amiga.

- Como dijo el Monje Inuyasha, con alterarnos no conseguiremos nada. Si quieres recuperarla piensa con la cabeza fría - Se agachó a la altura del Hanyou - No estás solo, tienes amigos que se preocupan por ti y están dispuestos a ayudarte cuando lo necesites - Inuyasha volteó a verla y esta le extendió la mano con una sonrisa - La recuperaremos Inu, tienes nuestra ayuda, Anda, levántate -

Inuyasha volteó a ver el cielo, respiró hondo y tomó su mano para poder levantarse, guardó a Colmillo de acero en su funda y con sus manos hizo a un lado cabellos rebeldes que se encontraban en el rostro de la sacerdotisa

- Tal vez no pudimos hacer nada por salvar su vida, No sabemos qué puede hacer Naraku con su cuerpo, es un bastardo plagado de maldad 

Mientras más tiempo pasaba viendo el rostro de Kikyo, más grande era su dolor, pues verla ahora era un peso que ahora no podía soportar. Pero en algo estaba de acuerdo con ella, estaba de acuerdo en recuperar el cuerpo de su amada. Al menos, quería darle la dicha de mantenerla intacta y una vez resuelto lo del pozo, llevar sus cenizas con su familia para que al fin su alma encontrara un poco de paz.

- Afortunadamente Koga no estuvo presente, hubiera reaccionado igual o.. Tal vez peor. Sin embargo, debemos decirle, entre más ayuda será mucho mejor. Ve por él, yo iré con los demás también saldré en busca de Kohaku. No sabemos cuál será el próximo movimiento en su tablero. Debemos estar preparados 

Salieron del agujero y Kikyo se adentró en la cabaña. Inuyasha se dirigió al lugar donde anteriormente Aome se encontraba acostada y el fuego estaba presente...


Había pasado una semana desde lo sucedido.

La salud de la anciana Kaede cayó abrúptamente debilitandola tanto física como espiritualmente; el sentimiento de culpa no la dejaban tranquila, los chicos salían cuando el sol estaba en su punto más alto en busca de pistas que los llevara a su enemigo o al cuerpo de su amiga. Pero no obtenían nada. Regresaban cuando el sol empezaba a ocultarse.

Por órdenes de Kikyo el monje Miroku ayudó al jóven lobo a controlar su instinto asesino ya que luego de recibir la noticia de lo que sucedió, perdió por completo el control de si mismo, mató a unos cuantos aliados sólo por diversión, aunque ya tenía problemas con ellos. Incluso, la sacerdotisa les brindó un techo en cabañas que ya estaban abandonadas en la aldea. Con su ayuda al menos ya estaban preparados para un posible ataque

Cuando Kikyo regresara, esperaban contar con la ayuda de alguien más, no sabían si aceptaría pero tenían una pequeña esperanza de contar con su apoyo

El sufrimiento de Aome [Inuyasha] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora