𝐏𝐀𝐑𝐓𝐄 𝟑

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𝐁𝐄𝐑𝐋𝐈𝐍 𝟐𝟎𝟖𝟖 - 𝐉𝐔𝐍𝐈𝐎 𝟎𝟑

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𝐁𝐄𝐑𝐋𝐈𝐍 𝟐𝟎𝟖𝟖 - 𝐉𝐔𝐍𝐈𝐎 𝟎𝟑

𝐔𝐧𝐚 𝐡𝐨𝐫𝐚 𝐯𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐨𝐜𝐡𝐨 𝐦𝐢𝐧𝐮𝐭𝐨𝐬 𝐚𝐧𝐭𝐞𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐦𝐚𝐠𝐧𝐢𝐜𝐢𝐝𝐢𝐨

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𝐌𝐀𝐑𝐋𝐎𝐍

Las personas mantenemos patrones de vida, rutinas a las que, sin querer, estamos apegados, pero mi existencia se veía empañada por el amargo café negro que, cual maldición, envenenaba cada mañana. La falta de resultados me socavaba mi apetito y arruinaba la comida, el almuerzo y la cena. La culpable de esta pesadilla era una maldita mujer de cabello castaño oscuro, una figura que convertía mis días en una secuencia monocromática de blanco y negro

El observarla con cautela me daba jaquecas. Diariamente, la veía disfrutar de su café con leche, endulzado con tres cucharadas de azúcar, a punto de causar una diabetes a mí vista. Para después dar un pequeño sorbo, sacar con parsimonia un cigarro de papel negro de su bolso y lo consumía hasta la última bocanada, dejando su taza a un lado.

Hace una semana que me emplearon para la misión de recopilar toda la información sobre ella, descubrir su nombre, su familia y sus debilidades. No sé qué me irrita más: seguir sus pasos a donde sea que vaya o la ironía de tener que proteger a una asesina que claramente puede cuidarse sola. Porque sí, el trabajo incluía el paquete de ser su halcón protector.

Miré el reloj, eran las 13:28 pm. Mi vista se concentró en la melena castaña oscura que se alzaba de la silla con brusquedad, desafiando la delicadeza que se espera de una mujer. Esta vez, llevaba una blusa de cuello de tortuga, jeans negros, un saco de cuero café oscuro y botas de cordón que llegaban a la rodilla.  Cambiaba su atuendo sutilmente cada día, lo único que cambiaba en su ropa era su saco o su chaqueta de cuero y el largo de sus botas. En mi opinión podía pasar desapercibida, excepto por su presencia que permanecía ominosa a cualquier hora.

La puerta automática se abrió dejándola salir de la zona cero. Me levanté con calma, acercándome a la caja de cobro. La chica de ojos verdes, Agnes, me atendía como siempre. Hablar con ella me distrajo brevemente.  Últimamente, relajo mi guardia alrededor de ella, saber su nombre me costó hacer un pedido de pastel hace tres días. El bajar la guardia hace que me preocupe de ser delatado, ya que, las mujeres de esta organización pueden fingir que te aman y matarte mirándote directo a los ojos.  Pero no podía evitar perderme en el pelo rubio y los ojos color esmeralda. Después de que dije un par de frases vergonzosas, me retiro completamente apenado por mis palabras torpes y salgo de la aparente cafetería para buscarla.

Ella es como un gato, desapareciéndose de mi vista a pesar de mis esfuerzos por seguirla, no importaba lo que hiciera en alguna parte del día, ya no la estaban asechando mis ojos. Y como todo gato, va por todas partes sigilosa, callada y atenta. Podría decirse que la rutina de la gatita parece ser su talón de Aquiles, es la misma, por eso, aunque la pierda de vista me costó dos días entender lo fácil que era seguirle el paso. 

ESCOTOMA - LIBRO 1 (Proceso Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora