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Desde que tu padre trajo a esa pequeña criatura no pudiste evitar tener la necesidad de cuidarla, ya que, a tu progenitor solo le importaba su preciado cabello. Lo criaste para que fuera un señorito bien portado, aunque solo fuera dos años menor que tu.
Lo trataste de consentir al ser extremadamente dulce. Jamás te encargarte de su pelo ya que eso lo hacía Gothel, o el mismo.
A diferencia de el rubio, tu si podías salir de la torre, por lo que si tenías la oportunidad de socializar con otras personas. Con el tiempo que pasaba, sus momentos se fueron acortando, y el no lo entendía, ¿Tal vez te hizo enojar? O simplemente te aburriste. Pero la verdad es que ustedes estaban en diferentes etapas y no consideras importante estar tanto tiempo con el, además ya estaba en la adolescencia, todos necesitan su espacio en esas edades.
De todas formas siempre le conseguías regalos para su cumpleaños, pinturas, telas, hilos, pinceles, arcilla, y otras cosas más. Solo hay una cosa que no podías conseguirle y era el salir de la torre, padre te tenía estrictamente prohibido sacar a Tangled fuera de las paredes que lo tenían encerrado.
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En un tiempo, que no estuviste en casa, conociste a una bella pueblerina, era lo que se podía conocer como una belleza eléctrica, el solo contacto con sus ojos te hacía sentir chispas en los dedos y escalofríos en la espalda.
- Señorita -
- ¡Oh! Señor ____- Te sorprendiste que supiera tu nombre.
-Veo que no se ah enterado, su nombre es bastante famoso por aquí, al ser un caballero tan agraciado - Explicó a tu cara expectante. - Por cierto, me puede conocer por el nombre de Marie.- Hablo mientras pellizcaba suavemente su vestido y hacía una pequeña inclinación.
Tomaste su pequeña mano y dejaste levemente un beso sobre ella. - Un placer conocerle señorita Marie.-
-El gustó es mío -
- Usted me ha llamado bastante la atención, ¿Me haría el favor de concedermé su mano en matrimonio?-
- Yo estaría más que encantada.- Se mostro bastante emocionada.
