Veinte de abril de 1996:
Una pista me llevo a otra y otra hasta que por fin pude dar con uno de los culpables, llevaba meses trabajando en esto, siguiendo huellas de monstruos y convirtiéndome en uno.
Ya sabia como quería que fuera, primero lo atormentaría y luego lo mataría seria una muerte lenta, porque era una venganza y de verdad quería disfrutarla. Luego podría concentrarme en los demás, caerían uno por uno.
Lo investigue, el hombre tendría poco más de treinta años, no tenia familia ni intereses amorosos, al parecer su único propósito en la vida era ganar dinero trabajando en cosas sucias y arruinando vidas. Pertenecía a una banda que traficaba drogas y mataba por dinero, por eso estuvo allí ese día.
No me tape la cara, mi intención era que fuera el ultimo rostro que viera al morir, solo use una gorra y un abrigo largo.
El hombre salió de su casa algo apresurado, parecía un poco nervioso, volteo algunas veces hacia atrás pero me escondí bien, la oscuridad de la noche me ayudaba también.
Su primer error fue girar en un callejón sin salida, el segundo fue darme la espalda, el tercero era tener cuentas que saldar conmigo. Lo agarre por sorpresa y puse mi brazo alrededor de su cuello apretándolo.
-Vas a darme la pistola que tienes en el bolsillo izquierdo de tu chaqueta. -Susurre pasando mi daga alrededor de su cuello.
-Baja eso, no tengo nada que te sirva, además te arrepentirás luego si haces algo.-Dijo temblando un poco, al parecer el tipo era un cobarde, eso solo logro enfurecerme más.
-No me interesa nada de lo que tengas, ahora calla y no te muevas.
Corte un poco su cuello mientras lo asfixiaba, lo hice hasta que quedo inconsciente y luego amarre sus manos con una cuerda. El callejón era oscuro y solitaria, un punto a favor, además era un poco más de medianoche, por lo que nadie nos vería, estábamos en los limites de la ciudad.
El hombre empezó a despertar luego de unos minutos, en los que no pare de darle golpes, gritaba que parara, que lo soltara y estaríamos en igualdad de condiciones. Pero no lo iba a hacer, se merecía estar indefenso, así como estuvo mi hija ese día.
Hice cortes en sus muslos y brazos, tosía mientras salía sangre de sus boca y parecía costarle respirar.
-Para, no he hecho nada, por favor. -Susurro, pero yo estaba lleno de ira y dolor. Solo quería que pagara.
-La recuerdas.-Dije mostrándole una foto de mi niña. -La mato una bala perdida, te contaría la historia pero creo que debes conocerla muy bien.
-Fue un accidente, nadie quiso que eso pasara, por favor para. -Dijo entre lagrimas de dolor mientras me miraba con suplica. Pero no cedería él no se merecía mi piedad.
-¡Cállate, un maldito accidente que ustedes provocaron!, ¡Son unos hijos de puta y voy a hacer que paguen, oíste! -Grite golpeándole, el sollozaba y pedía que parara pero no quería. Tenia que sufrir.
Llene mis manos de sangre torturándole, lo golpee hasta que mis propios nudillos sangraron y mi cuerpo pidió que parara, luego le hice un corte más profundo en el cuello, la sangre empezó a salir a borbotones y yo sabia que moriría lentamente mientras se desangraba.
Entonces me fui, deje sus gritos de dolor atrás y me puse mi abrigo ocultando un poco la sangre en mi camisa, fui a casa y por primera vez desde que todo sucedió no tuve pesadillas. Por fin halle una manera de ahuyentar a los monstruos y ahora nada podría detenerme.