5. Pesadillas

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Veintisiete de Junio de 1996:

Esa fue la única noche en la que las pesadillas pararon, ya habían pasado dos meses del asesinato y yo seguía soñando  con su muerte, seguía soñando con los datos que había logrado conseguir. Seguía alimentando esa rabia que quería soltar, porque había días en que la tristeza era asfixiante, había días en los que la soledad era un calvario.

Tenia miedo, porque ya había encontrado algo que hacia que la culpa no pesara tanto, pero era aterrador, no me daba miedo matar, ni siquiera me hacia sentirme culpable, y era eso lo que me aterraba, me estaba convirtiendo en un monstruo y lo peor era que no quería.

¿Qué pasaría cuando matara a los culpables, las pesadillas seguirían atormentándome por las noches?, si no tenia a nadie a quien matar me volvería loco, me estaba convirtiendo en un maldito psicópata y ya ni siquiera era eso lo que me importaba. 

Me dolía el hecho de que aunque matar saciaba mi ira, no me generaba ningún alivio, porque por más que quisiera, hacer justicia no me devolvería lo que perdí, no regresaría a lo que alguna vez fue; cada vez que mi mente se perdía entre recuerdos, y era capaz de escucharlas y evocarlas en mi mente, tenia que volver a la realidad, una en la que ellas ya no estaban, estaba solo y me dolía, porque ahora no podía reconocerme ni a mi mismo, perdí todo y me perdí a mi mismo también.

Que me quedaba ahora, hacer justicia y luego que, estaba en un limbo, mi rumbo se había perdido, el dolor era a veces tan asfixiante que quería morirme, solo no lo hacia porque tenia que hacer justicia, tenia que hacer algo por ellas, eso era lo único que me detenía para no matarme yo mismo.

Diario de un asesinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora