IV

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Saliste de tu casa tras discutir con tu familia.

Furia.

Era en lo único que podías pensar y sentir,  ni siquiera querías pensar en ello.
Un gélido viento comenzó, lo que te hizo temblar al no llevar más que tu ropa de casa, una sudadera que encontraste que no era muy abrigadora que digamos, pero te calentaba un poco. Lo único que tenías era tu fiel balón y tu celular.

Te dirigiste al campo de fútbol al que solías ir que, para tu fortuna, estaba libre, y como no estarlo si eran las 12 am. Le marcaste a Meguru, en un impulso de encontrar consuelo... Pero lógicamente, estaba dormido, o al menos eso creíste. No insististe más.

-Bien, ____, empecemos- Te dijiste a ti misma.
En seguida comenzaste a calentar un poco, en un intento de obtener un poco del calor que te hacía falta. Después de ello, comenzaste a entrenar.

Ideaste jugadas asombrosas en tu mente, imaginando que jugabas contra el equipo rival del próximo torneo en que participarías.
Estabas a tope, cada vez ejecutando técnicas asombrosas con mucha fuerza.
Tan absorta en desquitar tu enojo estabas que no te diste cuenta que alguien había llegado.

-¿____?- El chico de ojos amarillos te miró, incrédulo.

Como si fuera cosa del destino, resultó que ésta vez Meguru no podía conciliar el sueño y dejó su celular en casa, por supuesto, había ido al mismo parque que tú, a la misma hora.

Tú ignoraste todo, tan sólo te concentraste en jugar. En una de esas, le lanzaste el balón y entonces se volvió en uno más de tus rivales. Por supuesto, Meguru extrañado decidió seguirte el juego.

Al inicio todo iba bien, Meguru te seguía el ritmo e incluso conforme ibas aumentando más y más la fuerza él también lo hacía.
Pases y pases, el balón se veía como un destello de tanta velocidad, casi parecía que se podría romper. Ninguno cedía en anotar el gol.
Después de un rato, fuiste tan brusca con él como jamás lo habías sido, fuera de ti misma, tu monstruo te dominó y envolvió en sí mismo, alejándote de la realidad, tanto así que golpeaste a Meguru en la cara con el balón.

Su quejido y la sangre que chorreó de su nariz y boca te despertó del trance en el que te habías metido.

-¿Meguru?- hablaste, una vez vuelta en sí. No podías asimilar el hecho de que estabas frente a él y el balón manchado de la sangre que escurría de él. No lo dudaste y te acercaste a auxiliarlo.

-¡Meguru!- hablaste más fuerte, cerca de él tratando de sostenerlo y llevarlo hacia el grifo más cercano. Una vez ahí, lo ayudaste a enjuagarse la sangre y le diste tu sudadera para que lo usara como pañuelo y que no escurriera la sangre. Él sólo se quedó en silencio.

En cuanto paró el sangrado, hablaste. -Lo siento... Me dejé dominar por la ira, no debí- te dolió muchísimo haberle hecho eso, aún más sabiendo lo que había pasado con el acoso, las lágrimas salieron de ti. Ni siquiera querías mirarle a los ojos, no te sentías digna de eso.

-Sabes... Antes te veías como un demonio y ahora como un ángel- Bachira rompió la tensión sonriéndote a pesar del dolor que debería de estar sintiendo.

No lo pensaste, te lanzaste sobre él cubriéndolo en un abrazo. Ni la situación seria te impidió aprovecharte y tocarle los músculos que tanto te gustaban, discretamente por supuesto.

Meguru correspondió el abrazo, y más allá de la sangre su rostro también estaba rojo. No se molestó nunca, pues sabía que te encontrabas mal. No tenía nada que perdonarte.

Te prometiste a ti misma jamás dejarte controlar por "eso" de nuevo, al menos hacerlo por él.

Monstruo - Bachira Meguru x TNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora