❦ 𝐓𝐇𝐄 𝐓𝐀𝐑𝐆𝐀𝐑𝐘𝐄𝐍𝐒 𝐏𝐔𝐑𝐈𝐓𝐘
𝐄𝐍 𝐔𝐍 𝐌𝐔𝐍𝐃𝐎 𝐃𝐄 𝐃𝐑𝐀𝐆𝐎𝐍𝐄𝐒, Naerys Targaryen se ve atrapada en medio de una disputa entre su hermano y su hermanastra. Criada con resentimiento hacia su padre y su hermanastra, Naerys debe n...
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❦ 𝐇𝐨𝐰 𝐜𝐨𝐮𝐥𝐝 𝐲𝐨𝐮...? ❦
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Mientras caminaba con su madre y Ser Criston, Naerys observaba el entorno con atención. Pasaron por el gran salón, donde los señores y damas del reino se reunían para fiestas y reuniones. Las puertas estaban cerradas, pero podían oír el murmullo distante de las voces desde dentro.
A medida que seguían, atravesaron los jardines reales, —¿He perdido mi cordura, Ser Criston? ¿Mis sentidos me han engañado o todos están atrapados en el mismo sueño confuso? —preguntó la reina Alicent, rompiendo el silencio que los había acompañado desde que terminó de conversar con su esposo.
—A veces así parece, majestad —concuerda Ser Criston, manteniendo la mirada al frente.
—Ella alardea del privilegio de su herencia, espera que todos en La Fortaleza Roja nieguen la verdad ante sus ojos. Y el rey, su padre...
—Él lo sabe.
—¡Por supuesto que lo sabe! O lo sabía y se convenció de lo contrario. ¡No hace más que justificarla!
Naerys escuchaba atenta las palabras intercambiadas entre su madre y su protector. Había oído a su madre múltiples veces decir que sus sobrinos no eran más que bastardos. Ella misma lo comprobó una noche, espiando a su hermana y descubriendo su relación con Harwin Strong. Lo que más la impactó fue ver que Laenor estaba enterado y aceptaba el amorío. Al principio, Naerys habia sentido pena por el hombre, creyendo que estaba siendo vilmente engañado.
—La princesa Rhaenyra es descarada e insaciable —comenzó a decir Ser Criston con veneno en su voz—. Una araña que pica y deja seca a su presa. Una puta mimada.
Tanto Alicent como Naerys se detuvieron ante las palabras de su acompañante. Alicent lo miraba con reproche, mientras que Naerys no pudo evitar una sonrisa divertida.
—El lenguaje vulgar no le queda bien, Ser Criston —comentó Naerys, entretenida. Ahora, era ella quien recibía una mirada desaprobatoria por parte de su madre.
—Fue inapropiado, majestad, me disculpo —dijo cabizbajo Ser Criston.
—Tengo que creer que el honor y la decencia van a prevalecer —continuó Alicent, ignorando lo dicho por ambos—. Tenemos que confiar en eso y estar unidos.
Alicent acarició el cabello platinado de Naerys antes de tomar caminos diferentes; la reina se marchaba sola mientras Naerys quedaba bajo la protección de su guardia juramentado. Mientras continuaba su caminata con Ser Criston por los pasillos de la Fortaleza Roja, no pudo evitar pensar en la incomodidad de su madre cada vez que Larys Strong estaba cerca. Su figura y su mirada aguda parecían llamar la atención, incluso de la Reina. Naerys se preguntaba cómo había ganado tanto poder e influencia sobre ella.