un poco de comPASIÓN

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Mad disfruto mucho de molestar a Emma, pero no tanto como disfruto escucharla gemir, gemir su nombre, estremecerse por ella, probar sus jugos, probarla a ella entera. Emma sabía dulce, exquisita, algo adictivo había en ella porque desde que Emma dejo su habitación, solo había deseado volver a poner su lengua dentro de ella.

No podía dormir pensando en ello, así que cuando dieron las una y sintió a Emma dejar su cuarto, ella la siguió.

—¿Se te quito el enfado?—pregunto Mad con una sonrisa burlesca, apenas apareció en el pasillo.

—no tengo ganas de hablar contigo.

—¡UY! ese humor, ¿Que pasa?¿Aún insatisfecha?— dijo acercándose al mesón dónde hace unos segundos Emma se estaba sirviendo leche.

—Alejate— dijo pegándose más al mesón, cuando se sintió muy acorralada entre este y Mad.

—¿Que haces despierta a esta hora?

—podria preguntarte lo mismo a ti.

—yo pregunté primero.

—no puedo dormir.

—¿Por qué?— pregunto en un tono más bajo, convirtiendo la escena en algo sensual.

—no te interesa— dijo intentando liberarse.

Sin embargo Mad fue más rápida, tomo su cintura y con su cuerpo presionó a Emma contra el mesón, haciendo que el coño de Emma se humedeciera al instante.

—porque estoy caliente, ¿Contenta Mad?— Mad sonrió.—¿Ahora sí me puedo ir?

—¿No quieres saber por qué sigo despierta?

—no me interesa— intento irse, acto que resultó ser contraproducente, pues volvió a sentir como el coño de Mad golpeaba suave contra el de ella.

—¿segura?

—Bien Mad, ¿por qué no puedes dormir?

—¿Que tal si ya no quiero decírtelo?— dijo sonriendo malévola, Emma bufo e intento safarse nuevamente.

Mad se presionó con fuerza sobre su cuerpo, y con sus labios golpeando el lóbulo de la ojiazul, susurro:

—porque no puedo dejar de pensar en ti gimiendo

Eso fue suficiente para Emma, su temperatura se disparó como loca, y era tan notorio lo húmeda que estaban sus bragas en este momento, sintió su piel erizarze y todo su cuerpo respondió ante esas jodidas palabras.

—¿Que quieres lograr?— pregunta Emma con una voz tan grave que ya ni siquiera ella se reconoció la voz.

—¿Que qué quiero lograr?— pregunta mientras levanta el cuerpo de Emma con suma facilidad y la sienta sobre el mesón.— pues que te corras en mi boca mientras gimes mi nombre como la putita que eres.

Emma gimió, así de fácil, con solo escuchar a Mad hablar, eso era todo para lograr calentarla, nada más que escuchar a su amiga provocarla.

—¿Y que mierda estás esperando para usar esa puta lengua?

—que me ruegues.

—¿Cómo?

—dime cuánto lo deseas.

Emma tomo la mano de Mad enfadada, por dios, era tonto que tuviera que decirle cuánto lo deseaba si era tan obvio, introdujo su mano con violencia entre su pantalón de pijama y sus bragas

—¿Te queda alguna jodida duda de cuánto lo deseo?— pregunto cuando la obligo a sentir su humedad.

—no sabía que eres tan fácil.

Amigas con beneficiosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora