Capítulo 4

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Yoongi.

Las horas de espera me parecían una tortura, el mesero había quedado de avisarle al dueño sobre mi propuesta, pero el tiempo seguía pasando y no recibía respuesta alguna. Después de casi dos horas, decidí entrar al interior del prostíbulo, donde se encontraban las habitaciones y camerinos, el lugar era enorme, se podían apreciar varias recámaras donde en la mitad había un tubo para bailar, una botella de vino con dos vasos y espejos, después de ver todo eso no pude evitar sonreír, imaginando todo lo que podría pasar en una de esas habitaciones con aquel bailarín.

Luego de buscar por un buen rato, al fin había encontrado a Jimin, el cual estaba arrodillado en el suelo en la entrada de una de las habitaciones más grandes y detalladas, a su lado había un hombre gordo y de estatura pequeña, el cual sostenía un cigarro en su mano izquierda, mientras miraba con enojo a Jimin. El hombre tenía su mano derecha echa un puño, con algunas gotas de sangre seca en los nudillos, no pude evitar sentir un escalofrío al pensar en lo que le había podido haber hecho a mi bailarín.

—¡Me niego a perder el poder sobre ti! —exclamó el hombre—. Has sido mi puta durante años ¿Crees que me puedes hacer a un lado solo por un hombre con más dinero? Estas equivocado.

—Yo no hice nada —susurró Jimin—. El prostíbulo así lo decidió, decidió lo mejor para el lugar.

—¡Mentira! —gritó.

El hombre rápidamente alzó su mano derecha y golpeó el rostro de Jimin, haciendo caer completamente al suelo, la sangre que desprendía su rostro se hizo presente, alterando mi paciencia. Corrí lo más rápido que pude hasta quedar al frente del hombre, el cual me miró sorprendido al verme tomar su camisa mientras lo amenazaba con mi pistola.

—Escúchame muy bien ¡Jamás en tu puta vida volverás a tocar a Jimin! Ahora me pertenece. —dije poniendo la pistola en su cabeza.

—¿Quién demonios eres tú? —preguntó el hombre mirándome fijamente.

—Tu peor pesadilla. —murmuré para luego jalar el gatillo y acabar con la vida de aquel hombre.

Pude escuchar los gritos de las personas, alarmadas por el disparo, así que sencillamente tomé a Jimin del brazo y lo saqué de ahí, rápidamente trató de oponerse, diciendo que él pertenecía a ese lugar, pero después de ver cómo lo trataban, no podía dejarlo allí, sentía que debía protegerlo a como diera lugar, por alguna razón, sentía que tenía una conexión muy grande con Jimin ¿Por qué? No lo sé, pero no tenía tiempo para averiguarlo.

Salimos del lugar y entramos a una camioneta lujosa la cual no me costó mucho abrir, mi padre me había enseñado lo básico para robar, pues según él, más adelante me serviría para algo y ahora veo que era verdad. Luego de un momento arreglando los cables, pude lograr que la camioneta encendiera, a lo lejos pude divisar el Mercedes de Hoseok, lo cual significaba que seguía dentro del prostíbulo, así que decidí conducir aún más a las afueras de Seúl, donde sólo quedan algunos edificios y nada más.

—Te llevaría al hotel de mi amigo, pero olvidé pedirle llaves extras. —confesé sonriendo por lo tonto que había sido.

—No pasa nada. —susurró mirando sus manos.

Jimin era un poco tímido, pero en sus ojos podía notar maldad y dolor, no era esa clase de chico en el que confiaría, su personalidad inocente no ocultaba su aura oscura, aquella que demuestra que no le temería a dispararle a alguien solo para su beneficio, pero a pesar de todo eso, deseaba quedarme con él. Después de horas conduciendo, llegamos a un campo vacío, donde sólo había un prado verde y algunos cuantos árboles, se podía apreciar la luna llena y cientos de estrellas que iluminaban la noche oscura, pero a pesar de todo eso, el lugar no estaba muy retirado de la ciudad y en cualquier momento Jimin podría escapar, pero muy dentro de mí, deseaba que no lo hiciera.

—Tu rostro está muy lastimado, espera aquí. —dije para luego salir del auto y caminar hacia la parte de atrás.

Empecé a buscar en las cosas que había dejado el dueño de la camioneta y para mi suerte, había un botiquín casi vacío, pero tenía lo necesario para curar las heridas, rápidamente lo tomé y entré al auto, pero Jimin no estaba allí.

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La pintura Mágica. (Completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora