─ 𝘼 𝙚𝙨𝙘𝙤𝙣𝙙𝙞𝙙𝙖𝙨 ─ Julián Álvarez

24: ʜᴏꜱᴘɪᴛᴀʟ

Falta solo 3 días para irnos a Reino Unido.

Pero Julián ultimamente levantó mucha fiebre.

— Dale Juli, —insistí— toma la pastilla.

— No Ava, no quiero —dijo tapándose.

— No te tapes, te va agarrar más fiebre.

Agarre el termometro para ver cuanta fiebre tenía.

Él levantó el brazo mientras yo ponía el termometro.

— Y ahora? —preguntó él mirandome bajoneado.

— Hay que esperar que empiece a sonar —le sonreí un poco esforzada.

— Me buscas un vaso de agua? —respondió hacíendo que yo asienta con la cabeza.

Fui hasta la cocina mientras llenaba el vaso con agua.

Cuando estaba subiendo vi un Actrón arriba de una mesita.

Agarre la pastilla y fui rápidamente con Julián.

Cuando llegue a la pieza pude escuchar como sonaba el termometro.

Deje todo en la mesita de luz y fui con él.

Lo saque lentamente ya que a él le dolía todo el cuerpo.

Vi el termometro y me quede media impactada.

— Julián... —le mostre para qué él vea con sus propíos ojos.

— Tengo 39.6 —se sorprendió.

— Vamos que te llevó al hospital —fui a su placar a buscarle algo de ropa— cambiate, no vayas así.

Él me dio la razón como un nene chiquito.

— Querés que te ayude? —dije viendolo mientras hacía lo posible para ponerse el short corto.

— No, no sos mi mula para ayudarme en todo —negó.

Me quede viendolo un rato como luchaba con el short hasta que me acerque y lo ayude.

— Qué tanto me tocas la pija —dijo él, todo un principe.

— Encima que te ayudo —rode los ojos— te enojas.

— No, te estaba jodiendo —sonrió.

Lo ayude a bajar las escaleras y lo metí adentró del auto.

— Pone música —agarró mi celular intentando poner la contraseña pero no le agarraba.

— Usa el tuyo, tengo poca bateria —le saque el celu de la mano poniendolo en donde estaba.

— Qué escondes, infiel —se cruzó de brazos.

Suspire profundo dándole el celular desbloqueado.

Cuando se lo dí empezó a sonreír y buscar un tema.

Puso uno más feo.

Pero me la tengo que bancar.

Se puso el semáforo en rojo hacíendo que frene, y me quede mirando a Julián.

Pasaban miles de chicas hermosas pero a ninguna le daba bola.

Hasta qué apareció un chico con una hamburguesa, lo seguía con la mirada en todo momento.

— Tenes hambre? —avance porque ya se había puesto en verde.

— No, pero tengo ganas de vomitar.

— Vomita ahí —le apunte el piso del auto donde apoyaba sus pies—después yo lo limpio.

— Mira si te voy a ser limpiar a vos? —frunció el ceño— no nena, no digas pelotudeces.