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Al despertar todo fue completamente igual, una semana y todo seguía igual. Nadie había visto a Lucerys, nadie se acordaba y la cordura parecía abandonar su cabeza con cada paso ¿Acaso había cambiado de realidad? Decidió encerarse en la biblioteca leyendo todo lo que podía sobre personas que habían desaparecido sin dejar rastro. No sabia que más hacer, todo parecía una pesadilla de la cual no podía despertar y entre su desesperación encontró un hilo en Reddit. No confiaba en aquella red social, pero no era como si su investigación de periódicos y registros lo estuviera llevando a algo.

Todos creen que estoy loca, pero me gustaría hablar sobre como mi profesor de historia desapareció. Nadie lo recuerda, pero estuvo en Oxford por varios meses y un día simplemente se esfumó. Nadie lo recuerda, no existen registros de él y realmente creo que quizás era un alienígena. Sus ojos eran celestes como el hielo o el cielo, tan raros. Su cabello era negro y también era super alto, probablemente dos metros. Siempre de traje, casi nunca sonreiría, realmente un hombre muy apuesto y misterioso, a veces creo que fue un sueño, pero se que no.

Mi abuela me contó algo similar, pero sobre una mujer muy adinerada que vivía en un pueblo. Me decía que era extremadamente hermosa, cabello blanco como la nieve al igual que su piel y ojos celestes como el hielo. Todos creían que era una bruja y un día desaprecio sin dejar rastro, aquel mismo día desaprecio un joven de cabello rizado oscuro. Mi abuela recuerda perfectamente haberlos conocido, pero nadie mas en su pueblo lo hace.

Su única pista eran alienígenas y brujas, no podía estar más terriblemente perdido ¿Quién demonios creía en cuentos y teorías conspirativas? Aquellas historias vacías no le daban pistas, solo lo perturbaban. Debía encontrar una solución. Lucerys no podía simplemente desaparecer.

—Aemond, Lucerys te necesita...esta asustado —

¿Helaena? ¿Cuándo había llegado? Esos detalles no eran importantes, ella había dicho "Lucerys".

—¿Lo recuerdas? Ayer te pregunté y no contestaste el mensaje ¿Dónde está? ¿Quién lo tiene? – el cansancio abandonó su cuerpo mientras se levantaba, iría por su sobrino y lo arrebataría de los brazos de cualquier idiota que se había atrevido asustarlo.

—Perdón, estaba dormida y lo vi en mis sueños. Esta con Svarog, lo ha tomado cautivo, pero no lo esta tratando mal...solo no quiere dejarlo ir. Le gusta que cepille su cabello, le gusta que se parezca a su amante —

Adoraba a su hermana, pero sentía que le estaba jugando una broma pesada — ¿Svarog? ¿El dios eslavo del fuego? — llevó sus manos a su cabeza buscando calmarse ¿Cuál era su otra opción? Su hermana era la única que recordaba a Lucerys — Cuéntame más del Svarog de tus sueños — dejó caer su cuerpo en la silla, quizás seguía metido en un sueño lucido sin fin.

—Su cabello es blanco como la nieve al igual que su piel, tiene ojos celestes como el cielo despejado. Es hermoso, tiene a Lucerys a su lado todo el tiempo y las veces que lo he visitado me hace trenzas en el cabello. No es un hombre, pero tampoco una mujer...es el gran dragón blanco —

Estaba haciendo su mejor intento de comprender sus palabras, pero solo parecía un cuento —¿Cómo esta Lucerys? ¿Cómo lograste verlo? — debía seguirle el juego, su hermana no estaba loca y era la única que por el momento le entregaba información, aunque fuera compleja.

—En mis sueños, Aemon los sueños son importantes y te lo he dicho antes. Cuando soñamos entramos a otra realidad, a nuestras otras vidas. Tu eres un príncipe en algunas vidas y montas al dragón mas grande de aquel mundo, pero ni ese dragón es mas grande que Svarog. Lucerys soñó con ella, se vieron por primera vez y no pudo volver más. Lo atrapó en su bosque, cada día que pasa su rastro en esta realidad se vuelve más débil...un día tú también lo olvidaras —

Un escalofrió recorrió su cuerpo, su hermana no lo estaba asustado. No existía ni una sola pizca de duda en sus palabras, ella había visto a esa criatura y estaba frente a él contándole a detalle todo — No puedo olvidarlo, no podemos olvidarlo — murmuró aun buscando comprender sus palabras.

—si podemos, mira tu rostro...el parche es inútil, has recuperado tu ojo. La deuda a sido pagada —

Tocó su rostro sin creérselo, pero su hermana nuevamente hablaba con la verdad. El parque era solo un adorno, la cicatriz había desapareció y su ojo se encontraba como si nada hubiera pasado — enséname, quiero ir por Lucerys. Tu has podido entrar y volver, tu tienes la llave — la desesperación empezó adueñarse de él, pero cuando intento tocar a su hermana...ella desapareció entre sus dedos — ¡Helaena! —

Se levanto de golpe gritando en medio de la biblioteca bajo la mirada de varios estudiantes, su cuerpo temblaba y le costó llegar al baño. Necesitaba mojarse el rostro y recuperarse de aquella pesadilla, era normal caer dormido leyendo cuentos de alienígenas y brujas.

Dejó el parche de lado para sentir el agua fría en su rostro — Aemond no pierdas la cabeza — se dijo a si mismo antes de mirar su reflejo — mierda — el espejo no mentía, la cicatriz había desaparecido y también el zafiro. 

You are my fantasyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora