Capitulo 4

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"El sonido del reloj mental que crea mi cabeza vacía, es la preocupación insistente de mi subconsciente, se aferró a creer que de esta forma podría levantarme, pero es en vano, desde que caí en este estado envolvente de mi zona de confort, ya no es lo mismo.
Me gusta, me hace sentir segura, aunque tarde o temprano me termine ahogando por completo, no lucho porque ya lo intente, varias veces, encontré lo que parece ser un engañoso y monótono estado constante en el que no hacer nada, lo es todo. Aquí ya no hay peligro, aquí estoy bien, aquí estoy a salvo, aquí el mundo exterior no existe, ni siquiera yo.."

-La vida pasa- dijo mamá. -Tarde o temprano a todos nos ocurrirá, es parte de la naturaleza.- prosiguió, pero mi mente estaba en un pequeño desacuerdo, era lejano pero no lo quería aceptar.

Luego de unos largos meses, el sonido de un sollozo y desesperado llanto, alertó todos mis sentidos.

-Mamá..- susurre..

Salí corriendo en la dirección que me llevaba el instinto, y ahí experimente la empatía, por primera vez en mi vida, lloré por ver llorar a otro ser, mi llanto era desconocido, silencioso y doloroso, de alguna forma ver sufrir a la persona que me otorgó la vida, me hacía sufrir.

Sólo me quedé estática observando todo lo que pasaba frente a mí, estaba tratando de analizar y buscar respuestas, papá abrazaba fuertemente a mamá y en un intento de consuelo repetía lo mismo..

-Todo estará bien, ya conoces a esa mujer, es terca, pero fuerte.-

-¿Porque nadie me dijo nada?, esto es mi culpa, se suponía que yo tendría que estar ahí, la deje sola Massimo, no lo tenía que permitir.- estaba desesperada y yo solo podía ver.

-Entiende que ella estara bien, no puedes sólo ir, están sus demás hijos..- dijo papá alterado.

-Escucha Massimo, no dejaré a mi madre morir, no la dejaré sola, lo sabes, me conoces.- dicho eso, mamá se safo de los brazos de mi padre y comenzó ordenar todo a su al rededor, desde la habitación hasta su maleta. -Soy la única que si luchará por ella..- dijo en un hilo ligero y temblante de voz.

La tensión y el dolor en la habitación era palpitante, gire mi cuerpo y trate de despejar mi mente de todo, sólo me dirigí ante los libro de literatura y matemática que antes con emoción practicaba, pero que ahora se desmanchaban con cada gota que caía de mi pequeño rostro.

Pasaron los días y era notoria la ausencia de mi madre en nuestro hogar, papá se la pasaba de mal humor, mi yo era ajeno a saber todo lo que sucedía y prefería no preguntar, no hasta el debido momento.
Aprendimos mucho juntos, desde matemáticas hasta como dibujar las letras del abecedario, eran cosas que el deseaba hacer con perfección, aunque la tencion por un error era evidente, podía disfrutar de esto como si fuera la última vez, teníamos una conexión inmensa y era sumamente hermoso.

-Mi pequeña niña, en unas horas debemos de marcharnos, aremos un pequeño viaje hasta donde se encuentra tu madre, pero necesito que me prometas que serás totalmente responsable de tus cosas.- me pidió con tristeza, otra ves comencé a sentir miedo y curiosidad por sus palabras, mi padre no era el típico ser de transmitir dolor y si eso pasaba, entonces estaba siendo totalmente perjudicado y no tenía el control absoluto ante la situación.

-Prometido!- dije con emoción. -¿Donde está mamá?, ¿Porque vamos?- este era justo el momento correcto de preguntar.

-Iremos donde vive abuelita, al campo y las montañas, te encantará el viaje, será como cuando eras chiquita y íbamos en el Falcón.- dijo y la emoción que sentí por saber que vería a mamá y podríamos pasear por la ruta mientras la luna brillaba, me hacían sentí más viva que nunca. - Pero quiero que sepas que ante lo que llegues a ver, tienes que ser fuerte y cuidar de tu madre, ella te necesita.- asenti y admito que no recibí del todo su petición, la emoción por viajar inundaba más mi mente que cualquier otra cosa, mi ropa, mi maleta, llevar mis libros, mi mente ya estaba preocupada por tener todo bajo control.

Las horas de viaje fueron largas y agotadoras, pero la vista y los olores, eran incomparables, una mezcla de sentimientos poco fáciles de describir, sensaciones únicas que conectan con con cada célula que recorre mi cuerpo, podía sentir como logaraba abrazarme a mi mismo, y estoy segura que se acerca muchísimo a la sensación de amor y la vida propia. La luna solía alumbrar con muchísima fuerza a la carretera, como si un gigante lo enfocara para nosotros, los privilegiados. Y el amanecer, era la vuelta del atardecer, tan diferentes pero iguales, tonalidades giradas pero con la misma intensidad, puede dibujar el amor en el cielo con cada peculiar y cálido color, esto era el paraíso, mi paraíso.

Al aparcar en frente del cementerio, supuse inmediatamente que algo no estaba bien, un tumulto de personas se encontraban al rededor de lo que parecía ser mi madre y junto a ella, mi hermana.
Estaba en un estado aislado, no comprendía lo que sucedía y sólo me limite agarrar con miedo la mano de papá, proseguimos caminando, mi padre saludaba y dedicaba sus condolencias, al entrar en la morgue entendí porque todo se sentía así, tan lejano y triste, el cuerpo de mi abuelita, la madre de mi madre, posaba justo en frente de nosotros, dentro de un cajón marrón y una manta blanca que apenas cubría sus manos, estaba frío, nos acercamos y temblorosamente toque su mano, también estaba fría, observe en ese instante a mi al rededor y como si un déjà vu fuese, mis lágrimas comenzaron a caer, sentía que el aire no me entraba, que alguien me asfixiaba, estaba procesando todo lo ocurrido y por primera vez, pude entender por completo una situación que se desviaba de mi atención, el llanto desesperado de mamá, las valijas, la preocupación de papá, el viaje, mi familia maternal completa, estábamos despidiendo a nuestra abuelita, tal y como sucedió con mi Yaya.

Los recuerdos eran los dolorosos, saber que este preciso momento ya lo había vivido, me dolía, no era lo mismo, ni siquiera llegaba al cincuenta por ciento en comparación aquel trajico día. Y no me mal interpreten, las amaba a las dos, pero una de ellas compartió mi infancia entera y a la otra sólo la vi tres o cuatro veces. Pero compartía su dolor, sus llantos, el ver y no poder consolarlos por no saber como hacerlo, era lo que me tenía más en melancolía.

Al salir, pose mi mirada en aquella hermosa mujer rubia que estaba sentada en lo que parecía un pequeño cajón, sus ojos estaban hinchados y se veía vulnerable, mi guerrera, había perdido una batalla. Corrí a sus brazos y me volví su refugió, lloro, por horas, y jamás me aleje, me necesitaba y si no podía ayudar a los demás, tenía el poder en estos momentos de estar ahí, para ella.




Gracias por seguir leyendo.

Recuerden:

Esta pequeña historia, no es una respuesta a cualquiera que sea tu situación actual.
Si te hace sentir mejor, utilízalo sólo para desahogar todo aquello que tengas guardado. Permítete llorar mientras disfrutas del desenlacé literario, pero jamás, sobre todas las cosas, utilices esta historia para tomar una decisión, y recuerda que todo es ficción!

Actualización siempre que pueda.🍃

~ Antes De Mi Carta Suicida ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora