Capítulo 6

23 1 0
                                    

"¿Dulce o Salado? Me lo preguntaba siempre en mi despertar, pero, ¿que importaba ya? Eran tantas la veces que discutia conmigo misma y mi idecision sobre que desayunar, almorzar, merendar o incluso cenar, que ya prefería sólo no hacerlo, sólo dejarlo ahí, eran episodios pasados que ya no queria repetir, que me empujaban a discutir con mi persona, y no, ya no queria siquiera hablar conmigo misma, porque aunque pareciera loco, hasta mi mente se aferraba a la terquedad de su propia alma, a las opciones infinitas que me marcaban lo erróneo o incluso las consecuencias. Eramos dos en una misma, y me artaba tener que compartirnos."

Ahora que, probablemente logré empatizaras con migo. Voy a darte paso a que puedas adentrar mas a fondo la deplorable historia que quiero contarte, a pesar de que emana tanta melancolía, también sea mi forma de encontrar motivo para seguir con vida.

Mi historia, la forma en que expresar mis dolencias en palabras deprimentes, irónicamente se transforma en mi terapia de todos los días, hasta que ya no tenga más días para poder contar...

Soy la única rosa blanca que se destaca entre el montón de aquellas que resaltan en colores. No por hermosa, ni por perfecta, pero soy del poco porcentaje que lleva la piel como el manto blanco que se utiliza para recibir a un recién nacido. Transparente y claro, como mi alma al no querer cubrir lo que pienso o lo que siento, pesar que muchas veces utilice en mi contra sin darme si quiera cuenta del echo aberrante que aveces suelto, tan simples que suenan para mí y tan estupefactos para tantos otros.
Tan translucidamente blanca que puedes observar mis venas moradas, azules o rojisas como mis pómulos delatores de mis miles de sentimientos, llanto, rabia, risa, timidez, etc.
Un arma de doble filo, que aveces logró utilizar a mi favor, dictaminó el sólo aveces, porque al ver mi estatura enojada nunca sabrás si en verdad lo estoy, o si lo logras, me verás como un chiguaga, pequeña y frágil emanando fuego de los rincones de un metro cincuenta y siete, como me hubiera gustado ser alta y que me temieran o incluso me tuvieran un poquito más de respeto.

-Mamita, los niños que nacen con su condicion, no llegan a medir más un metro veinte, pero vamos a intentar sobrepasar esa cifra, con un poco de ejercicio y muy buena alimentancion puede que llegue a un metro treinta, pero desde ya tiene que ser consciente de esta situación.- Mientras recibíamos está noticia de parte de mi doctora de cabecera, mamá me miraba de arriba a bajo y con los ojos empañados, como si tratará de pedirme perdón entre el silencio y nuestras miradas fijas, tranquila madre, superaremos las expectativas.

La brisa cálida de un atardecer en verano, mueve mi cabello fino y largo de un lado hacia el otro, aunque naturalmente siempre fui castaña claro, hoy en día pase de ser una rubia en desespero, a una actual inentendible colorada en tonos naranja, como las hojas que caen ligeramente en otoño.

Quisiera poder contarte que mis ojos son del color del cielo, tan reluciente y encantador, pero es una mezcla entre el verde del pasto y el marrón de la tierra.

-Eres peculiar por tus ojos verde pardo.- dijo mamá a mi ser de ocho años que no sabía con exactitud la peculiaridad de la tinta en su vista.

Las revistas en la peluquería que solia ir papá o fuera de los puestos donde vendían noticias en hojas sin color, nos mostraban la belleza como forma de un sistema estricto y ahí fue cuando descubrí que no era perfecta, y a tan corta edad ya me dolía si quiera querer crecer y afrontar que tal vez, no iba a ser la flaquita con curvas y nariz respingada, y si, soy flaca hasta los huesos y cada día pierdo más, pero también creci sin esos labios y sonrisa uniforme que tanto nos refriegan para poder ser "perfectas", ni mucho menos tengo esos ojos almendrados, los míos son más bien redonditos y chiquitos pero para completar, las pestañas que lo acompañan son igual de derechas y cortas que cada cuadra de esta ciudad.

Como si fuera una maldición, yo, soy lo contrario a todo lo que se sentencia para poder encontrar pareja.
No tengo la herencia de mamá para decirte que soy de enormes prominencias, tanto delanteras como traseras, al contrario, soy aquella escoba con la que solemos borrar nuestras huellas o como los chistes baratos que solía contar alguno que otro adolescente para compararme con otra niña.

Y ya casi no sonrió, aunque admiro mis hoyuelos en silencio, trato de evitar que vean mi dentadura chueca y con lunares, aquellos lunares que suelen crecer en nuestra piel, yo los recibí en mi dentadura, por herencia no, por enfermedad, lastimosamente si. Tal así, que hasta perdí piesas valiosas de mi carnívora boca aunque la higiene sea exactamente igual que el de todos los demás o incluso hasta más, por culpa de mi desespero para poder encajar.
También tengo una pequeña cicatriz en una de mis lampiñas cejas rubias, tan así que puedo reconocer que estoy un poco chueca de rostro.
Y mi nariz, ay mi nariz! Como odio siquiera verme al espejo y saber que está ahí. La aborrezco porque a la proporción de mi pequeño rostro, es exageradamente grande, tanto que de frente soy una y de costado soy otra y aunque tiemble y me da tanto miedo admitir esto, quiero serte realista.
Esta historia no es perfecta, ni mucho menos feliz, y mi persona completa, tanto física como mental, tampoco lo es..

¡Welcome to my fucking world!




Gracias por seguir leyendo.

Recuerden:

Esta pequeña historia, no es una respuesta a cualquiera que sea tu situación actual.
Si te hace sentir mejor, utilízalo sólo para desahogar todo aquello que tengas guardado. Permítete llorar mientras disfrutas del desenlacé literario, pero jamás, sobre todas las cosas, utilices esta historia para tomar una decisión, y recuerda que todo es ficción!

Actualización siempre que pueda.🍃

~ Antes De Mi Carta Suicida ~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora