Empecé el día al comienzo del día cuando me desperté empezando así el día, curiosamente hoy no tuve una pesadilla, así que ya de buen humor me voy a ducharme y vestir.
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Salí de mi habitación encontrándome con Diego en frente de mi puerta, en la de Cinco, al parecer preparándole una broma.
—Deberías darte prisa, Cinco no tardará en salir.— Le dije a Diego divertida apoyada en el marco de mi puerta.
—Buenos días para ti también.— Me contesta sarcástico y Cinco abre su puerta encontrándose con un Diego agachado conmigo detrás. —Y buenos días también a ti.— Dice Diego intentando arreglar la situación.
—Te lo dije.
—Cállate.
—Justo las dos personas a las que menos me apetece ver.— Se queja Cinco.
—A ti no te apetece ver a nadie.— Le contesta Diego.
—A vosotros aún menos.
—El sentimiento es mutuo.— Dije y fui a la cocina encontrándome con el resto de mis hermanos.
—Hablando de la reina de roma, ¿y el otro bello durmiente?— Vacila Klaus.
—Diego está arriba.— Contesté yendo a sentarme.
—Diego ya ha desayunado, estamos hablando de Cinco.— Dice Vanya.
—Ah, está lidiando con Diego, le ha pillado intentando hacerle una broma.— Respondí tranquila alternando mi mirada entre Klaus y Vanya.
—¿No os parece increíble que a pesar de que se lleven entre mal y peor siempre saben donde está el otro?— Pregunta Luther y el resto ríen.
—No, no me parece increíble. No sé como quieres que no sepa lo que pasa delante de mi habitación.
—Excusas, excusas.— Dice Allison.
—Si bueno, la conversación va acabar como siempre, vamos a lo importante. Inés ¿me puedes leer el futuro?— Pregunta Klaus.
—Klaus, ya te he dicho que no soy vidente. Hago otro tipo de cosas más útiles, como hacerme invisible para irme cuando me aburra la conversación.— Contesto divertida lo último.
—Eso es mentira, no hay nada más útil que la visión del futuro brujil.— Dice Luther.
—Se llama clarividencia. No os voy a leer el futuro.
—Ósea que si puedes.— Dice Diego metiéndose en la conversación con Cinco detrás.
—Dejar vuestros futuros en paz, estoy cansado de escuchar la misma conversación todos los malditos días.— Dice Cinco y empieza a hacerse un café.
Klaus y Luther empezaron a quejarse sobre sus derechos como hermanos de una bruja y Cinco empezó a gritarles que se callasen que lo único que decían eran estupideces y se formó tanto ruido que me cansé.
