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Evíl.

Estaba tendida en mi cama viendo el techo. No pude dormir mucho porque había llegado a las tres de la madrugada a casa y no dejaba de pensar en lo que había sucedido. Cameron no había escuchado ningún trueno, ni olores, de hecho; aseguró que no sintió frío alguno. Creo que en un momento pensó que estaba loca, ya que me preguntó si no tenía episodios esquizofrénicos.

Pero eso fue real. Yo sé que él es real.

Reuní todas las fuerzas de mi cuerpo para poder sentarme en la cama y solté un enorme bostezó. La manija de la puerta hizo el sonido que usualmente hace cuando abren y me estremecí en cuerpo completo, lo que me había pasado iba a ser extremadamente difícil de superar.

Mi madre hizo acto de presencia con el semblante serio y entregandome una mirada amenzante, a veces me confundía porque no sabía cuál era su semblante natural.

-¿Te divertiste anoche?- preguntó, haciendo que el sarcasmo sea notable.

La examiné por unos segundos, buscando una simple cosa que delate el castigó que se avecina, pero fue en vano. Esmeralda Huster, madre y viuda. Se entregó a la Dios y la iglesia cuando mi padre murió a causa de un infarto cuando yo tenía solo tres años.

-Si estudiar toda la noche en casa de mi amigo te suena divertido, pues no, no me divertí. - le mentí en un intento de verme tranquila y sincera.

Ella me estudió por unos segundos, con el seño fruncido y de brazos cruzados. Sabía que no la engañaria fácilmente, de alguna manera ella me conoce bien. Aunque ni siquiera tengamos una buena relación entre madre he hija.

- Estás castigada- soltó sin más, tajante y segura.

Reí por lo bajo y me puse de pie, mientras tomaba la toalla de baño y me dirigía hacia este.

- Ahora no encuentras la manera de mantenerme en casa y que...

-No pienses que soy estúpida- interrumpió de manera abrupta- Sé perfectamente que no estabas estudiando en casa de ese chico, que de hecho, ni siquiera es una buena influencia para ti.

Voltee en su dirección porque sabía perfectamente lo que se aproximaba a decir.

-¿Qué?, ¿Por que no es heterosexual?- inquiri cómo respuesta-. Se supone que los siervos del señor no juzgan al prójimo.

En tres zancadas ya la tenía casi cerca. Ella era casi de mi tamaño, pero eso no le quitaba el poco aire intimidante que se guardaba.

-No me faltes el respeto, Edén- advirtió.

Me quedé quieta en una distancia corta de la puerta del baño. La manera en la que se había referido sobre Cameron era un próximo insulto. Y es que ninguno de los dos es una buena influencia para nadie, y fue eso lo que me molestó.

Nos quedamos unos segundos calladas, viendonos fijamente a los ojos. No tenía mucho parecido a mi madre, ni siquiera a mi padre. El tenía ojos grises y el cabello rubio, y ella los tiene verdes con un cabello castaño intenso. Y yo; yo tenía ojos cafés oscuros, casi negros y el cabello del mismo tono....

- Estás castigada- repitió aún más demandante-. Sin salidas.

.... Sin embargo yo tenía la misma actitud arrogante de mi madre, era como si fuera un momento competitivo, viendo quien podía serlo más que quién.

- Me ha quedado claro, madre- solté, con una sonrisa apretada-. Ahora, ¿Me dejas meterme al baño? es que tengo que ir al instituto.

Me adentre en mi pequeño baño y me desvesti rápidamente para entrar a la ducha. El agua tibia hizo que mis músculos tensos se relajarán, intenté disfrutar un poco del agua, pero mi mente viajaba al deteriorado puente, a él y a todo lo que pasó.

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