06. Pelusa En Las Venas.

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Ella no acaba de decir eso...

Einar tocó su frente para tranquilizarse, un montón de bolas de pin pong rebotaban dentro de su cráneo y él no las podía detener.

—No me siento bien... —Murmuró, ignorando lo que escuchó, sintiéndose como un imbecil. Desearía sacar de su casa a esa niña alfa que no tenía una maldita idea de lo que decía. Frente a sus narices, por favor. Era una descarada y no se merecía toda la confianza que él le estaba dando. Diosa, no se quería imaginar lo que ella y Cris...

—Debe ser la resaca —La alfa secó sus manos húmedas y se giró para mirarlo. Inmediatamente Einar clavó los ojos en el suelo—Es una mierda, pero con alka-seltzer, jugo de limón y agua se irá de inmediato.

—Entiendo —Asintió mecánicamente. Poniéndole un alto a sus pensamientos, haciéndolos chocar como autos en una autopista.

—Podría traerle agua mineralizada —Sugirió la alfa —¿O... Prefiere ir a recostarse?

—Preferiría estar solo.

Rain le sonrió suavemente, comprensiva.

Era buena, pensó. Muy amable para ser alfa.

¿Como podía estar tan tranquila después de lo que había dicho? Él quería encajarle los dientes en el cuello.

—Gracias por regalarme esta linda noche, señor Barber. Fue divertido—Dijo Rain tomando su chaqueta del armario de entrada. Él solo asintió mientras abría la puerta, invitandola a salir lo antes posible—¡Lo veo mañana!

La miró irse en silencio. Cuando ella llegó al final de la calle se dio media vuelta para despedirse agitando los brazos sobre su cabeza, él desvió la mirada y cerró la puerta. Apagó las luces de su hogar y fue a su habitación en medio de la oscuridad.

Se sentó en la orilla de su cama, frente al espejo. Cubrió su rostro con las manos temblorosas, resopló entre ellas.

¡¿Como se atrevía?! ¡¿Con qué jodido derecho?!

Era su culpa, por comportarse tan permisible con ella.
Incluso en ese momento había reaccionado tan... Dócil. Einar podría haber desatado un infierno en esa casa. Él debería haberla echado. Debería haberle dicho que era una descarada y una traidora por decir aquello, debió prohibirle volverse a acercar a él, a Criss y a su vida. Pero no lo hizo, por alguna razón decidió quedarse callado.
Era estúpido. La parte que más odiaba de él le decía que Rain ya no volvería si le gritaba. La alejaría inevitablemente; ya no más charlas, ya no más visitas a la floristería, ya no volverían a tomarse de la mano.
Se sentía asqueado. Ella lo hacía débil, indulgente.

...Pero Einar no iba a permitir que un alfa se refiriera a Cris de esa manera, nunca. No lo iba a dejar pasar, mucho menos de Rain. De ella menos que nadie.
Era un insulto, para él y para su casa.
Si ella volvía a insinuar algo así..., si ella tan solo se atrevía a mencionar algo con respecto a Cris... Diosa, sentía que era capaz de asesinarla.

Suspiró audiblemente. Pasó sus manos por su frente hasta su cabello, echó sus mechones cobrizos hacia atrás. Se encontró frente a frente con su reflejo, sin poder evitarlo, recorrió su rostro con la atención que jamás le daba.

Nunca fue de los omegas que vivían obsecionados con su apariencia: no compraba cremas costosas, ni pasaba horas buscandose algún cabello blanco. No solía importarle lo que otros pudieran decir de su aspecto. Pará él, mantenerse limpio, con la ropa correcta y el cabello arreglado, era más que suficiente.

Pero en ese momento, se dio cuenta de lo viejo que se sentía.

No había ni una sola arruga en su rostro, ni marcas de expresión o algo que diera alguna pista sobre su edad. Pero tampoco había en él algún rastro de las delicadas facciones que poseía cuando joven; sus ojos grandes se habían endurecido, sus labios llenos habían perdido su brillo, sus mejillas ya no eran rosas, incluso su piel ya no tenía aquel aspecto suave de antes.

Crisantemo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora