1.Pulso Desigual

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Esa mañana Cris entró a la cocina con las mejillas rosas y parecía no poder de dejar de moverse. Se sirvió su cereal con miel y olvidó ponerle fresas, como usualmente hacia.

—Pá, te quería decir algo... —Murmuró después de un rato cuchareando su plato sin dar un bocado.

Einar lo miró con el ceño fruncido. Cerró el libro que estaba leyendo y dejó su taza de café sobre la mesa para prestarle completa atención a su cachorro.

—¿Es algo malo? —Dijo, tratando adivinar lo que tenía a su hijo tan ansioso.
Recordó que desde hace un par de semanas lo notaba extraño. Pedía permiso para salir más frecuentemente y llegaba de la escuela a horas extrañas, suspiraba de la nada y reía mientras observaba su teléfono.

—¡No, no es nada malo! —Dijo Cris de inmediato, pero luego bajó la mirada, parecía dudar —Pero... Me dijiste que lo tenía prohibido.

—¿De verdad? —Einar arrugó el gesto. Su pequeño era en general bien portado y obediente a las reglas que se le imponían. Era extraño que preguntara sobre algo cuando sabía de antemano que la respuesta sería no. Debía de tratarse de algo que realmente le importaba.

—Es sobre... —Comenzó a decir Cris, evitando la mirada de su papá —Alguien. ¿Sabes? Una persona que realmente quiero y... Y yo sé que tú dijiste que...

Todas las piezas encajaron en la mente de Einar. El darse cuenta del camino que estaba tomando su hijo con esa conversación le dio una sensación fría en el cuerpo.

—Antes de que digas cualquier cosa... —Einar se levantó de la mesa. Se acercó al asiento de su hijo con los brazos cruzados sobre el pecho. Cris lo miró con esos ojos de perrito pateado que siempre lo hacían flaquear a la hora de reprenderlo, pero esta vez no funcionaria. No con "eso". —Sabes que tienes estrictamente prohibido tener pareja.

Su hijo palideció y comenzó a negar con la cabeza.

—¡Pero...!

—No —Atajó Einar.

Los ojos castaños de su cachorro comenzaron a llenarse de lágrimas y el corazón del mayor se estrujo en su pecho. Quería consolar a su hijo, pero necesitaba mantenerse inflexible ante sus palabras.

-—¡Por lo menos déjame presentatela, estoy seguro de que te agradará!

—Lo dudo. No.

—¡No puedes decir que no sin ni siquiera conocerla! —Sollozó el menor.

—Si puedo, y ya lo dije.

—¡Papá!

—No quiero que sigas con el tema —Einar entrecerro los ojos —Debes dejar de verla, Cris. Sabré si sigues con esa relación y no te gustaran las consecuencias.

La expresión de Cris se torno poco a poco a una rabiosa. Apretó los labios y en sus ojos se podía ver el enojo bullendo lentamente con el desconsuelo. Bajó la mirada a su plato antes de levantarse y salir corriendo escaleras arriba.

Einar escuchó como la puerta del cuarto de su cachorro se cerraba con un golpe.

Suspiró, pasando una mano por su rostro. Ahora tendría que lidiar con eso más tarde.
Por un momento considero ir arriba para hablar con su hijo, pero tenía que abrir la floristería.

Cris necesitaba entender el porqué de su decisión, el porqué no lo dejaba tener pareja.

Einar tomó sus llaves y miró la puerta de la habitación de su cachorro antes de salir de casa.

Él había cometido un grave error al confiar en un alfa y embarazarse a los 17 años. Su cachorro estaba por cumplir esa misma edad y el mayor miedo de Einar era que le pasara lo mismo a su hijo.

Crisantemo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora