5. No Te Odio

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De inmediato entendió que estaba en su auto; el aromatizante a bosque se lo indicó. Escuchaba los vehículos pasando afuera y supo que alguien estaba conduciendo. Solo fue un segundo en donde creyó que lo habian secuestrado o que habían robado su auto con él dentro. Pero la presencia en el asiento del conductor le fue tan familiar como la palma de su mano.

—Te dije que no manejaras... —Murmuró débilmente. Se pellizco el puente de la nariz con incomodidad. Estaba mareado.

—Era esto o dormir en el club...

Einar escuchó las manos de Rain deslizarse por el cuero del volante. Levantó la cabeza para supervisar que su ropa se mantuviera descente, justo donde debería estar.

—¿Y mis zapatos?

—Dijo que le lastimaban y los lanzó a la cajuela —La alfa rio con gracia -Si me permite decirlo, me alegró verlo tan despreocupado. Debemos hacer esto de nuevo.

Einar se cubrió el rostro, lo sentía terriblemente caliente.

—Dime que no hice alguna tontería... —Suplicó, sabiendo que podía ser un completo imbecil cuando bebía.

La última vez que se emborrachó fue en el instituto y terminó acostandose con el novio de su mejor amiga; el resultado de eso fue Criss.
Una carcajada se atoró en su garganta, el recuerdo de esa noche era tan lejano y tan agrio que el solo pensarla le dejaba un sabor agrio en la boca. 

—Nop. No se preocupe, lo estuve cuidando todo el tiempo..., incluso evité que se desnudara sobre una mesa y se pusiera a cantar I need a hero.

—¿¡Qué hice qué!? —Einar se golpeó la cabeza contra la puerta del auto, se sostuvo el futuro chichón y gimió. Vaya idiota, idiota, idiota... Lo sabía, maldita sea, él y el alcohol eran enemigos. No podía creer que él...

—Era broma... —Murmuró Rain, su voz destilaba preocupación pura —¿Está bien, señor Barber? Ese golpe se escuchó terrible.

—Odio tus bromas —Gruñó el omega. Aunque le dolía la cabeza, suspiró de alivio al saber que no había cometido esa ridiculez.

—Lo sé, lo mencionó un par de veces hace rato...

—¿... Lo hice?

Estuvieron en silencio por un tiempo. Einar acarició sus mejillas, nervioso. Intentó mirar el rostro de la alfa por el retrovisor, como si buscara asegurarse que ella estaba ahí con él. Era extraño que se quedara callada. Era la primer vez que Einar no la escuchaba parloteando... Era casi antinatural.

La necesidad de escucharla decir algo le recorrió el cuerpo como un escalofrío.

Era tonto, se sintió ridículo. Se esforzó tanto en acostumbrarse a su silencio y se convenció de que esa niña estaba mejor callada.

No pudo...

—¿Qué te pasa, niña? ¿El ratón te comió la lengua por fin?

—¿Yo le agrado, señor Barber?

—¿Que si me agradas...? —Repitió en voz baja —¿Por qué te importaría eso?

Quizá no había sido la mejor respuesta, pero la pregunta lo había descolocado demaciado. Einar no era la clase de persona de la que se busca una opinión positiva, generalmente a nadie le importaba lo que él pensara.

—Es que... —Rain suspiró —Creo que caerle bien es la cosa que más he querido en las últimas dos semanas, pero cuando me mira siento que...

—Sientes... ¿Qué? —Preguntó, tenso por los segundos infinitos que le estaban tomando a la alfa terminar esa oración.

Crisantemo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora