De: Tom Wagner
Fecha: Miércoles 29 de diciembre, 4:00 PM
Para: Ally Nielsen
Asunto: Carta desesperadaQuerida Ally:
Éste no es solo un mensaje sino también una carta desesperada. Por favor, léela hasta el final y trata de perdonar lo que tu llamarías mi "traición". Dame una oportunidad. Por favor.
Te mentí; hace meses que te miento sin poder evitarlo, porque, si te hubiese dicho la verdad antes, nunca hubiésemos...
Mejor comienzo desde el principio, y te contaré todo paso a paso, para que comprendas.
Fue pura casualidad que yo haya ingresado a ese cibercafé. Hace tiempo había dejado de ir a ese lugar ya que había arreglado mi computadora. Pero un compañero de clases y yo necesitábamos hacer un trabajo para la escuela y nos faltaba una información importante. Me senté en una de las máquinas del fondo del lugar y empecé a conversar con un tipo de México que iba a enviarme un archivo con los datos que precisaba. Te vi al instante y no pude dejar de hacerlo, pero no lo notaste ya que solo tenias ojos para mi compañero de escuela. También noté que espiabas su pantalla en el momento en que él fue al baño. Como tardó en volver, tuve una idea; lo esperé en la puerta del lugar y le pregunté si le faltaba mucho por hacer.—No, ya me iré. Tengo puestos mis lentes de contacto hace horas y mis ojos no lo resistirán más. ¿Por qué preguntas?
—Para usar tu computadora. La mía esta algo lenta y la tuya parece no tener problemas.
Aceptó, intercambiamos las tarjetas asignadas para usar las determinadas máquinas y el fue a buscar su mochila. Mientras tanto, yo te miraba. Pero, para mi maldita mala suerte, apenas mi amigo volvió a la entrada te vi tocar la última tecla y levantarte de tu asiento a toda prisa. Hubiera querido seguirte hasta la puerta, preguntarte cualquier cosa, que me vieras a mi, pero fuiste muy rápida. Cuando me di cuenta ya te habías esfumado y mi compañero me hacía señas desde su computadora.
—Acaba de llegar un mensaje —me dijo cuando me acerque—. Ábrelo. Si es del chico de México, tienes que copiar todo lo que manda. Estoy comenzando a ver todo borroso.
Y se fue cargando su mochila con las iniciales de su tio grabadas. TW. Yo me quedé en su computadora y con el mensaje raro sin abrir. Me senté resignado pero después de todo tenía que terminar el trabajo. Abrí el mensaje y lo lei. Festejé internamente. Querías una amistad virtual sin llegar nunca a conocernos, que nuestras confesiones fueran sinceras, comunicarnos vía mail. Vintage, pero interesante y más fácil. Entonces, tomé la personalidad de TW y su vida. No tenía otra opción. El no iba a enterarse... y tú tampoco hasta que llegara el momento de la verdad. Y para eso todavía faltaban tres meses.
Pensé que el viaje de TW (que era cierto) le daría ese toque de imposible. Lo tenía todo bien planeado. Si la cosa no resultaba, siempre podía suspender nuestra amistad virtual y los dos en paz. Lo primero que tenía que hacer era contestarte y cambiar urgentemente de e-mail. Te mentí y empezamos a escribirnos, Amse; un mes después estaba metido hasta el fondo. Me gustabas, me gustas como nunca jamás me gustó nadie. Ni siquiera como esa novia de Dallas que tuve, porque en eso no te mentí, en esa parte si usé mi propia historia.
En la feria esperé impaciente durante horas hasta que llegaste al puesto de hotdogs. Decidí que, si no te acercabas, iría yo mismo a repartir hotdogs por toda la escuela con tal de conocerte y pasar unos minutos contigo. También pensé que quizás personalmente no ibas a gustarme tanto. Pero no fue así. Me miraste con tus ojos de tener todo bajo control, y no sospechaste de nada. Aunque fuera TW el encargado verdadero de tiro y el verdadero blanco de tus miradas detrás de esos binoculares. Y yo, un idiota que no dejaba de hacer chistes y de derramar aderezos que por lo menos te hicieron reír. No voy a negar que después me dió miedo de parecerte algo idiota.
Al día siguiente, abrí tu e-mail. No dejabas de hablar de TW todo el tiempo, pero por lo menos me nombraste una vez acompañando eso de una descripción: "simpatico y divertido". Era algo.
Nuestras citas a ciegas fueron una tortura para mí. En la obra de teatro estuve a punto de traicionarte y sudé de los nervios cuando ví que te sentaste al lado de la abuela de TW. Tuve miedo de que descubrieras el engaño de la peor manera; la pase muy mal.
En la fiesta de los graduados de tu escuela también viví momentos de gran tensión. Al principio pensé que no habías asistido y que era una de tus formas de probarme. Hasta que te ví jugando billar, vestida de negro y rosa, linda como nadie nunca. Más tarde, cuando me atrevi a acercarme y a hablarte, hubiera querido tomarte de la mano y confesarte todo. No pude. Me dolió que te fueras temprano, seguramente muriendote de ganas de ver a ese alguien que no era yo. En ese momento mi único consuelo fue saber que te vería otra vez en tu fiesta y ahí si, no dejaría pasar mi última oportunidad. Tenía que conquistarte.
Ese día nos flechamos, y no te perdí de vista en toda la noche. ¿Tienes idea de lo tremendamente espectacular que te quedaba ese vestido?. Cuando nos despedimos en la terraza y confesé el querer besarte, pude sentir que tú querías lo mismo. Hubiera bastado un solo movimiento para tenerte entre mis brazos, pero no pudo ser.
Pero podría ser. Porque a pesar de mi gran mentira, todo lo demás que te conté en estos meses fue la pura verdad. Las dudas, los problemas, los sueños y mis sentimientos son auténticamente míos. ¿Que importan las circustancias del viaje? Si, cuando tuvimos la oportunidad, me elegiste a mí y no a él. TW es un fantasma que existió solo en tu imaginación y que ahora vive lejos. Yo soy real y vivo cerca, pensando en ti. Yo estoy enamorado. ¿Podrás perdonarme por romper todos los pactos y las promesas que me obligaste a hacer? ¿Querrás encontrarte conmigo en el cibercafé donde nos conocimos? Voy a esperarte en la puerta desde las 4:30 hasta las 6:00 PM. Si no vienes, daré por sentado que no quieres saber nada de mí.
Por favor, dime que irás, que serás mi novia.Evan Peters
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Me quedé estática. No sabía cómo procesar aquella información. Traté de respirar normalmente pero las palpitaciones no me lo permitían bien. Esto era una locura.
Dirigí mí mirada hacia la esquina de mí pantalla y me desesperé.5:45
Di un salto desde mí silla y comencé a revolver todo en mí armario. Tomé lo que me pareció más decente, no había tiempo de arreglarme demasiado. Me coloqué las zapatillas y tomé mí teléfono.
5:51
Cerré la puerta de mí habitación tras de mí y bajé las escaleras saltando de a dos los peldaños. El cibercafé quedaba a unas cuantas cuadras que si no salía con el tiempo necesario o en mí caso, corriendo, no llegaría nunca a tiempo.
—¿Qué te sucede? ¿Dónde vas? —interrogó mamá mientras tomaba té con papá en la sala.
—Tengo que salir. Iré al cibercafé. —contesté tomando mis llaves dispuesta a salir.
—Espera —me detuvo papá y yo ya comenzaba a impacientarme— ¿Vas sola?
—Me encontraré con una amiga allí. No me esperen a cenar.
—Ten cuidado Ally. —pidió mamá y salí de allí.
Trataba de ir lo más rápido que podía, no había tiempo de esperar un autobús. Los minutos pasaban y parecía estar cada vez más lejos.
6:00
Comencé a creer que él ya no estaría ahí. Quería cruzar y el semáforo seguía sin darme el paso. Cuando éste cambió de color crucé a la calle que estaba frente a mí y entré al cibercafé desesperada. El malhumorado de la entrada me miró sin entender mí respiración agitada. Observé todo el lugar, todos los asientos. No estaba.
Quería llorar. Si solo hubiese despertado una maldita hora antes hubiese llegado a tiempo.
Salí del estúpido lugar y no sabía a dónde dirigirme. ¿Debería buscarlo?.
Levanté la vista para mirar a los lados y a una cuadra a mí izquierda alguien esperaba para cruzar a la calle de en frente.Era él.
Cuando mis piernas reaccionaron y corrieron a su dirección el ya estaba cruzando y si el semáforo volvía a cortar mí camino no podría ver hacía donde iba.
Tomé valor y con las fuerzas que pude grité:—¡Evan!
Él se dió la vuelta buscando a quien lo llamaba. Me observó y comenzó a acercarse a mí. Mí pecho ardía por mí mala respiración al correr. Cada paso que daba, me encontraba más nerviosa. Quizás estuve a punto de besarlo en mí fiesta, pero no sabía su verdadera identidad. En todo éste tiempo creí tener todo bajo control y me declaré una ganadora en juegos de misterio. Claramente, no fui la ganadora.
Cuando lo tuve cerca, a solo centímetros, me observó.—Ally —susurró mí nombre— creí que no vendrías.
—Lo siento tanto —no podía hablar sin respirar como una asmática— Leí tu mensaje tarde, quedé pasmada cuando lo leí, tuve que vestirme. Salí de casa con solo nueve minutos de anticipación... —dije sin tomar un solo descanso para regularizar mí respiración. Estaba nerviosa.
—Ally, no... —dijo Evan sonriendo de una manera tranquila pero yo no pude cerrar mi boca—
—Mamá y papá no dejaban de preguntarme cosas y yo solo quería salir...
—Ally...
—Después el maldito semáforo no cambiaba de color. ¿Quién rayos es el que controla el tiempo de esos aparatos? Podría haber sido una urg... —y fui interrumpida por unos cálidos labios. Evan me había tomado de la mejilla y me había besado. Por fin.
Reaccioné y pasé mis brazos por su cuello atrayendolo más a mí. El abrazó mí cintura y no pude evitar sonreír. Me sentía plena.
Él se separó por unos segundos y me observó con esos profundos ojos oscuros.—Antes de dar un paso importante... Dime que no irás a ningún lado. Ni a otro país, ciudad.
—Yo soy Evan, no iré a ningún lado. Sólo quiero estar contigo. Aquí, en Texas, Dallas donde sea pero contigo.
Y quizás no era la ganadora de los misterios pero gané este amor tan bonito que viene acompañada del premio más grande.
Evan Peters.
Fin