Dedicatoria:
Dedicado a la otra mitad de mi corazón. A mi Stery de la vida real, cariño, te deseo toda la felicidad del mundo.
. . .
El 20 de mayo de 2012, un suceso desafortunado se convirtió en la victoria de una persona que sentía que el mundo se desmoronaba entre sus dedos y para alguien más, esa misma victoria se convirtió en un universo en ruinas.
La colisión de dos autos acabó con la vida de alguien que pudo haber hecho mucho más por sí mismo. Ese día la lluvia caía implacable, arropando el pavimento con malicia, volviéndolo resbaladizo y ruidoso.
Un gran espectáculo para la desgracia.
La muerte para el chico no fue instantánea... Y en su último aliento, agonizante y envuelto en dolor, en su cabeza nunca dejó de repetirse aquel nombre.
Stery.
Por desgracia, la ayuda llegó dos horas tarde. Y ese día sólo hubo una escena hueca para estudiar. Una pareja de recién casados aparcó cerca del desastre minutos después de la tragedia. Ellos no se quedaron lo suficiente para esperar por la ayuda o ayudar ellos. Así que luego de pedir la ambulancia y dar coordenadas, siguieron su camino, felices a su luna de Miel.
Pero, ¿quién podía juzgarlos?
—Molly, debemos irnos —dijo el esposo con voz seria, mientras la chica observaba los vehículos sin llegar a ver, realmente, quienes estaban dentro.
Juntó sus manos y tras disculparse, ambos se marcharon.
...
Cerca se allí, en una mansión enorme con jardines helados y marchitos, un hombre loco arrojaba libros al suelo, frustrado y lleno de ira, maldecía y gritaba. Se lamentaba hasta de seguir vivo. Un ex científico del gobierno, de los mejores en su trabajo, maldecía su ingenio y falta de carácter para dejar ir.
Y delante de él un cuerpo robótico, similar al de una joven de no más de dieciocho o quizá veinte años, sostenido por cables desde la cabeza hasta los pies, permanecía con ojos abiertos y vacíos, presenciando su ataque de locura desde un punto muerto, con la cabeza gacha, mirando sin mirar.
El cuerpo prototipo aún tenía imperfecciones, los cables que la sostenían eran gruesos y parte de su anatomía aún se podía distinguir en metal, cable y miembros a medio terminar. Aunque era un modelo de prueba, era el más capacitado de todos los que existieron. O los que alcanzaron a crear. Julián se marchó antes de que los convirtieran en armas. Así que el día que abandonó su puesto, se llevó todo su poder de destrucción consigo. Incluyendo un solo ejemplar, el primero en ser construido.
Skyler.
Dándole fin al mayor golpe de guerra que pudo haber presenciado la humanidad. ¿Robots para mantener el orden? No, serian armas para controlar al mundo. Pero eso ya no tenía relevancia para él, se había ido, no podían encontrarlo y nunca tendrían poder sobre su máquina, del mismo modo que no tendrían quien creara más de ellas y menos con tanta eficacia. Pero no era alarde, al contrario, ni siquiera él podía mantener a las máquinas con vida.
Así que su miseria no se debía a su trabajo perdido, sino a que, por más que lo había intentado, no lograba hacerla vivir. Ni ahora, ni tres años atrás.
Ni cuando renunció.
Ni cuando su hija murió.
El androide, físicamente, tenía el aspecto que debió tener su hija pasadas sus quince primaveras. Con su cabello largo en color negro y piel morena. Con una pequeña anomalía en sus ojos, los cuales eran de un brillante e intenso color violeta.

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Skyler
Fantasy¿Puede una máquina amar a un ser humano a través de recuerdos que no le pertenecen? ¿Puede un amor que ya murió regresar? Son preguntas que puedo hacerme y por más descabellado que parezca, es posible cada una de ellas... Aunque la situación sea m...