Cap 3

534 41 22
                                    

Todo se ha salido de control. Tuve la suerte de haber sido salvada por ese extraño, pero no correré con la misma suerte cuando regrese ese hombre. Lo peor es que no es al único al que debo.

¿En que estaba pensando al pedirle prestado dinero a ese hombre?

Sí que estaba muy desesperada, pero ahora estoy metida en un problemón. La única opción que encuentro es poder conseguir otro trabajo, ya que como lavandera no gano suficiente. Tanto así que tuve que dejar de comer, ya que cada moneda contaba y yo no me podía dar el lujo en gastarlo en mí.

Ahora lo que tengo que hacer es ir a mi casa para poder sacar la ro.......... hay no de nuevo tengo esos mareos. Todo me da vueltas, siento que me voy a desmayar, trato de apoyarme en una pared con dificultad.

-¡Oh por Allah!-Escuche una voz que conocía perfectamente desde lejos, inconscientemente sonreí.

Y no me equivoque, se acercó a mí y puso mi brazo en su hombro-¿Señora Mahidevran se siente bien?

-Sí, solo fue un simple mareo.- Pero parece que no me creyó, porque me miro con una mezcla de enojo y preocupación.

-No me mientas, te vez toda pálida y muy débil.

-Exageras Helena, no te exaltes que le hará mal al niño que llevas en tu vientre- Ella suspira frustrada por mi actitud

Esa jovencita ha sido un gran apoyo para mí. Cuando por primera vez fui al rio para lavar mi ropa, ella también estaba ahí, por un momento pensé que me trataría mal y se vengaría por lo que le hizo mi hijo al echarla del palacio y devolverla con sus padres, por seguir mis consejos para poder apaciguar la furia del bastardo que en ese entonces era sultán. Pero fue todo lo contrario a lo que pensaba, desde ese día que me reencontré con ella no ha parado de perseguirme. Es más fue Helena la que me motivo a trabajar de lavandera al ver que estaba llena deudas.

Todavía recuerdo sus palabras: "De lo único que debemos tener vergüenza es de robar, no de salir adelante".

-Dime la verdad señora Mahidevran ¿Usted ha comido en estos días?-No me gusta cuando ella siente lastima por mí, así que evadí su pregunta.

-Helena necesito ir a mi casa-Trate de quitar mi brazo de su hombro, pero fue inútil porque ella no me dejo.

-No me has respondido-Hablo de manera cortante

Un silencio incomodo empezó a rondar en el lugar, eso hizo que se confirmara sus sospechas.

-Eres una inconsciente a descuidar así tu salud-Helena estaba furiosa-¡¿Acaso estas demente?!

-Lo que me pase es mi problema, no tiene nada que ver contigo.

-Te equivocas, por el simple hecho que me considero tu amiga, todo lo que te pase también será mi problema.

-No soy tu amiga Helena, no te confundas. Ya te he dicho mil veces que lo mejor para ti es que te alejes de mí.

-Señora Mahidevran, usted no se va librar fácilmente de mí. No ha podido hacerlo antes y tampoco podrá lograrlo ahora.

-Jovencita obstinada. Entiende, todo aquel que siempre está a mi lado termina mal.

-No me importa, yo nunca me alejare de usted. Así que para ahorrarnos molestias será mejor que coopere y me acompañe a la posada donde vivo. Usted necesita urgentemente comer, además te aseguro que cocino super delicioso.

Lanze un largo suspiro y no desistí en acompañarla. Después de todo no estoy en condiciones para seguir negándome-De acuerdo Helena, gracias.

-Me gustas más así, toda obediente-Helena me miro divertida, cuando se dio cuenta que había rodado los ojos.

Camino DoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora