- Desinterés.

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¿Qué pasaría si el mono albino estuviera cansado de las mentiras de su rey? , ¿acaso seguiría con él para toda la eternidad como habia prometido?

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El hogar de aquellos monos había sido lo más cerca a un trozo de paraíso tropical que hubieran podido imaginar, la paz, el amor y el respeto habían reinado en aquella ciudad durante décadas. El grandioso rey, Sun wukong, había sido el mejor monarca que jamás hubieran querido sus ciudadanos..una sonrisa encantadora, un aroma que podría deleitar a cualquiera, una personalidad carismática y un aspecto atractivo...¿qué más quería su pueblo? Por otro lado; Macaque, El macaco de seis orejas había sido la pareja de Wukong desde que el pueblo tenía memoria, una relación sana, tierna y comunicativa. Tanto era su amor que el mono dorado se desvivia por su amado, tanto era su amor que no podría ser narrado, escrito ni comprado, aún que bueno, divago en eso último..es decir, no quiero malentendidos, pero el rey podría llegar a pensar que con todos los regalos del mundo su relación podría seguir a flote, con palabras lindas y tesoros podría seguir teniendo enamorado a su hermosa luna, patético.

-Mi preciada luna, mira lo que conseguí para ti.- Wukong, el gran sabio como el cielo, se acercaba apresurado hacía su pareja, su cola estaba inquieta y una sonrisa se formaba en su rostro. Pero en cuanto vio a su pareja sintió una punzada en el corazón.

-Oh, es realmente bonito Peach.- Respondió el mono albino, su mirada estaba totalmente perdida en aquella ventana que daba vistas a su hermoso pueblo.

-¿Qué pasa mi amada luna? , ¿no es de tu agrado?- Preguntó el rubio, bajando su cola como muestra de tristeza y desilusión. -Puedo conseguir algo más preciado si así lo deseas.- Macaque puso su mirada en aquellas joyas, sintiendo repulsión.

-Necesito que te ocupes de tu pueblo, de tu gente, de nuestra relación, de mí.- El mono albino simplemente se levantó de su asiento.

-No, luna no lo entiendo, ¿qué pasa con nosostros?, ¿acaso mis obsequios no son suficientes?- El rey mono se veía devastado, siempre se esforzó en complacer a su amado.

-Sun Wukong, unas tontas joyas no me van a demostrar nada.- El corazón del rubio había sido demacrado. -Llevas años yendote por meses e incluso años solo para volver con unas tontas joyas o unos estúpidos elixires, ¿acaso mi cariño vale eso?, solo me quieres tener contento mientras tu vas con tu antiguo maestro..dejas a tu pueblo cayendo en la ruina, dejas nuestra relación morir..todo por.- Antés de poder seguir rescatando alguna palabra un golpé lo hizo dejar de hablar.

-No te atrevas a mencionar a Tripitaka, Macaque.- No, Wukong no podía comprender que su amada luna necesitaba de otros cuidados, que su pueblo lo necesitaba..no lo entendía. Macaque palpó su propia cara, sintiendo una marca ardiente por el golpe.

-Hasta aquí llegué.- Macaque se dió la vuelta, comenzando a caminar a paso rápido hasta aquella salida. Wukong se había mareado, ¿por qué había hecho eso? imposible de descifrar, solo se había cegado por el odio, ¿acaso no estaba haciendo suficiente por Macaque? Entre esos pensamientos pudo distinguir a su luna yéndose de la sala, no, no podía permitir eso.

-¡Macaque!- Antes de que este pudiera dar una respuesta sintió un agarre brusco en su brazo. -Luna porfavor, no te enfades, perdón, ya no me iré.- Mentira, Macaque podía distinguir los latidos de Wukong y todo era mentira.

-Ya es tarde, estoy harto de ti, no voy a seguir a tu lado.- No, no, no podía ser cierto, solo era un mal sueño, su Luna, el amor de todas sus vidas, la única persona que había estado a su lado desde que tiene uso de razón, no, no podía ser real.

-AMOR, porfavor, porfavor conversemos.- Wukong estaba escondiendo sus lágrimas como podía, pero su voz estaba completamente rota.

-No, Wukong..las personas se cansan, las personas pierden el interés..yo acepté hace mucho que no nos hacemos bien, porfavor, ya date cuenta.- Macaque quería calmar a su pareja, pero este solo empeoró, miró hacia el suelo, sintiéndose devastado.

-Eso significa que..- Lágrimas comenzaron a caer por rostro pálido del mono de oro.

-Ya no te amo, Sun wukong.- Los descuidos, la poca atención, el daño mutuo, el reproche..todo había destruído la relación de ambos, pero no, Wukong no iba a dejar que se fuera, no podía perderlo.

-Macaque, Macaque por el mismísimo reino celestial, solo estás confundido..- El mono dorado hizo más fuerte su agarre.

-No Wukong, no lo estoy-

...

-Tripitaka tiene razón, solo eres mi sombra, un demonio, solo te aburrí y ya..- Macaque se sintió mal, pero que más daba...total, ya no lo amaba. Pero bueno, Wukong no iba a dejar las cosas así, su Luna valía más que cualquier tesoro, si no entraba en razón por si solo..le iba hacer entrar en razón. Y así comenzó una pelea, Wukong no iba a dejar ir a su pareja y Macaque se negaba a darle otra oportunidad al mono de piedra.

-Porfavor, no quiero hacerte daño.- En aquella pelea (la cuál había ganado Wukong, ahora se encontraba encima de él.) se habían dicho cosas muy hirientes, el mono dorado tenía su bastón, listo para dar el golpe definitivo.

-Nunca lo vas a entender, solo piensas en ti, por esto jamas nadie te va a amar.- Macaque solo miró al rey mono, haciendo una mueca de asco.

-Cállate, cállate, CÁLLATE.- La sangre salpicó su ropa, como si un artista frustado hubiera encontrado su fuente de inspiración y hubiera tirado pintura con rabia en su lienzo en blanco, pero aquí no había artistas, no había pintura..y mucho menos un lienzo en blanco.

Habia sangre, lágrimas, sudor, gritos y sobretodo un pensamiento de culpa.

Había acabado con la vida de lo que siempre había deseado.

Había arrebatado una de las siete maravillas del mundo.

Había matado a su único amante, Macaque, su joya más valiosa.

Shadowpeach - 🌙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora