𝐓𝐡𝐞 𝐒𝐢𝐥𝐯𝐞𝐫 𝐃𝐫𝐚𝐠𝐨𝐧

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"𝐄𝐥 𝐃𝐫𝐚𝐠ó𝐧 𝐏𝐥𝐚𝐭𝐞𝐚𝐝𝐨"

Aegon no era tan inteligente como podría haber sido. Pasa la mayor parte de sus días bebiendo, y estaría demasiado borracho para saber qué día era. Alaenys se convirtió en la coartada perfecta cuando estaba embarazada. Su segundo embarazo fue unos meses antes del segundo onomástico de Aenar y Jaehaera, y había sido muy diferente.

El momento en que ella concibió; sus noches habían estado plagadas de sus propios sueños de Dragón. Sabía que el niño en su vientre sería una niña, y había acordado el nombre de Viserra, un nombre que a Aemond le había gustado más. Había sido único y mostraba respeto por el Rey actual, Viserys.

Cuanto más cargaba, menos parecía importarle a Alaenys si alguien la atrapaba con Aemond. ¿Qué podrían hacerle a la Princesa y al Príncipe, que había sido el jinete del dragón más grande, y qué posible prueba podrían tener de que los niños no eran de Aegon?

Aenar y Jaehaera tenían el mismo aspecto valyrio, cabello blanco plateado y ojos morados, nadie notaría la diferencia, y además los dos eran hermanos, y no era como si los Targaryen tuvieran un árbol genealógico complicado. Alaenys pasa la mayor parte de su tiempo volando en Naela y leyendo varios libros. Viserra había sido un embarazo más fácil, quizás porque ahora solo llevaba un bebé en el vientre.

Aemond había parecido aún más protector durante la segunda vez, asegurándose de que los gemelos no se sintieran excluidos mientras todos adulaban a Alaenys y su segundo embarazo, pero tampoco se olvidó de prestar atención a Alaenys. No creía que pudiera amar a alguien tanto como había amado a Alaenys, pero cada vez que la veía, sentía que el corazón se le salía del cuerpo, ella lo tenía latiendo muy rápido.

- ¿Necesitas algo? -  Aemond le preguntó cuando entró en su habitación por el pasadizo secreto. Alaenys lo miró, sus manos apoyadas en su vientre ya que había llegado a su séptimo mes.

  - ¿Podrías simplemente acostarte conmigo -  Preguntó ella, anhelando su compañía. Aemond sonrió y se unió a ella en su cama, mientras envolvía su brazo alrededor de sus hombros mientras ella descansaba su cabeza en su pecho. 

- ¿Cómo está la pequeña Viserra? - preguntó Aemond, poniendo su mano sobre su vientre. 

- Es tranquila, le gusta tu voz - dijo Alaenys mientras sentía que sus ojos se cerraban mientras intentaba leer las palabras en las páginas.

- ¿Mi voz? -  preguntó Aemond, casi riendo ante la idea. Alaenys asintió mientras lo miraba. 

- Sí, ella siempre está tan tranquila cuando estás cerca - dijo Alaenys, y Aemond disfrutó de la idea de que a su hija ya le gustaba antes de que ella naciera.

Pero sus pacíficos pensamientos se vieron interrumpidos cuando llamaron a la puerta. Aemond se puso de pie rápidamente, listo para tomar su espada si era necesario. 

- ¿Quién es? - preguntó Alaenys, su sueño se había ido mientras miraba hacia la puerta. 

- Tu marido -  llegó arrastrando las palabras borracho desde el otro lado. Alaenys se levantó y caminó hacia la puerta.

 - ¿Qué es? - preguntó, cruzando los brazos por algo de calor que ahora le faltaba debido a la falta de Aemond y su manta. 

- Soy tu marido... -  Aegon volvió a arrastrar las palabras, casi sin tener sentido. - ¿Necesito una razón? - dijo mientras continuaba llamando a la puerta.

- Necesito dormir - argumentó Alaenys, tratando de que se fuera. Aemond fue a pararse detrás de la puerta, en caso de que intentara entrar, pero sabía que al final no podía hacer mucho al respecto. 

THE FIRE BRETAYAL |ᴀᴇᴍᴏɴᴅ ᴛᴀʀɢᴀʀʏᴇɴ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora