Capítulo 1

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La campana del recreo había sonado hace solo dos minutos y el ruido escandaloso en aquella escuela demostraba la gran cantidad de niños corriendo, gritando, y algunos hasta jugando a quién sabe qué.

Una canción se empezó a escuchar entre un pequeño grupo de alumnos que saltaban a la cuerda en el patio.

Y un pequeño de 8 años de cabellos rubios se unía a jugar. —¡Yo conozco una canción!— gritó el menor, interrumpiendo a sus compañeras que cantaban a coro.

—¿Cuál conoces?— le preguntó su amiga Niki, invitándolo a saltar.

—Mi mamá me canta esto para dormir, pero creo que también sirve para saltar la soga— dijo el pequeño de ojos verdes, comenzando así a cantar mientras saltaba.

Aquél niño, Dream, se llevaba bien con todos sus compañeros de clase. Tal vez era muy revoltoso, pero aún así todos sus profesores y compañeros lo querían y él también a ellos.

A excepción de uno que ni siquiera iba a su misma clase: George.

El rubio decía que éste solo por ser tres años mayor lo molestaba, y siempre que se acercaba le producía un tipo de enojo extraño.

Pero en realidad solo estaba frustrado por no poder hablar sin tartamudear la mayoría de las veces que estaba presente, además de que el castaño solo se reía de él al no poder decir ni una palabra sin equivocarse.

Y como si fuera poco o el momento menos indicado, el castaño apareció, o más bien pasó por enfrente del menor; haciendo que este se distrajera y cayera en lo que saltaba.

Las risas se escucharon a su alrededor, sintiendo sus mejillas enrojecer mientras pensaba "lo hizo aproposito".

—¿Estás bien?— George le habló con una sonrisa al rubio, tratando de no reír como los demás.

Era obvio que lo hizo aproposito.

[...]

Ya era el segundo recreo y no sabía que hacer, sus amigos ahora estaban jugando a "Charlie Charlie" con un niño mexicano, no quería tener pesadillas por jugar a cosas como esas, así que se apartó de su grupito para irse a sentar en el piso.

De paso escuchando como el mismo niño de antes le gritaba "pinche miedoso", no entendiendo qué decía.

Ahora que lo pensaba su mamá decía que era un chico bueno, pero cuando lo conoció resultó ser más escandaloso que él e incluso a veces no le entendía cuando hablaba.

Aburrido de no hacer nada tomó su paquete de galletitas Oreos que llevaba escondida y la abrió, viendo como todos a su alrededor lo miraban acercándose a pedir una.

—¡Son mías! ¡Fuera! ¡Largo!— decía el pequeño rubio, que ni siquiera le convidó una a su mejor amigo Sapnap, pensando que solo se aprovechaba de su amistad.

No lo culpen, tiene 8 años, y Sapnap en donde veía comida le daba hambre.

No solía compartir su comida con nadie, y eso que su mamá no le había enseñado a hacer eso, pero cada que compartía algo se quedaba sin comida en poco tiempo.

Dream ahora se encontraba comiendo tranquilamente sus galletitas oculto en un lugar del patio donde había sombra, hasta que cierto castaño apareció gritando.

—¡¿Qué haces?!— George lo asustó, haciendo que el rubio saltara en su lugar y se le cayera una oreo.

—Nada— respondió el menor, mirando algo enojado al de ojos cafés con una cajita de jugo de manzana en la mano; él solo quería comer en paz, ¿Por qué no lo dejaban?

—¿Qué comes?

—¡Nada!

—Mentiroso, te va a crecer la nariz como pinocho y vas a tener un sapo en la barriga.

—¿Nunca te callas, verdad?

—Mi mamá dice que soy muy curioso y charlatán, no puedo evitarlo, me gusta saber qué hacen los demás, además tú eres el único que no me dice nada cuando lo molesto y además...— George tenía intenciones de seguir hablando, pero Dream no quería escucharlo e ignorarlo no funcionaba, así que la mejor idea que tuvo fue tomar una oreo y metersela en la boca para que dejara de parlotear.

George pensó que era una clase de amigo especial para Dream, pues le convidó de sus galletitas. Se mantuvo callado y pensativo en lo que comía, y el pequeño rubio se sintió aliviado por un momento, pero ese silencio tan cómodo solo duró unos minutos.

—Qué raro...— habló el castaño, mirando a su contrario con curiosidad.

—¿Qué cosa?— preguntó el niño de ojos verdes.

—¿Por qué me diste una oreo? ¿Te gusto?

George lo había dicho en broma y solo esperaba una reacción de asco por parte del menor tal y como hacían todos con respecto al tema del amor, pero contrario a lo que pensó Dream casi se ahoga comiendo, pasándole su cajita de jugo para ayudar.

—¡N-no!— gritó por fin el más chico al poder hablar, apartando la mano con la caja de jugo de enfrente de su cara.

—Estas rojo. Pareces un tomate...

—¡Es-es por el calor!

—No hace calor... ¿Te gusto, verdad?— habló asombrado y con una expresión divertida, no pensó que algún día alguien se enamoraría de él.

—¡Di-dije que no!

—Bien, ahora repitelo pero sin equivocarte— se estaba riendo de él.

Y allí estaba Dream de nuevo, tartamudeando por su culpa, rojo por su culpa, temblando de pies a cabeza por su culpa, ¿Enojado... por su culpa?

No, en realidad no; solo era muy chico como para darse cuenta de sus sentimientos.

Al menos hasta que sonó el timbre dando por terminado el segundo recreo.

George se había ido corriendo, dejando a Dream solo y sentado en su "escondite" en estado de shock por lo que pasó luego de que sonara la campana.

El chico al que odiaba le había dado un beso.
Y por más de que haya sido en la mejilla, sus ganas de gritar superaban a cuando Santa le traía su regalo de Navidad.

Rude | DreamnotfoundDonde viven las historias. Descúbrelo ahora