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Seguían los abucheos y los gritos de furia por los recientes ingresados, algunos recibieron escupitajos y amenazas.
"Oye rulitos, ven a comerme la polla en la noche, estoy en la celda 69 del piso A."
"Llego la hora de sus muertes, ratas."
"¡MORIRÁN HIJOS DE PUTAS!"
Amenazas tras amenazas y gritos molestos sin parar.
La mayoría de los antiguos condenados odiaban que esto pase porque se vuelve un caos, un total alboroto, algunos hasta tenían que taparse los oídos, era como un retumbar.
—Me miras y eres hombre muerto.
Le dijo un antiguo recluso al que iba pasando torpemente por su lado debido al miedo, se notaba su tembleque a kilómetros, el chico se detuvo de golpe abriendo sus ojos, estaba realmente en shock, se arrepiente de haber matado a sus padres y a todos sus exs, se negó a entrar aquí pero lo trajeron a fuerza bruta.
—P-Porfavor no me hagas daño, t-te puedo servir, haré lo que sea.
El hombre soltó una risa maníaca al oírlo ser tan sumiso, odiaba, realmente detestaba a idiotas cómo él, apretó sus puños y lo agarró fuertemente de sus cabellos negros, el violento tirón le provocó un mareo inmenso y dolor de cabeza, pues lo había arrastrado sin piedad a su celda, escuchándose el escandaloso ruido de la puerta al ser cerrada.
Su compañero se paró frente a la puerta escoltandola.
Eran Jackson Wang y Jay B.
Siempre hacían lo mismo, quieren liderar a toda costa la prisión, ese "Show" deja a varios de los presos boquiabiertos, sus intenciones también eran hacerles saber a los recién llegados que con ellos no se deben meter y escupirles en la cara que aquí mandan.
Que ridículos.
Minho no se había movido de su lugar, iba a hacerlo, pero Mark lo estaba amenazando del otro lado de las rejas y el peligris enfureció.
Este oficial no tenía idea de con quién se estaba metiendo, claro, "Detrás del muro son todos valientes", ese pensamiento solo hizo reír a Lee.
Mala idea la del oficial el haber colocado sus dedos en las rejas, ya que Minho no dudó en hacer un rápido movimiento con sus manos agarrando las contrarias y estirandolas hacía dentro, provocando que Mark quede con la mejilla pegada a los fríos fierros, más bien aplastada, mientras chillaba y hacia muecas de dolor.
Joder, podía jurar que sus dedos serían arrancados en ese mismo instante, Minho mantenía sus pies apoyados en el bajo muro para hacer más presión, arrugando su nariz. Las venas de sus trabajados brazos se marcaban, se podía ver la fuerza que estaba utilizando, mucho poder de asesino cargaba, sin piedad, sin misericordia.
—Oigan miren eso, ¿Que carajos está pasando?
—¿Quién es ese preso?
Comentaban los reclusos al estar prestando atención a la nueva escena presenciada debido a los fuertes y dolorosos gritos del oficial.
