Capítulo 20

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En veinticuatro horas habían vuelto a la ciudad en la que se habían establecido luego de la muerte de su padre, pero que ya no era su hogar. Su hogar era donde se había entregado a Luis, donde se habían convertido en una familia. 

Estaba a punto de entrar en el apartamento cuando su corazón se detuvo al ver el brillo agresivo en sus ojos. 

Y enseguida entendió por qué. 

Sus hermanos estaban en el pasillo, mirándolo con evidente hostilidad. 

No, no podía lidiar con aquello en ese momento. ¿Qué querían? ¿Quiénes creían que eran para entrar en su vida sin pedir permiso? 

Antes de que pudiera decir nada, su hermano menor, Lucas, dio un paso adelante. 

–Ah, la familia feliz ha regresado. 

Manu soltó un bufido. 

–Sí, qué emocionante. 

De modo que lo sabían. Altagracia habría preferido contárselo ella misma, pero no podía cambiar las cosas. Además, su presencia allí podría terminar siendo una bendición. Por fin, podrían contarles la verdad y olvidarse del asunto. 

Altagracia miró a Luis para decirle con los ojos que no tenía que luchar; el niño y ella eran suyos. 

Era ella quien tenía que solucionar la situación y dictar las condiciones de la relación con sus hermanos porque Luis no iba a desaparecer de su vida. Una relación, con un poco de suerte, de amistad y fraternidad. 

Pero él no la miraba a los ojos y su mortificación se convirtió en sorpresa al ver su expresión. Había estado esperándolos. 

Altagracia miró a sus hermanos, esperando una explicación, pero ellos se acercaron a Luis como una manada de lobos. Y, en ese preciso instante, Alex dejó escapar un gemido. 

Todos se volvieron para mirar al niño quien, como si intuyera que ocurría algo grave, apoyó la cabecita en el torso de su padre. 

Eso detuvo a sus hermanos en seco. 

Luis acarició la cabecita de Alex, murmurando algo ininteligible antes de mirar a Elena, de quien también Altagracia se había olvidado. 

Sin decir una palabra, la niñera tomó a Alex y desapareció en el interior del apartamento. 

Todos se quedaron en silencio, roto al fin por Manu: 

–¿Te has enterado, Navarrete? –le espetó. 

–Míralo, claro que lo sabe –dijo Lucas. –Sus perros de presa deben haberle dado la noticia. 

¿De qué estaban hablando? ¿Qué noticia era ésa?, se preguntó Altagracia. 

–¿Qué te parece, Navarrete? ¿Te gusta que te hayan dado la patada por una vez en tu vida? Y te va a doler más que nunca. Será como te dije, el principio del fin para ti. 

–Por un momento nos tuviste asustados –siguió Lucas. –Pero te hemos ganado la partida. Ahora nosotros tenemos el contrato con los estadounidenses y siento un gran placer al decírtelo a la cara. Estás fuera del negocio, Navarrete. Hemos contratado a los Giordano. 

Altagracia parpadeó, incrédula. ¿Era cierto? Si lo era, aquélla debía ser la noticia que Luis había recibido en Creta. ¿Pero cómo lo habían hecho? Era imposible que Luis no estuviera preparado para algo así. ¿Cómo podían haberlo eliminado tan fácilmente? 

–Estabas desesperado por conseguir ese contrato, ¿verdad? –siguió Manu. –Estabas decidido a conseguirlo como fuera y cuando poníamos obstáculos en tu camino, tú intentas saltarlos. Y te has infiltrado a través del eslabón más débil: Altagracia. 

𝐴𝑚𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑃𝑟𝑜ℎ𝑖𝑏𝑖𝑑𝑜... |+18|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora