Enamorada de Ella

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La forma en la que su cabello rojo se mueve con el viento, como sus ojos te miran haciéndote saber que te escucha, la forma en la que su sonrisa ilumina la habitación, como su voz tan suave y dulce puede calmar cualquier herida del corazón, como sus movimientos parecen los de una bailarina clásica... la forma en que pone sus manos sobre ti se siente como si aquellas manos estuvieran hechas de la más fina y suave tela.

Una de las muchas cosas por las que me enamoré de ella. Las cosas que puedo percibir con mis sentidos más superficiales que la hacen tan perfecta para mí, y lo es más si le sumamos su forma de ser, su personalidad.

Es paciente con sus hijos, los escucha y los ayuda cuando lo necesitan. Es inteligente, eso ya lo sabía desde que llegó al palacio, pero cada vez me maravillo más por lo inteligente que puede ser. Es risueña, siempre hacer reír a los demás y se mantiene alegre en todo momento. Es coqueta, le gusta llamar la atención con esos vestidos hermosos que se pone, y la verdad... logró llamar mi atención.

Es mi enemiga, es mi enemiga...

Eso me lo repito continuamente cuando la veo llegar por los pasillos.

Me lo repito tanto porque es mi verdad, en mi mente, en mis palabras, en mis actos, en mi realidad... Pero en mi corazón... en mi corazón es la mujer que amo. Mi corazón es terco y no termina de entenderlo; claro, no lo culpo, mírenla... es perfecta.

Es mí enemiga, mí enemiga, nada más...

-Mahidevran- dijo la sultana Hatice en mi oído. Volteé volviendo a mi realidad, saliendo de los pensamientos que me causaban verla.

-Dígame, sultana.

Hatice es una buena persona, le gusta ayudar a los otros cuando lo necesitan. Se casó y ahora está embarazada, espero que el bebé llegue con buena salud y le traiga felicidad a ella y a Ibrahim.

-Sultana- dijo Hürrem haciendo reverencia, la miré y sonreí como casi siempre lo hago cuando la veo.

-Sultana, debo irme, Mustafá me debe estar esperando- me levanté.

Ella asintió y me despedí de ella haciendo una reverencia, miré por última vez a Hürrem y continué mi camino hasta llegar al palacio.

Dejenme explicarles: la conozco desde que llegó al palacio. Cuando ella llegó se ganó la atención de Süleyman, yo estaba muy enojada por eso, me había quitado al hombre que amaba. Después de un tiempo entendí que ya no amaba a Süleyman, sino que... empecé a sentir cosas por su favortia, por Hürrem. En todo este tiempo se volvió dueña de mi corazón.

Mi enemiga, mi enemiga...

Perdón, tengo que hacer eso o no podré seguir comportándome como si ella no lo fuera, pero es que es difícil escuchar a tu cerebro cuando tu corazón no comprende.

Y es que últimamente lo he estado pensando mucho, no saben lo difícil que es pasar por esto y no poder hacer nada. Me dije: "Y si avanzo y arreglamos las cosas, nos hacemos amigas y después le confieso lo que siento". Pero también está el otro lado en el que ella se podría enojar si es que llego a hacerlo, se lo podría decir a Süleyman y él podría decapitarme por intentar tener una relación con Hürrem.

-Mamá- dijo Mustafá acercándose a mí para abrazarme, sacándome de mis pensamientos.

-Mustafá- correspondí totalmente el abrazo.

-¿Cómo te fue con la tía Hatice?

-Muy bien, mi león. Me preguntó por ti y le dije que no pudiste ir porque estabas en clases. Después iremos a verla- acaricié su mejilla.

-Está bien.

Pedí a las criadas que preparen el baño y fui hasta allí para darme un relajante baño.

Al terminar, me dirigí a mis aposentos, me cambié y fui con Mustafá a los aposentos de la madre sultana.

Llegamos e hicimos reverencia hacia ella y para Hatice que también estaba allí.

Hablamos de algunas cosas hasta que Hatice me dirigió la palabra.

-Mahidevran, qué te parece si mañana vamos al palacio de Edirne, hace mucho no voy y me gustaría ir. Le diré a Hürrem también para que vamos las tres, ¿te gustaría ir?

Lo pensé por un momento y la miré.

-Me parece perfecto, sultana- sonreí.

Miró a su madre.

-¿Qué dices, madre? ¿Me dejas ir con ellas a Edirne por unos días?

-Está bien, hija. Aprovechen que Süleyman está de campaña- sonrió un poco.

Hatice sonrió y seguimos hablando.

Unos minutos después llegó Hürrem con Mehmed y Mihrimah, hizo reverencia hacia la madre y se sentó al frente mío. Los niños abrazaron a Mustafá, a la madre sultana y a Hatice.

Miré a Hürrem y le sonreí, se veía tan hermosa... Ella también me miró y me sonrió, empecé a sentir muchas mariposas en mi estómago.

Miró a Hatice y le sonrió.

-Sultana, ¿cómo está con su embarazo?

-Estoy muy bien, Hürrem, gracias por preguntar. Pronto veremos al nuevo integrante de la familia- sonrió.

-Espero que sea niña así pueda jugar con ella- dijo Mihrimah, todas reímos por su comentario.

Mihrimah es una pequeña Hürrem, literalmente se parece a su madre, es por eso que la adoro tanto. Tiene los ojos azules como ella (que algunas veces pienso que son verdes), su piel blanca pálida, tiene el mismo porte (o lo tendrá), es cariñosa, curiosa, traviesa... igual que su madre...

Como dijo Hatice, le avisó lo de mañana a Hürrem y ella aceptó. Me puse feliz porque estaría con ella más tiempo sin que la madre sultana nos esté viendo.

Al terminar, volvimos cada una a nuestros aposentos, me cambié de ropa y me acosté a dormir.

A la mañana siguiente.

Me levanté, me cambié y le pedí a las criadas que preparan mis cosas para llevar al palacio. Solo será una semana, no más de eso.

Salí de mis aposentos y fui hasta donde estaba el carruaje, allí ya estaban Hürrem y Hatice esperándome.

Los guardias subieron nuestras cosas al carruaje, nos despedimos de la madre Sultana, de nuestros hijos y nos subimos al carruaje.

Pasaron algunas horas y ya habíamos llegado al palacio.

Bajamos del carruaje y entramos al palacio. Cada una fue a sus aposentos. Yo quería estar con Hürrem en los mismos, pero no se pudo. Descansamos un poco ya que el viaje fue largo, después bajamos a cenar.

Mientras cenábamos hablábamos de lo lindo que sería estar aquí por una semana. Yo veía de vez en cuando a Hürrem y pensaba si estando aquí podría declararme.

-Mahidevran- llamó Hatice, sacándome de mis pensamientos.

-Sí, sultana.

-Mañana, después de almorzar, iremos a dar un paseo por el bosque.

Miré a Hürrem y luego a ella.

-Bueno, sultana.

Terminamos de comer y nos fuimos a dormir.

Mi enemiga, mi enemiga...

M: 12/05/24

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