En silencio

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Me movía inquietamente. No podía estar tranquila con todos esos pensamientos rondando por mi cabeza, con ella a mi lado provocándolos aún más. Había una guerra en mi cabeza. Me mantuve inquieta por algunas horas.

Miré hacia la chimenea, el fuego empezaba a apagarse, miré las ramas que habÍa recogido junto con Hürrem, que ahora estaba durmiendo boca arriba.

Estaba muy cansada, mi cuerpo lo estaba, pero mi mente terca no me dejaba dormir. Estiré mi brazo derecho un poco para tomar unas ramas y no me di cuenta de lo que había hecho, hasta que sentí su respiración en mi cuello, muy cerca de mi mandíbula. Mi cuerpo se estremeció y bajé mi brazo.

Cerré los ojos con fuerza, mi corazón se aceleró a tal punto que hacía que mi pecho doliera, mis músculos se tensaron tanto que eran incapaces de moverse y un sudor frío recorrió mi frente.

Miré a todos lados pensando en qué hacer: mi mente no servía. Me atormentó poniéndome imágenes y frases en mi cabeza, ahora había elegido el peor momento para quedarse callada. Traté de reaccionar y tirar el cuerpo hacia atrás.

Pronto la tenía justo frente a mí, su rostro rozaba el mío por tal vez menos de un centímetro, podía sentir su respiración en mis labios. Me mordí con fuerza el labio inferior, no podía dejar de verla, era un hecho imposible.

Debía quitarme de aquí, si ella se despertaba y me veía así seguramente se enojaría y me reclamaría.

Mahidevran, deja de pensar en lo negativo y piensa en ti, en lo que quieres.

¿Qué quiero? Que ella ya no sea mi amiga, quiero que ella me ame como yo lo hago. Poder sentir una caricia suya, ver una sonrisa que solo sea para mí, un "te amo" de su parte, que me abrace cuando me sienta mal y, tal vez... un beso. Que sus bellos y deseables labios se juntaran con los míos en un dulce y tierno beso.

Volví a examinar su rostro, buscando un gesto que me dijera que estaba profundamente dormida, ella estaba tan cansada que no se daría cuenta de lo que quería hacer. Volví a dudar una vez más y, como si algo me gritara que era ahora o nunca, me acerqué... A robarle un beso, a robarle un pedazo de felicidad a la vida, robarle calor al momento, robarle a los sueños la fantasía.

Se movió y me separé asustada. Caí al lado suyo, de costado, cerré los ojos tratando de no ajustarlos. Me convencía que lo peor que podía hacer era abrir los ojos; se sentó y de ahí reinó el silencio, ¿se habría dado cuenta?

Estuvo unos minutos en silencio, que si no fuera porque tenía los nervios de punta me hubiera quedado dormida. Volvió a moverse y esta vez me movió suavemente, abrí los ojos fingiendo estar dormida y evité mirarla, se quedó callada tratando de decir algo.

-Se... se está... apagando... 

¿Estaba nerviosa? No, debía ser una idea mía. Miré adelante, la llama ya se estaba por apagar. Señalé las ramas, ella no reaccionó, estaba perdida en sus pensamientos.

-Hürrem, las ramas, tíralas ahí dentro- no reaccionó. 

Me arrodillé y tomé las ramas que estaban a su lado, tiré algunas al fuego haciendo que este creciera. Volví a verla, seguía igual.

-Hürrem- insistí. 

Ella me miró, agachó la cabeza y se frotó la cara. Me volvió a mirar y le sonreí, ella empezó a sonrojarse y bruscamente se recostó otra vez, dándome la espalda. La miré un poco triste.

Una mezcla de tristeza y felicidad golpearon mi pecho, y luego algo de culpa. Me recosté también dándole la espalda, pasé uno de mis dedos por mis labios, una sonrisa se formó con el movimiento de estos.

Enamorada de EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora