Capítulo 4:

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Está en el comedor de su casa, con un sándwich enfrente suyo. Lleva quince minutos delante de él, sin tocarlo.

Está solo en casa. Su madre está en una cena romántica con Hopper, y Jonathan y Ce se quedan a dormir en casa de los Wheeler.

Sin tocar la comida enfrente suya, vuelve a pensar en Henry por enésima vez en el día. Debería odiarlo, pero le atrae. Mucho.

Tras unos minutos toqueteando su plato y, de vez en cuando, los mechones de atrás de su pelo ( los cuales están bastante largos); desiste de su tarea y se decide a llevar el plato de comida a su cuarto.

Se levanta y siente un poco de frío, dado que sólo lleva su corta camiseta de tirantes y unos shorts que le quedan pequeños, haciendo que sobresalgan sus cachas. Piensa en ponerse una sudadera, pero descarta la idea al pensar en dibujar metido en la cama.

Sube las escaleras con el plato en la mano, y cuando abre la puerta de su habitación, deja caer el plato de la impresión, aunque éste no se rompe.

El rubio que estuvo invadiendo sus pensamientos durante toda la tarde estaba allí, apoyando su espalda en la ventana. La ventana está abierta, dejando pasar el frío.

Mira al suelo, y comprueba el plato de comida, el cual se desplaza hasta Henry y es depositado encima de su mesa de noche. Henry no aparta la vista del muchacho. Se lo come con la mirada, pero intenta no mostrarlo.

-Hola, Will.

- ¿Q-qué estás haciendo aquí?

Henry ladea la cabeza.

- ¿No es obvio? ¿Qué te dije, Will?

El castaño no responde. Sólo baja la mirada. La presencia del rubio es tan imponente y majestuosa que siente que no puede respirar. Eso le atrae, aunque sea malo. Muy malo. Henry, que parece que se le agota la paciencia, supira pesadamente.

- Will, responde. Me gusta oír tu voz.

Sorprendido por el comentario del contrario, Will lo mira con los ojos muy abiertos. La mirada que tiene sobre él lo obliga a contestar.

- Me dijiste que me observabas y...

- ¿Y, qué Will?

Hay una pausa. Will se muerde el labio inferior, y Henry no puede evitar pensar en lo condenadamente caliente que se ve.

Aquella ropa tan ajustada que deja ver su abdomen con un tatuaje, el cual hace resaltar su piel, y su piercing en el ombligo que lo hace ver deseable; sus muslos y la curva que forman para llegar a sus caderas... Sexy. Will era muy sexy.

- Me dijiste que no me hiciera daño.

Henry asiente con la cabeza, satisfecho.

- Ven aquí.

Se mueve por la habitación (la cual huele intensamente a vainilla, como Will) y se sienta en la cama del menor. Will hace caso omiso a sus palabras, y no se mueve. Tiene miedo.

-Vale...

Will no sabe como reaccionar. De un momento a otro, siente como una fuerza lo arrastra, y lo sitúa de rodillas delante de Henry. Abre los ojos de par en par, temiéndose lo peor.

-¿ Q-qué vas a hacerme?

- Desde luego no lo que tú piensas. Por mucho que me excite tenerte de esta manera, Will, tan indefenso, no sería capaz de hacerte daño. Ya te lo dije una vez, Will. Jamás.

Y Will le creyó. Ve como Henry agarra el sándwich y lo mira.

-Abre la boca.

𝚍𝚘𝚗'𝚝 𝚋𝚕𝚊𝚖𝚎 𝚖𝚎 --- ☁️-- BycreelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora