IX

92 9 4
                                    


¿Se van a quejar? Les hice ese dibujo de ahí para que me perdonen por la tardanza... ¡Porque no voy a volverlo a hacer, lo juro! Y con eso lo que quiero decir es... Si, que tal vez tenga que hacer muchos más dibujos... Mejor empecemos.


Tengo que hacer esto


¡Tenía que atacar mi oreja... Ahhg, se siente tan bien!

—¿Planeas... Umh... Leo

—No —. Levanta su cabeza solo lo suficiente para permitirme apreciar plenamente la sinceridad en sus ojos. Adoro tanto esos ojos dorados, quiero bebérmelos— no tengo nada planeado...

Entonces vuelve a enterrar su cara en mi cuello y puedo sentir como sonríe contra mi piel. Tiene dientes afilados y un poco más largos de lo que es natural. Me sé de memoria su cuerpo entero, cada uno de sus detalles, cicatrices, marcas de nacimiento... ¡La madre me consuma!, esta soy yo perdiéndome otra vez.

—Mi amor... —Logro por fin decir, y ella se detiene para escucharme.

La manera en la que estrecha su cuerpo contra el mío... Agh, tengo que detener esto ahora.

—¿Diana? —Me mira atentamente y siento como mi rostro se desvanece solo por eso. No es fácil sostenerle la mirada, es tan amenazante, no creo que se dé cuenta de lo imponente que es físicamente.

—Yo... Hay algo, algo que... —Te amo, te amo con toda mi alma Leo— ¿Puedes mirar hacia allá un momento?

—¿Hablas en serio? —pregunta sonriente, y de inmediato su rostro ya no da miedo. Es tan hermosa... Puedo hacer esto.

—¡Hazme caso!

—Ok, está bien. ¿Qué debo ver exactamente?

...Puedo hacer esto. ¡Yo puedo!

—Necesito que... Quiero decir —, lo de respirar hondo está sobrevalorado— ¡Incorpórate, no me dejas respirar!

—Ok, amor... ¿Está bien así?

—¡Más!

—¿Quieres que me siente, entonces?... ¿Ya te puedo mirar?

—Solo si sonríes.

—Me estás matando

—¡Voy a besarte ahora, Leo! —Pero es mentira, necesito un poco más de tiempo para que mi cuerpo acceda a hacer lo que le ordeno.

—Diana, tú puedes besarme cuando quieras, soy tuya —. Sigue mirando hacia la pared, a pesar de estar sonriendo... Una sonrisa leve, del tipo que solo surge cuando te siente triste, pero aun así es honesto. Cristalino y tan húmedo en este caso... La beso de a poco, sabe deliciosa como siempre. No voy a dejar que me consuma. Hoy no.

—Quédate quieta...

—Estoy quieta, amor

—¡No te muevas mucho! —Le susurro de todas maneras para asegurarme, sin dejar de besarla, ¡pero ella está diciendo la verdad! Está tan dócil, simplemente siguiendo mi ritmo tan pausado.

—Diana... —Ríe un poco. Su voz suena tan, ¿Tranquila? — haz lo que quieras amor, no voy a interferir...

—¿Me quieres abrazar? —. Rompo el beso para colgarme de sus hombros y aferrarme a ella.

—Me muero de ganas...

—Espera... Aún no —. Dije que iba a besarla, pero no le dije dónde... Su pecho se agita y desde aquí puedo ver que tiene las manos inquietas. Su cuello está algo húmedo, yo puedo empeorar eso. Desprende calor de la piel, sin importar lo fresca que está esta noche. Es como una hoguera viviente que solo puede avivarse más tras algunos "estímulos"...

La CuevaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora