Arco dos? capitulo II

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Las aves sacudieron las hojas rosadas de los árboles del parque central, a partir de movimientos enérgicos de sus alas que respondían a la desesperación por amenaza de oscuridad, y dibujaban en el cielo naranja la "coreografía del atardecer", que Samira había decidido sentarse a apreciar cada tarde de camino al trabajo. Figuras oscuras que se encontraban a través de la uniformidad, un mismo sentimiento era capaz de convertir a unas cien aves aproximadas en una sola masa perfectamente articulada, aquello era algo que a Samira le gustaba recordarse para mantener el enfoque: ella no pertenecía a aquel lugar y jamás lo haría.

"Los Jonianos" habían pasado a no tener rostro para ella, llegando a serle más fácil distinguirlos por la forma rasposa en la que sonaban sus vestimentas coloridas al caminar que por los característicos ojos entrecerrados, que, al parecer de Samira, dejaba en evidencia su tendencia natural a la suspicacia. Su hora de entrada solía ser la de salida para la mayoría y esto también reforzaba su sentimiento de separación, el atardecer era su momento favorito del día y uno de sus momentos de mayor energía en el cuerpo, los brazos le temblaron en una especie de efecto rebote por haber detenido de golpe el movimiento rítmico de sus piernas, el sol estaba por terminar de ponerse y aquello significaba que su introspección diaria había terminado y de allí en más solo sería importante actuar.

Dio un rápido vistazo de despedida antes de ponerse de pie de un salto, primero sobre el respaldo del banco hecho con troncos, a través del que caminó haciendo equilibrio con los brazos hasta empezar a impulsarse entre las ramas a través de saltos que la mantenían lo más en forma que podía, tomando en cuenta lo estático que sería el resto de su noche.

Los Jonianos no solían reparar en ella en absoluto, la mayoría estaba tan metido en sus propios asuntos como para ganarse el respeto general de la morena, pero esa noche sus piernas no fueron perfectas. Un solo momento de desconcentración equivaldría a una caída, aquello era algo que ella sabía a la perfección y de hecho consideraba una consecuencia menor tomando en cuenta el riesgo que tomaba en sus trucos. Por eso Samira nunca se distraía cuando decidía dejar de pensar.

El grupo cercano a ella se dispersó en torno a su atropellado aterrizaje, girando sus rostros hacia ella en gestos de alarma desiguales y entonces Samira se sintió una piedra que dispersaba a la bandada. Se incorporó con lentitud, consciente de que solo necesitaría ese momento para volver a hacerse invisible, nadie le preguntaría si estaba bien, ni siquiera tenían un interés real en enterarse de como lucía su rostro, y ella... No era una excepción.

Una mujer que, estando parada a tan pocos cuerpos de ella, inquebrantable como una gran roca en el río, miraba en su dirección, pero en realidad parecía atravesarla. Samira contuvo el impulso de girarse en búsqueda de aquello que absorbía de esa forma su atención, sabía que no encontraría nada particular, aquella expresión absorta solo podría ser causada por visiones turbulentas del interior. La mujer de cabello castaño rojizo dio un paso en su dirección y las manos enguantadas de Samira temblaron como si su cuerpo hubiera dejado de pertenecerle, y en un acto de entrega total de voluntad se dejó caer, pegando la frente al suelo esperando entre sudores fríos a que pasara lo que tuviera que pasar.

La mujer, de reluciente atuendo dorado, quientambién había sido la causante de su despiste inicial, caminó junto al cuerpode Samira como si no la hubiera visto en ningún momento, y se detuvo a admirarel ascenso de la luna en el cielo. Seguía demasiado cerca como para que lamorena se pudiera tranquilizar del todo, habiendo pasado a estar a su espalda,al menos reunió el valor para aclararse la garganta y levantarse por segunda vez, despacio, con la delicadeza de quien no quiere despertar a un dragón.

—Esto es... Es debido a... —balbuceó Samira, acercándose con cautela— no lo puedo creer.

Los pasos eran cada vez más cortos, sus movimientos más lentos y la arruga en su frente más pronunciada. Luego de un segundo carraspeo ignorado al fin decidió tocarle el hombro para llamar su atención, pero ella no respondió en seguida, ni siquiera se sobresaltó, parecía hechizada.

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⏰ Última actualización: Jul 21, 2023 ⏰

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