II

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— Ah... — Jadeé apretando los ojos ante la piel ardiendo de mi rodilla. El chico que pasaba un algodón alcoholizado por allí me miró disculpándose con la mirada. — No te preocupes, estoy bien.

No dijo que si, no dijo que no, solo siguió aquel trabajo en silencio como lo había hecho desde que llegamos a su casa, o eso parecía ser. Era pequeña, casi más que mi apartamento, pero era limpio y acogedor, mejor que la mía seguro.

— Dijiste que nunca lo habías estado, así que no sé si creerte.

En cuanto soltó aquellas palabras sentí que mi boca se secaba y no tenía nada que decir ante eso, definitivamente no podía argumentar nada para desviar el tema.

No sé si tenía intención de que lo escuchara al decirlo tan bajo, pero lo hice. Bajé la mirada con un suspiro y mi corazón latió fuerte, porque él no había olvidado eso, y quizás era la primera persona que me prestaba atención en mucho tiempo. Y era agradable.

Terminó curar la herida y se puso de pie mirándome al hacerlo. Estoy seguro de que notó mi expresión preocupada y de pánico.

— No voy a entrometerme en tus asuntos, pero si quieres hablarlo para desahogarte, ya sabes, un desconocido puede ser el mejor escape de la realidad.

Se encogió de hombros y fue a lavarse las manos y dejar las cosas que había usado en algún lugar que no alcancé a ver, y que realmente no me importaba mucho, ya que estaba más concentrado en lo último que dijo.

— Supongo que ahora me iré. — Mi voz sonó más desanimada de lo que pretendía, y me abofeteé mentalmente por eso.

— Puedes quedarte un poco más si quieres.

— No, yo... necesito ir a casa, es tarde.

— Te acompaño.

— No es necesario.

— Tú lo has dicho, es tarde, en este lugar nunca se sabe lo que puede pasar.

Pensé un poco en lo que dijo. No soy el único que ve la realidad de este lugar al parecer. Me llenó de satisfacción que alguien compartiera algunos de esos pensamientos conmigo.

— Sé cuidarme solo. — Me encontré diciendo mientras caminaba a la puerta de su casa.

Suspiré poniéndome de pie mientras me colocaba mi sudadera al hacerlo. Bufó frustrado y rodó los ojos dándose por vencido. Parecía que el de verdad había estado dispuesto a acompañarme, ¿todo esto solo por tumbarme en la acera?

— Entonces dame tu número de teléfono y me llamas cuando llegue para saber qué llegaste bien.

Me mordí el labio y asentí cohibido, a lo que él sacó su celular y se preparó para anotar mi número. Minutos después ya me encontraba saliendo de su casa. Mientras él me veía desde la puerta.

Me despedí con la mano y comencé a caminar por la acera con la única iluminación de la Luna y algunas farolas encendidas. La calidez a la que me había acostumbrado durante esa tarde se fue desvaneciendo y volvió la frialdad a mi pecho, devolviéndome a la realidad de lo que es verdaderamente mi vida y los riesgos de estar tan tarde fuera de casa.

Cuánto tardé en llegar no sé, fue bastante, pero me costó menos encontrar el camino de lo que pensaba. Detesto el lugar pero lo conozco bien. Subí las escaleras hasta llegar a la puerta del apartamento indicado y abrí con cuidado, preparándome para lo que podría recibirme, y por más que me preparara, nunca estaría listo para lo que me deparaba cuando cruzaba esa puerta.

Iɴsᴛᴀɴᴛᴇ Dᴇ Fᴇʟɪᴄɪᴅᴀᴅ || HyunlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora