En la cama respirando agitados después de una larga sesión de sexo, se encontraba George abrazando a su amada Lisandra.
- Encontré a mi esposa - dice de manera distraída mientras la mujer se voltea mirándolo enojada.
- ¿Qué quieres decir con eso? - no quería revelar sus emociones, sabía que como prostituta solo podía esperar a que otro tomara la decisión de hacer algo y bastante hacía George, la tenía en una bonita casa en uno de los mejores barrios de Londres, eso sí, alejada de toda la sociedad importante.
- Encontré a mi futura esposa - la abraza fuerte besando su coronilla - su padre me buscó, me caso en un mes.
Su familia lo tenía agotado, entre las responsabilidades que conllevaba el título de conde, ahora se le agregaba la presión de su madre por tener un heredero. Ella sabía de sus aventuras con Lisandra, además de su origen, por lo cual no estaban para nada contentos.
- ¿me dejarás? - lo mira con lágrimas en los ojos, él era lo único bueno que le había pasado en años de estar vendiendo su cuerpo para el placer de otros, sentía que le quería y perderlo sería algo que no se podía permitir.
- Lo hago por nosotros - acaricia su cabello con ternura - es la única manera de que nos dejen en paz, jamás te dejaria. Te amo.- vió como los ojos de su amante se iluminaron de emoción.
- Eres el amor de mi vida Georgie, nunca lo dudes -
Hace tres años se habían conocido en un burdel al que frecuentaba en conde y sus amigos, Nathan Walker conde de Pembroke y Alexander Whilcam vizconde de Worcester, era bien sabido que el trío era un grupo de jóvenes libertinos con dinero lo cual le abría las puertas de cualquier lugar y también las piernas de las mujeres que quisieran, en una de esas salidas conoció a Lisandra quien se paseaba entre las mesas con un atrevido vestido rojo el cual dejaba sus atributos a vista de cualquier caballero quien pudiera pagarlo, su cabello rojo la hacia aún más llamativo pero lo que la complementaba era su chispeante personalidad, en esa ocasión los caballeros se encontraban jugando póker a lo cual ella de manera coqueta se ofreció de premio mayor.
Sin dudarlo George ganó esa partida, a lo cual se acercó a la señorita de manera galante.
- Cuénteme señorita, ¿sigue en pie el premio ofrecido?
A Lisandra se le aguó la boca, aquel hombre era demasiado atractivo, podría arriesgarse a darle esa noche de manera gratis solo por el placer que le provocaba pensarlo en su cama.
- Sígame si quiere averiguarlo - comenzó a avanzar por los oscuros pasillos del burdel, sin mirar atrás ya que sabía que había llamado la atención de aquel varón.
Esa noche por primera vez en años, Lisandra entregó su cuerpo a alguien solo por placer, George la tocaba como si fuese una obra de arte, adorando cada centímetro de su cuerpo, no fue utilizada como un objeto sino como una mujer. Se sintió feliz, deseada y en ese momento supo que no podría dejarlo escapar ya que nadie la había hecho sentir de esa manera.
Desde ese primer encuentro habían pasado tres años, él la había ubicado en una magnífica zona de Londres en las afueras, lejos de miradas curiosas aunque todo se sabía en la alta sociedad. La complacía en todos sus caprichos, vestía como una dama aunque sabía que en realidad era solo un disfraz ya que jamás la verían de buena manera; tenía hermosas joyas con las cuales paseaba por Hyde park viendo a las tímidas damas paseando y siendo cortejadas con envidia ya que nunca pasaría por eso, solo vivía gracias al amor que le profesaba el conde, del cual estaba muy agradecida pero quería más, aspiraba a ser la esposa de su acaudalado Georgie aunque por más que lo presionaba él no había cedido.
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Amor tardío (+18)
RomanceGeorge Wright conde de Kent necesitaba una esposa, su familia presionaba para casarlo lo antes posible con el fin de separarlo de la mujer que amaba, con la cual nunca podría tener una relación formal, odiaba ser reprimido por otros por lo tanto iba...