Capítulo 10

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Apenas aclaraba el alba y la joven aún dormida no se dió cuenta que había alguien sentado a los pies de su cama observando.
Mientras tanto George detallaba con la mirada los suaves y delicados rasgos de Emily dándose cuenta que cometió un enorme error en arrastrar a esa chica a un matrimonio sin amor, no podía negar que le atraía más de lo que pensaba pero aún así sabía que no podría dejar a su amante quien a pesar de los agravios de su madre nunca lo había dejado, incluso era capaz de comprender el intenso sentimiento de inferioridad de ella frente a su esposa quien siempre había tenido todo.

La jovencita se removió en la cama y se dió cuenta que había alguien con ella por lo cual se incorporó rápidamente tratando torpemente de cubrir su cuerpo con sus manos. El conde observó su rostro adormilado el cual le pareció adorable y sin contenerse, su mirada siguió bajando hasta encontrarse frente a la dulce curva de sus pechos los cuales se dejaban entrever a través del delgado camisón, su cuerpo como otras veces frente a ella reaccionó con fuerza, provocando una incómoda erección, la cual tuvo que disimular moviéndose un poco y aprovechando las sombras de la habitación.

- Mi Lord ... - lo miró algo asustada, a la distancia sintió el fuerte aroma a alcohol que lo acompañaba.

- Tranquila, no quise asustarte - respondió George tratando de calmarla y haciendo un amago de tocarla pero rápidamente se contuvo.

- ¿Viene... a cumplir los deberes conyugales ? - preguntó dudosa con un rostro colorado, ya que se percató que era casi de día.

- No te preocupes, no sucederá - Al menos hoy, pensó.

Emily sintió una mezcla de tranquilidad y decepción - Oh, por supuesto.

- A medio día viajaremos a Londres, tengo mucho trabajo en la ciudad - se excusó, desviando el tema al ver la expresión de Emily - llevaremos tus cosas a la casa de Hyde Park.

- ¿No tendremos luna de miel? - esa duda casi infantil brotó de su boca sin poder detenerla.

- No Emily - respondió serio - lamentablemente no sé que habrá dicho mi madre pero no poseo tiempo para esas tipo de cosas.

- Claro... - Nada de lo que había imaginado la jovencita termino ocurriendo.

- Vine aqui a dejar las cosas claras,  no quiero comenzar esta unión con mentiras - No podía sentir debilidad frente a su ahora esposa, tenía que obligarla a mantener la distancia - Nuestro matrimonio es un arreglo, es conveniente para tu padre y para mí ya que necesito una joven adecuada para cumplir el rol de condesa, por lo tanto viviremos en la misma casa pero en diferentes habitaciones.

Emily escuchaba en silencio mientras su corazón cada vez se iba destrozando más con cada palabra que salía de la boca de su marido.

- No quiero que te entrometas en mi vida, mis negocios, mis amigos - dijo duramente mientras la miraba- mi intimidad es solo mi problema.

Indefensa frente a tan inesperada declaración solo pudo asentir.

- ¿Y yo? - respondió con la voz rota y con las lágrimas a punto de salir - ¿Qué papel debo interpretar si no me quiere en su vida?.

- Frente a la sociedad serás la condesa de Kent, tendrás un título y todos lo lujos que este posee excepto por amor, yo nunca llegaré a amarte Emily pero conviviremos en paz.

- Pero yo... - cada palabra era un golpe que ella no merecía, no quiso seguir discutiendo, ya que al parecer la decisión estaba tomada, tuvo la necesidad de gritarle que ya tenía lujos, tenía dinero y joyas por montones pero no pudo - De acuerdo, supongo que es lo mejor así que será como usted disponga.

- Y por último, no tendremos hijos - esto golpeó fuertemente a Emily - no me gustan los niños así que no te hagas ilusiones, además si tuviera alguno... - se detuvo un momento - no serías tú quien los cargara en su vientre.

Un sentimiento de frustración apareció el pecho del conde, el rostro de dolor y decepción en Emily había dejado un gusto amargo pero era lo mejor para ambos, no quería darle falsas esperanzas frente al matrimonio.

- Descansa un rato, le pediré a tu doncella que prepare el equipaje - y sin esperar respuesta, camino hacia la puerta y salió.

Emily quedo sentada en su cama, abrazando sus piernas hasta que las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos como ríos, su decepción había sido tan grande que derrumbó todas las esperanzas de tener un matrimonio feliz y lleno de amor. ¿Acaso no era merecedora de tener el amor?, Toda su vida se había obligado a ser perfecta, había hecho todo lo que otros querían, la dulce niña que dejaba a todos admirados pero ¿Para qué?, Solo para terminar casada con un hombre que nunca la querría.

Todo lo que sentía ahora era rabia, y sin darse cuenta clavó sus uñas a lo largo de sus piernas tan fuerte que brotaron pequeñas gotas de sangre, adornando su blanca piel.

Había sido tan ingenua - soltó una suave risa de amargura - pensó que al menos tendría un compañero a quien querer y cuidar, pero solo sería una extraña en un lugar donde no la querían, ni la necesitaban, no quería pensar en los hijos que no tendría porque eso le partía el corazón ya que siempre había deseado tener una gran familia.

Entre la mezcla de ilusiones, la rabia y amargura tomaron fuerza; su esposo no la querría nunca, no tendría hijos, ni un matrimonio amoroso así que solo le quedaba vivir su vida, pensó. Ingenuamente creyó que quizás tomaría un tiempo que George le tomara un poco de cariño pero al parece ya todo estaba dicho, aún así, a pesar de que tenía el pecho entumecido de dolor y desilusión, una parte lo felicitaba por ser sincero y evitar que ella malgaste tiempo en tratar de hacer que la quiera por lo tanto también ahorraría sufrimiento del desamor.

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Mientras tanto en Londres, en una cama desordenada se encontraba Lisandra desnuda fumando tabaco en una delgada pipa observando la espalda descubierta de uno de sus amantes, después de una larga noche de pasión, no se arrepentía ¿Por qué habría de hacerlo? Si su supuesto benefactor acababa de casarse con una chiquilla rica, inocente, educada, nada similar a lo que era ella una simple cortesana; la cual aunque vistiera los mejores vestidos, las joyas más finas no podría sacarse el estigma de haber pasado por tantas camas como le era posible a los 26 años.

Se levantó perezosa y sin hacer ruido tomando una bata desde el suelo y cubriéndose con ella, llamó a su sirvienta quien acudió unos minutos después mirándola con ojos reprobatorios.

- Eleana, traenos el desayuno - dijo sin inmutarse por la cara de su criada.

- por supuesto, vuelvo enseguida - Eleana avanzó rápidamente no queriendo ver más.

George había cometido un estúpido error al haberse casado y ella se encargaría de recordárselo por el resto de su vida, aún así, se comportaría como la perfecta amante ya que ninguno de los otros hombres le había dado tanto como él, así que debía pelear con uñas y dientes por mantener la atención del conde.

Fue hasta el tocador, tomó un trozo de papel y escribió una breve nota la cual enviaría luego, debía hacer sentir un poco de culpa a aquel tonto lord. El hombre en la cama se volvió a mirarla y ella notó su miembro crecer bajo las sábanas a lo cual sonrió y corrió a meterse entre los brazos de aquel mujeriego para disfrutar otro momento de libertad y placer.

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⏰ Última actualización: Sep 21, 2023 ⏰

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