Llegó el día de la boda esperada, la tarde anterior, Thomas y su hija habían viajado a la propiedad del conde en Kent, la cual era magnífica; Emily mantenía una estoica sonrisa en el rostro asegurándose de no revelar ninguno de los sentimientos que no la habían dejado dormir en la semana, durante la cual visitó casi todos los días a Lady Isabel quien la recibía a brazos abiertos compensando en parte la falta de su prometido a quien no había visto desde aquel día.
Se levantó al amanecer para solo sentarse la lado de la ventana a mirar los parajes cubiertos de bruma, pensando constantemente en cualquier error mínimo que hubiera cometido para provocar esa actitud en su prometido, no podía eliminar aquella presión en el pecho sintiendo que en cualquier momento las lágrimas colapsarían sus ojos pero no podía permitirse eso, desde niña le habían enseñado que una dama debía comportarse, no revelando las emociones, ya que eso "te convierte en una mujer vulgar y sin clase" según su institutriz y ella no quería decepcionar a nadie, mucho menos estando a punto de convertirse en condesa.
Se vistió sola y sigilosamente salió a buscar algo para desayunar, apenas eran las 7 de la mañana por lo que se dirigió a la cocina de la gran casona, cuando llegó al umbral de la puerta la cual estaba entreabierta, se detuvo de manera abrupta al escuchar una conversación dentro de esta.
- ... Si tan solo es una niña ¡por Dios!, En qué pensó el conde al elegirla como esposa - decía una voz femenina.
- Su padre tiene una gran reputación entre de los Lores, medio Londres le debe dinero - replicó un hombre, Emily trató de no ser imprudente pero sentía el calor en su rostro y se avergonzó de estar escuchando conversaciones ajenas pero estaba paralizada sin poder irse - Y es muy educada debo decir, Lady Isabel la adora.
- Pero ya sabes cómo es George, idéntico a su padre - se escuchaba el traqueteo dentro de la gran cocina - él no sabe querer, solo la hará sufrir... Siento pena por esa niña, además, conoces bien las andadas de ese chico, anoche llegó pasada media noche y ya sabes bien dónde estuvo y con quién.... - ambos quedaron en silencio por un par de minutos- Si tan solo tuviera un poco de corazón no haría ese tipo de cosas un día antes de casarse, solo espero que la pobre niña comprenda pronto que su futuro es estar sola.
Al escuchar esas palabras el corazón de Emily comenzó a latir rápidamente y un frío sudor comenzó a cubrir su frente, las náuseas se apoderaron de ella y como pudo salió a paso veloz con el fin de llegar pronto a la seguridad de su habitación; al llegar a esta avanzó hasta llegar al pequeño tocador para vomitar de manera incontrolable eliminando el poco contenido gástrico que poseía, sus manos se sujetaban con fuerza del mueble mientras jadeaba tratando de regular su respiración. Una vez logró calmarse cayó al suelo con la espalda deslizando por la pared hasta quedar como una muñeca rota en el suelo; no era la primera vez que le sucedían aquellos episodios pero desde que comenzó con las tareas de su compromiso esos malestares habían aumentado.
Su mente no dejó de reproducir la frase dicha por los criados " solo espero que la pobre niña comprenda pronto que su futuro es estar sola".
- No estaré sola - repitió para si misma - tengo a mi padre, quien me acompañará... Están equivocados.
Escucho unos pasos en el pasillo y procedió a ponerse de pie limpiando su rostro con el vestido que estaba utilizando.
- Em, debes despertar - era Rosalyn golpeando la puerta - hoy es el día más importante de tu vida.
Ella respiró profundo, cambiando su semblante de manera inmediata, debía enfrentarse a su destino ya que si no se casaba con el conde lo tendría que hacer alguna vez y ya se había comprometido con su padre al estar de acuerdo con el enlace, era beneficioso para ambas partes por lo tanto camino hasta la puerta recibiendo a su querida amiga con un rostro lleno de felicidad.
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Amor tardío (+18)
RomanceGeorge Wright conde de Kent necesitaba una esposa, su familia presionaba para casarlo lo antes posible con el fin de separarlo de la mujer que amaba, con la cual nunca podría tener una relación formal, odiaba ser reprimido por otros por lo tanto iba...