EPÍLOGO

246 16 3
                                    

Marianne entró más que algo apurada, nerviosa. Observó de pie por toda la cafetería. Se le alumbró el rostro al ver en una mesa al fondo una mano alzada invitándola, sonrió y avanzó cuidadosamente hacia la mesa, mientras lo hacía, su mirada se quedó atrapada en el hermoso niño que Karen llevaba en brazos. La mujer se llevó la mano al pecho llena de orgullo, era su nieto. Cuando por fin los alcanzó, sus ojos estaban llenos de lágrimas.
―Hola Marianne―Karen se había puesto de pie para saludarla.
―Oh, hija―la sorprendió con un beso en la mejilla mientras se secaba las lágrimas de las mejillas y observaba de nuevo al niño de aproximadamente un año. ―Él es mi nieto ¿verdad?
―Así es―contestó la chica.
Marianne se llevó las manos a la boca, tenía un nieto, hijo de su hijo. Miró a la madre, no sabía cómo pedirle que quería tomarlo en brazos, tenía miedo de que se lo impidiera. Pero al parecer Karen intuyó sus intenciones.
―Puede cogerlo si quiere.
―¡Por supuesto! ―dijo de inmediato sin poder evitar mostrar lo emocionada que estaba. Karen le acercó el niño y ella lo tomó con cuidado. ―¡Dios! ¡Qué niño más lindo! ―comentó con una sonrisa en los labios.
Las dos tomaron asiento, la mujer no apartaba la mirada del niño, se parecía muchísimo a su hijo. Acariciaba su pelo y su rostro, era realmente hermoso.
―Tiene su ojos―comentó―. Me recuerda mucho a Erick de pequeño. ―levantó la mirada para ver a la madre―No sé cómo agradecerte este enorme gesto. Gracias por permitirme poder conocer a mi nieto.
―Tenía que hacerlo. Él debe conocer a sus abuelos.
Habían pasado ya dos años y tres meses desde la última vez que volvieron a verse, o desde que Marianne y su esposo conocieran el panadero de su hijo. Lo último que supieron de ellos fue que se habían casado, su hijo se había casado y no había invitado a sus padres. Temían que ya nunca volverían a verlo, y aún así no hicieron nada para encontrarlo, confiaban en que él regresaría de nuevo a ellos, lo malo sería que él supiera que seguían acosándolo, lo habrían perdido definitivamente.
Después de lo sucedido con Karen, la mujer cayó en una gran depresión, se sentía culpable por todo y ni su esposo podía animarla, sin embargo, se sorprendió muchísimo al recibir una llamada suya un mes después pidiendo hablar de lo ocurrido. Recibir aquella llamada hizo que sintiera que regresaba a la vida, era su oportunidad de disculparse personalmente con ella, sin embargo, ella quería saber por qué hizo lo que hizo después de haberla hecho creer que la aceptaba.
―Cariño―habló casi sin voz―se me acabaron las escusas, no voy a dártelas porque no importan y ahora estoy pagando por mi culpa. Me equivoqué al contratar a ese hombre y lo siento muchísimo. Por favor perdóname.
Karen no supo qué decirle en aquel momento, se la escuchaba tan sincera, pero sabía que Christian tenía razón, debían estar alejados y tal vez con el tiempo pudieran dejar el pasado atrás. Cuando dio a luz volvió a llamarla para decirle que tenía un nieto, incluso desde el celular se podía notar la emoción en la mujer, se mostró alegre, aunque sabía que no estaba en el derecho de pedir ver al niño, era la segunda vez que la llamaba Karen y no sabía nada de su hijo, sabía que no podía pedir ver a su nieto y esperar que se lo permitieran. Aun así se alegraba de que la esposa de su hijo se lo hubiera contado, con saber que era abuela debía bastar.
Perdió todas las esperanzas de volver a saber de ellos hasta un año y unos meses cuando volvió a recibir noticias de ella diciéndole que habían llegado a Suecia para verla, dándole así la dirección en donde podían verse y allí estaba ahora con su nieto y su nuera, descubriendo por el anillo que llevaba ella que estaba ya casada con su hijo. De hecho, miró disimuladamente por el local por si lo veía, sin embargo, se decepcionó al no verlo. Pero a pesar de todo, debía sentirse agradecida, en sus brazos tenía parte de él y podía conformarse con ello.
―¿Qué nombre le habéis dado?
―Agustín, como mi padre―contestó la chica. La mujer la observó con dulzura.
―El nombre es bonito. ―la mantuvo la mirada por unos segundos, la verdad es que estaba cambiada, pero en el buen sentido. ―Sigues siendo hermosa―le dijo, Karen la miró confusa. ―Me alegra que mi hijo haya decidido casarse contigo.
Karen miró el anillo que llevaba en el dedo, debía ser la manera en que ella descubriera de que estaba casada.
―Gracias. ―fue lo único que dijo al respecto.
―¿Cómo…está? ―Karen entendió que se refería a Christian.
―Está muy bien. ―la mujer sonrió tristemente, pero se alegraba de escuchar que él estaba bien. ―Y ¿cómo está su esposo?
―William está bien. Sigue trabajando como siempre, pero también se preocupaba por su hijo, desde aquel día las cosas cambiaron mucho ―soltó un suspiro reviviendo aquel momento. Sonrió para obviar su cambio repentino y le dio un beso a su nieto que la miraba desorbitante mientras jugaba con su collar. ―Hola Agustín. Ojalá hubiera tenido tiempo de buscarle algo. ¿Regresareis pronto? ―levantó la mirada para verla de nuevo, caía en la cuenta de que tal vez no volviera a verlos hasta Dios sabe cuándo.
―Así es. ―contestó ella―Solo quería que lo conociera.
―Ah―dijo un poco desilusionada, pero sabía que aquello era demasiado viniendo de ella. Sacó su móvil del bolsillo de su abrigo y se lo entregó a la chica―¿Podrías tomarnos una foto por favor?
Karen se sorprendió por la petición, pero obedeció. Tomó el móvil y activó la cámara. Les tomó unas cuantas fotos en las cuales la mujer estaba sonriente y feliz, querría recordar siempre la cara de su nieto porque no sabía cuándo más iba a volver a verlo.
―¿Podrías…tomarnos a los tres juntos? Una selfi―pidió de nuevo Marianne ilusionada. Karen se lo pensó unos segundos antes de decidirse.
―De acuerdo.
Se acercó a la mujer y se tomaron un par de selfis.
Cuando se despidieron, la mujer se subió de nuevo a su auto, pero le pidió a su conductor que no se alejaran, que solo estuvieran a la sombra y así lo hizo el chófer. Unos minutos después, vieron un auto detenerse frente a la cafetería, Karen había salido fuera con el niño en brazos. El corazón de la mujer latió fuerte al ver a su hijo bajarse de él, sentía que cobraba vida de tan solo verlo y se llenó de angustia, sus ojos se llenaron de lágrimas. Deseaba salir corriendo del auto e ir a abrazarlo, pero él ni siquiera quería verla, permitió que su esposa lo viera, pero él no se presentó hasta que supo que se había marchado, era un dolor demasiado enorme para una madre. Vio cómo se acercaba a su esposa, tomaba a su hijo en brazos y le daba un beso a la chica.
―Al menos es feliz―murmuró la mujer con una triste sonrisa―y sigue siendo hermoso. ―Eso era lo más importante, que fuera feliz. Tomó su pañuelo y se secó las lágrimas. Vio cómo se subían al auto que traía Christian y le pidió al conductor que los siguiera.
Estuvieron siguiéndolos por detrás por un buen tiempo, por la ruta se estaban dirigiendo al parque Deljon. El chofer se detuvo a la sombra al ver que se detenía el auto al que estaban siguiendo.
La mujer observó cómo se bajaban del auto y caminaban hacia el parque, se preguntaba por qué iban precisamente al parque hasta que los vio, vio a los amigos de Karen, habían preparado una especie de picnic y los estaban recibiendo. Xavier tomaba al niño de los brazos de Karen, junto a él había una chica, recordaba haberla visto en el hospital, era una de las recepcionistas que la atendieron. A los demás los conocía de haber estado en su casa, a la pareja de rubios se les veía feliz y era evidente que ella estaba embarazada, aunque no se notara tanto todavía. Christian había encajado en aquel grupo que parecía necesitar, Marianne soltó un suspiro de satisfacción. De pronto le llegó una llamada, miró la pantalla de su celular, era su esposo. Desbloqueó la llamada y llevó el móvil al oído.
―¿Pudiste verlo? ¿Cómo está? ―preguntaba William al otro lado, la mujer esbozó una sonrisa.
―Está bien, nuestro hijo es feliz. ―escuchó cómo el hombre suspiraba al otro lado.
―Eso es suficiente. ―dijo el hombre satisfecho. Si su hijo era feliz, no importaba dónde estuviera, ahora podían estar tranquilos.
La mujer volvió a mirar hacia su hijo y entonces descubrió que éste la estaba mirando, ¡sabía que estaba allí! Sin embargo, él no se acercó a interrogarla, aquello la sorprendió, pero se sintió aliviada al ver que no lo hacía. Su hijo sabía que lo estaba espiando y aun así lo obviaba y seguía con sus amigos. Tenía la esperanza de que tarde o temprano volvería a abrazarlo, pero por ahora iba a conformarse y alegrarse de saber que él era feliz y que tenía a gente que se preocupaba por él y le mostraba el afecto que él tanto necesitó.



FIN.

__________________________________

¡Hola!
¡Llegamos al final de la historia! Nos tomó mucho tiempo pero al fin llegamos🥳🥳🥳.
Quiero agradecerles por la paciencia, por animarme a seguir con sus votos y comentarios, y por llegar a este esperado final conmigo. ¡Dios los bendiga!

Espero volver a estar con ustedes en la próxima novela. ¡¡Muchas gracias y un fuerte abrazo!!💖



Pueden seguirme en:

Instagram: novelas_romanticas_jm
Tiktok: justa_margarita
Buenovela: Justa Margarita

Tú, mi rincón favoritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora