CAPÍTULO TREINTA Y DOS

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Se separó de él y caminó por su lado hacia la puerta.

-¿De verdad crees que estoy confuso y que no sé lo que quiero? -ella se detuvo, pero no se atrevió a enfrentarlo lo nuevo. -¿Alguna vez te preguntaste por qué solo te dejé a ti ayudarme? -ella se dio la vuelta para poder verle, la verdad es que siempre quiso saberlo-O alguna vez te preguntaste del por qué te pedí que me leyeras precisamente ese libro-dijo señalando el libro que ahora se encontraba sobre la cama, Karen lo miró confusa, no entendía de qué hablaba, él dio unos pasos hacia ella-O alguna vez te preguntaste del por qué no quiero que estés con Noha.

No estaba acostumbrada a tener que alzar la cabeza para poder verlo a la cara, pero ahora que estaba de pie delante de él estaba obligada a hacerlo. ¿A qué se refería con lo que estaba diciendo? Le palpitó fuerte el corazón.

-Me escuchaste en las noches cuando venía a hablarte.

-No solo esto, puedo escucharte desde antes de que me despertara y saliera del coma. -Karen abrió los ojos llenos de sorpresa.

-¿Co...cómo? -preguntó sin voz.

-Sí, Karen, te conozco desde antes de conocerte. Siempre estuviste allí conmigo y me hablabas-colocó una mano sobre su mejilla y la acarició con su pulgar-¿Ahora entiendes que no quiera tenerte lejos? Eres lo único real que conozco, sé lo que piensas y cómo piensas. Te conozco más de lo que te imaginas y me gustas así tal como eres, no quiero tener a otra en mi vida, solo a ti, ¿ahora lo entiendes?

-Me...escuchaste todo ese tiempo-el nudo en su garganta volvía a hacerse presente, se le estaban nublando los ojos.

-Así es-ella intentó bajar la cara, se sentía algo avergonzada. Christian la alzó de nuevo el rostro obligándola así a que lo mirara.

-Perdón, si hubiera sabido que tú...

-¿Por qué te disculpas? Es gracias a ti que pude despertarme, no sé cuánto tiempo habría estado en ese estado si no hubieras aparecido. Pero desperté y no estabas allí, ¿sabías que te busqué? Te busqué en todos los médicos que se presentaron en mi cuarto, pero no estabas, pensé que había sido solo una ilusión. ¿Por qué no quisiste ir a verme?

-No...no podía-él le secó suavemente la lágrima con el pulgar.

-¿Te imaginas cómo me sentí cuando te presentaste por mi puerta y supe que eras tú? Es indescriptible, volviste a darle sentido a mi vida, y aún más cuando entrabas a mi cuarto cuando pensabas que estaba dormido y me hablabas-sonrió excitado, ella solo le pedía a la tierra que la tragase. -Fue lo mejor que pudo pasarme. Siempre me pedías que te olvidara, pero ¿cómo podría? Eres mi mejor regalo, ahora entenderás que no quiera tenerte lejos, me encanta estar contigo y sé que el sentimiento es mutuo.

-Sin embargo, me estás pidiendo que me vaya. -dijo casi sin voz.

-Tengo que hacerlo, es la única manera de que estemos juntos. Mientras sigas asistiéndome solo te verán como mi fisioterapeuta y no quiero que siga siendo así. A parte de eso necesito quedarme a resolver algunas cosas aquí, pero iré por ti ¿entendido? -la pobre se había quedado sin voz y solo podía asentir con la cabeza, él pegó su rostro contra la de ella-Ahora me estoy muriendo por besarte-posó su mirada sobre sus labios, ella se puso nerviosa, pero no iba a negarse ¿cómo iba a hacerlo después de todo eso que sabía? Se estremeció al sentir el contacto de sus labios sobre los de ella. La besó por unos segundos, pero después se separó dejándola con ganas de más-Quiero escuchártelo decir-susurró él y ella abrió los ojos para mirarle.

-¿Decir el qué?

-Que te gusto-ella sonrió nerviosa y apartó la mirada. Él volvió a tomarle de la cara haciendo que lo mirara. -¿Vas a decirlo o tendré que seguir tanteando?

Tú, mi rincón favoritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora