CAPÍTULO TREINTA Y NUEVE

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Christian le abrió la puerta del copiloto de su Rolls Royce Spectre y ella se subió. Él cerró la puerta, rodeó el auto y abrió la puerta del conductor, se subió en el auto y lo puso en marcha.

—Tienes un auto muy caro—comentó ella escudriñando el interior del coche.

—Espero que no suponga un problema. —le dedicó una sonrisa—¿a qué restaurante nos vamos?

—Hay unos cerca, vayamos al Manhattan Deli.

Christian indicó la ubicación en el GPS del auto y pisó el acelerador.

Ella giró la cabeza para mirarle todavía incrédula, él también la miró por un instante, pero tuvo que regresar la mirada a la carretera.

—¿Qué? ¿pensaste que no vendría? —preguntó y ella apartó la mirada de él.

—Te extrañé muchísimo—confesó. Él extendió su mano y la depositó sobre la de ella.

—Ya puedes imaginarte lo mucho que te he extrañado yo.

—Me imagino que no te resultó fácil dejar a los tuyos.

—Bueno, son mi familia, eso no lo cambia nadie, pero no pueden retenerme siempre que quieran y hacer de mí lo que les plazca, la decisión es mía.

—Tienes razón—lo miró, quería preguntarle por Ashley, no la hablaba de ella y habían estado comprometidos.

—Si es por ti, no te preocupes, algún día mi padre tendrá que aceptarte, en cuanto a mi madre, no hay ningún problema, al parecer le caes bien.

—Tu madre es una gran persona, es muy atenta y trata muy bien a la gente. Estoy feliz de que os llevéis bien...en cuanto a tu padre, no...no termino de entenderlo, es una persona única. Espero que no os hayáis peleado mucho. —él sonrió de lado.

—¿Ves ese coche que viene detrás de nosotros? —le indicó que mirara por el retrovisor y sí, había un auto que iba siempre pegado a ellos. Karen se volteó para mirarlo sorprendente—trabaja para mi padre y su objetivo es seguirme a todos los lugares a los que vaya, lo que no saben es que lo sé.

—Dios mío, ¿y estás tan tranquilo? Empiezo a sentirme culpable por tener que obligarlos a eso—él soltó una risita y la miró.

—¿En serio? Nada de esto es culpa tuya, ese hombre debe aprender cuanto antes que no siempre podrá controlarme.

—Pero entiéndele, tuviste un accidente y está preocupado de que pueda pasarte algo.

El la miró, siempre amable como siempre, no sería buena idea decirle que todo aquello en parte era por ella, su padre se mantenía firme en su idea de no aceptarla como su novia, pero no dejaría que se acercara a ella ni mucho menos que los separara. Él la sonrió tranquilizador y continuó conduciendo.

Llegaron unos cinco minutos después. Él aparcó el auto en uno de los espacios libres y apagó el motor. Abrieron las puertas y se bajaron del auto. Él lo bloqueó y la alcanzó, le tomó de las manos y la acercó a él para plantarle otro beso en los labios, había pensado mucho en ese momento todo el tiempo que estuvieron separados. Cuando se separó ella lo miró a los ojos interrogante, a aquellos lindos ojos grises.

—No lo entiendo—dijo.

—¿Qué es lo que no entiendes?

—¿Cómo he conseguido llamarle la atención a un ser tan especial y bello como tú? —él le sonrió divertido. Colocó una mano suya sobre su cuello y pegó su frente a la de ella.

—No sé por qué dices eso, yo soy el afortunado de haber conocido a alguien tan increíble y única como tú. —le dio un último corto beso y luego se separó un poco—Tienes que comer, vamos.

Le tomó de nuevo la mano y caminó con ella hacia la entrada del Manhattan Deli. Los recibieron y les mostraron las mesas libres, no había mucha gente en el lugar. Decidieron sentarse en una de las mesas de la esquina, el lugar era decente para el gusto de Christian y esperaba que le gustaran también sus platos. Tomaron las cartas del menú.

—Creo que me conformaré con lo que pidas tú—dijo él dejando de un lado la carta. Ella lo miró ruborizada y se acordó de cuando comían juntos en Suecia.

—Como quieras. No pediré nada del otro mundo.

Llamó a la camarera y pidió que les trajeran dos platos de filete de salmón. Y como entrante, dos vasos de fruta fresca mientras esperaban.

Cuando se alejó el camarero, se quedaron solos el uno frente al otro. Él la mantenía la mirada, no la apartaba ni por un segundo.

—Hay algo que siempre quise preguntarte. —dijo ella.

—Dime.

—Ashley...—él se encogió de hombros.

—¿Qué pasa con ella?

—Estabais comprometidos...no entiendo cuál es vuestra relación ahora.

Christian resopló y tomó su mano sobre la mesa jugueteando con sus dedos.

—Se me olvidaba, te he traído algo, está en el auto. Estoy seguro de que te encantará.

—Christian, ¿es que no quieres hablarme de ella?

Él la mantuvo la mirada por un momento, en silencio.

—Es lo que es, estábamos comprometidos, pero ya no lo estamos.

Ella apartó la mirada, estaba sintiendo algo en su pecho que no podía controlar.

—Debías de quererla mucho—dijo sin mirarlo y retiró la mano. Christian frunció el ceño mientras la miraba.

—Por casualidad, no estarás celosa ¿cierto? —ella lo miró enseguida y se encogió de hombros un poco molesta.

—¿Celosa yo? ¿por qué? Solo creo que cuando uno se compromete con alguien es porque está muy enamorado, no entiendo por qué no estás con ella. ¿Es por el accidente? Ya sabes que ni ella ni tu familia sabía de ti, deberías perdonarla...es el amor, no puedes simplemente dejarlo así y pasar página...y mucho menos por mí, ahora tendré que sentirme aún más culpable.

Christian solo la estaba observando evitando reírse por las cosas que estaba escuchando de ella, aquella chica era encantadora.

—Aquí tienen su entrante—la camarera les estaba depositando los vasos de frutas sobre la mesa.

—Muchas gracias—dijo Christian. Cuando se fue la chica, se concentró en su acompañante que había dejado de mirarle. —Frutas, sabes que me gustan. —Karen lo miró absorta.

—¿En serio? ¿Te he soltado todo un sermón y no piensas decir nada al respecto?

—¿Puedes darme tu mano? —extendió su mano hacia ella esperando recibir la suya, a ella le pareció que era un hombre muy extraño. Estrechó su mano sobre la mesa y dejó que él la tomara—Dime, ¿qué es lo que te preocupa? Sé sincera. —ella apartó la mirada de él

—Tengo miedo de que otros tengan razón, de que todavía no estés viviendo la realidad y solo creas que soy lo que necesitas porque estuve a tu lado cuando nadie más estuvo. Eso es lo que me preocupa y me da mucho miedo.

Tú, mi rincón favoritoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora