CAPÍTULO SESENTA Y UNO

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Christian se había quedado otra vez dormido en la silla con su móvil pegado al pecho. Después de desayunar con los amigos de Karen, habían pasado el rato en el cuarto de ésta contando historias sobre ella y riéndose un poco, bueno, ellos tenían más recuerdos con ella, pero le alegró saber más cosas sobre ella. En la tarde, Ivonne le había llevado algo de comer ya que no quería dejar ningún segundo sola a Karen por si se despertaba, o por si volvía a acercarse cualquier persona como había sucedido con su madre.

Aquella noche había tomado su móvil y se había dedicado a buscar información sobre la paternidad, estaba interesado en saber qué era lo que le esperaba. También quería saber qué cosas tenía que hacer o no una mujer embarazada, quería asegurarse de tratarles como era debido. Sin embargo, encontró demasiada información, no estaba seguro de poder recordar todo aquello, aparte de eso, encontraba algunas contradicciones, leyó que una embarazada presentaba cambios de humor y se preguntaba si aquello le pasaría a Karen, y si así fuera cómo sería. Era tarde y estaba tan cansado que al final se quedó dormido.

Le pesaban las pestañas, pero tenía que abrir los ojos, poco a poco fue abriéndolos. Pestañeó un par de veces hasta abrir por completo los ojos. Frente a ella se encontraba un techo blanco, estaba desorientada, ¿dónde estaba? y, ¿cómo había acabado en la cama del hospital? Hizo una mueca al sentir un ligero dolor en la nuca.

Giró la cabeza a su costado y su corazón dio un brinco al verlo. Christian estaba en una silla dormido junto a su cama, se le dibujó una sonrisa por tan solo verle. Puso su mente a trabajar en lo último que recordaba, se le esfumó la sonrisa al verse a sí misma en el cuarto de Andrew forcejeando. Se incorporó de golpe sobre la cama mientras le palpitaba fuerte el corazón. ¿Cuánto tiempo hacía que estaba inconsciente? Miró de nuevo a Christian y se le cristalizaron los ojos, tenía miedo, miedo de imaginar lo que habrá sucedido mientras estaba inconsciente, no quería perderlo.

―Christian―susurró su nombre, pero sonaba tan inaudible que no podía despertarlo. ―Christian. ―esta vez elevó un poco la voz.

Él abrió los ojos al escuchar que lo llamaban. Sus ojos fueron directos a la almohada vacía, e inmediatamente la dirigió hacia ella. Se levantó de inmediato al verla.

―¡Karen! ―llamó emocionado acercándose a ella―Estás despierta. ―se preocupó al notal que tenía los ojos húmedos. Se sentó al borde de la cama para tomarla de la mano mientras le acariciaba la espalda. ―¿Estás bien? Llamaré al médico―se incorporó para salir rápido a llamar a un médico, pero ella lo detuvo tomándolo del brazo.

―No es necesario, estoy bien. ―él se sentó de nuevo sintiéndose aliviado de saber que ella estaba bien, pero seguía preocupado por verla de aquella manera. Ella le mantuvo la miraba y sin poder controlarlo, una lágrima rodó por su mejilla. ―¿Qué tienes? ―preguntó él angustiado posando su mano sobre su cuello mientras le secaba la lágrima con el pulgar y le acariciaba la mejilla.

―Lo siento―dijo ella en casi un sollozo, él frunció el ceño confuso.

―¿Por qué?

―Siento lo que sucedió. ―bajó la mirada, pero él posó la otra mano por su cuello y la obligó a mirarlo.

―Escúchame, nada de lo que sucedió fue culpa cuya ¿me entiendes? Nunca vuelvas a pensar eso, no has hecho nada malo y el culpable ya tiene su merecido.

Ella lo estaba mirando, no sabía cómo decirle que era probable que su padre tuviera algo que ver. Le brotaron aún más las lágrimas al recordar lo que le había dicho Andrew, no les dejarían tranquilos hasta que se separaran.

―¿Por qué lloras? ―preguntó todavía preocupado secándole las lágrimas.

―No quiero que nos separen, quiero estar siempre contigo. ―él se sintió conmocionado por sus palabras.

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