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LA LARGA mesa de piedra era poco a poco ocupada por distintos platos tallados a mano que sostenían comida nunca antes vista por Poli. Una silla en cada orilla les permitía tenerse cara a cara pese a los objetos entre ambos.







El par de mujeres al terminar de servir se despidieron de K'uk'ulkan en un idioma ajeno a la lengua natal de la joven quien se limitó a sonreírles cuando hicieron lo mismo con ella.







—¿Eres el único que habla español aquí?—preguntó con curiosidad.







—No dejaría que mi gente se contaminara con el idioma de los conquistadores.







—Si hubiese tenido elección también me quedaría con el maya—Namor le devolvió la mirada pidiendo una explicación—sé un poco gracias a uno de mis tíos. Él siempre ha estado en contacto con sus raíces, investigando y todo eso.






—No sabía que los de arriba le daban importancia—acercó uno de los platos hacia sí mismo—o al menos los que viajan en esos metales.







—La mayoría no lo hacen—movió un poco de su cabello desordenado detrás de su oreja observando la comida—de hecho, prefieren ocultar lo más posible a sus antepasados.







—¿Y tú no?







—No—le sonrió sin mostrar los dientes.







Namor retuvo su atención en ella y esa sonrisa transparente. Le era muy difícil leer a Poli pues pese a notar la honestidad en cada palabra que salía de sus labios una parte suya se mantenía alerta en caso de que fuese lo contrario. Aunque sin saberlo, iba disminuyendo cada vez más.








—Oye, si tanto odias a "los de arriba"—hizo comillas con los dedos al no terminar de entender a lo que se refería con ello—¿porqué me ayudaste? Bien pudiste dejarme ser basura marina y nadie lo hubiera sabido.








—Que les tenga rencor no significa que sea un villano, Poli—hizo una pausa intencional— no como quien te trajo a mí.








La mencionada desvió la mirada sin ánimos de hablar del tema. Recordaba perfectamente la discusión que tuvo con Luis antes de caer al agua en contra de su voluntad.








—Mis padres estarán muy preocupados si no vuelvo pronto—cambió el punto de la conversación—se supone que sólo saldría un fin de semana y me estarán tratando de llamar...








—Me gustaría ayudarte a regresar cuando sepa que estés segura. A juzgar con la manera en que cambiaste de tema algo debe estar pasando.








"Cuando sepa que estás segura", se repitió Poli. Ni siquiera sabía con exactitud quién era el hombre que le había ofrecido su hospitalidad más allá de su nombre —o mejor dicho, apodos— pero esas cinco palabras se quedaron incrustadas en su mente. Probablemente era así de amable. Probablemente lo decía en serio tomando en cuenta que se tomó la molestia de ayudarle. Le gustaba más la segunda opción. Rezaba porque lo fuese.








Sonrió para sí misma antes de comenzar a comer en compañía de Namor. No le molestaría en lo absoluto quedarse un rato más.

poli  ⊹       namorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora